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"Los inocentes" - teatro

Meten las manos en los bolsillos y se sienten más hombres que nunca. Chiquillos mataperreando en barrios empobrecidos, corazones cargados de aspiraciones sencillas, incautos aún frente a la durísima vida que les espera. Cara de Ángel, El Príncipe, Carambola, Colorete y Rosquita. Los jovencitos que eligió para protagonizar "Los inocentes", el icónico libro de cuentos que publicó en 1961 para marcar un quiebre en la narrativa peruana. Relatos de collera, como él mismo los bautizó, que ahora cobran vida en la adaptación teatral que se estrena mañana en el teatro Roma de la Ensad.

Buen escenario, además, porque el Roma da cara al viejo Parque de la Reserva de Santa Beatriz, lugar donde Colorete y Cara de Ángel protagonizan una de las escenas más recordadas del libro: bronca de padre y señor mío en la que el sudor y el roce de los cuerpos son la materialización de la bravura, pero también de un deseo sexual contenido, siempre a punto de estallar. Porque “Los inocentes” fue un furor en su momento justamente por atreverse a exponer lo que otros silenciaban: un homoerotismo tenso, que sacudía los prejuicios y la pacatería, y que motivó que muchos condenaran a Reynoso por obsceno y sucio, aunque los ataques envalentonaran aún más su literatura.

A cargo de esta adaptación está Sammy Zamalloa, quien revela que Reynoso –fallecido en el 2016– no llegó a conocer los planes de llevarla al teatro. "Yo empecé a trabajarla en noviembre del año pasado, desde el proceso de adaptación, las gestiones y los primeros ensayos –cuenta el director de la obra–. Me pasa que cada libro que leo trato de evaluarlo para ver si es adaptable al teatro, y este libro de Reynoso lo devoré en un ratito y supe que podía llevarlo a las tablas sobre todo por su diálogo fluido, coloquial, callejero".

LENGUAS SUELTAS
Es así como jerga y lisura fluyen durante la hora y media de la puesta en escena, y toma unos minutos adaptar el oído para captar esos intercambios de naturalidad desfachatada. También se ha mantenido la ambientación sesentera de una Lima que, en algunos de sus matices, no ha cambiado nada. "Yo podría haberla adaptado al 2018, con los chicos de la collera usando celulares; pero para mí era muy rico que la obra sepa a antiguo, a barrio, desde el vestuario, el look y el léxico. Si esa realidad aún puede asociarse a nuestros tiempos, ya es cuestión de cómo lo perciba el público", señala Zamalloa mientras sus actores visten guayaberas, leen "Última Hora" y oyen la Sonora Matancera en billares y cantinas que son "el desaguadero de todas las fiestas".

¿Cómo trasladar entonces un libro de cuentos de tanta calle y movimiento al claustrofóbico cerramiento de un teatro? "Esa es una de las cuestiones en las que más reflexioné y en parte me interesa mucho hablar sobre ello porque, por más que cada peruano pertenezca a clases sociales diferentes, el ambiente del barrio siempre es nuestro corazón. Todos sabemos que ese lugar existe y de alguna manera lo hacemos nuestro", afirma el director.

Otra lectura interesante de la obra es aquella que se da desde la noción de masculinidad de nuestros días. Una que hoy, más que nunca, ha sido puesta en cuestionamiento. Reynoso se anticipó con ese retrato de muchachitos frágiles, revestidos de inseguridades. Para Zamalloa, haberse obsesionado con esa historia no es un gesto gratuito. "Hay una cuestión más personal también en el hecho de que yo haya elegido una obra con cinco protagonistas hombres. Porque yo me crié en una familia donde éramos cinco hermanos varones y muchas de las experiencias del libro las he asociado a mis propias experiencias, como la primera salida con una chica o el sentirse humillado dentro de un grupo".

Lo seguro es que, como cualquier adaptación, esta de "Los inocentes" dejará a algunos más conformes que a otros. Y aunque las comparaciones entre una obra y otra a veces sean inevitables, conviene mirarlas como dos creaciones independientes y separadas. O, en su defecto, tirar del lado más emocional y conmoverse viendo el ebrio enamoramiento de Carambola, los arrebatos del Príncipe, la temeridad aniñada de Cara de Ángel. Mirarlos para reconocer en ellos la inocencia que también perdimos sin proponérnoslo.

MÁS INFORMACIÓN
Lugar: Teatro Roma - Ensad.
Dirección: Emilio Fernández 248, Santa Beatriz, Cercado de Lima. Temporada: desde mañana hasta el 23 de diciembre. De jueves a sábados, 8 p.m.; domingos, 7 p.m.
Entradas: boletería y Joinnus.com.

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