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Santiago a Mil 2019

Con su gran tutú inmóvil, "La bailarina" de cinco metros de alto danza sobre un pie. Sus movimientos son lentos, propios de una monumental figura elaborada con madera, hierro y otros materiales. La música tampoco le exige mucho, solo lo suficiente para poder actuar y acompañar a una de las multitudinarias comparsas que esta semana tomaron varias calles de Santiago de Chile.

No es la primera vez que una figura de dimensiones monumentales se pasea por la capital del país sureño. Antes lo hizo "La pequeña gigante" (2018) y la marioneta "Dundu" (2017), particulares maneras de anunciar que el festival internacional de artes escénicas ha tomado la ciudad.

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La frase anterior no es una exageración: casi todos los centros culturales, museos, calles y plazas se unen por cuatro semanas de enero para cultivar las artes vivas. Dicen quienes organizan este evento que el panorama santiaguino cambió gracias a él, que antes, en este mes, la capital estaba casi desierta. Ahora que Santiago a Mil celebra su edición 26, la cultura se respira en todos los rincones y a toda hora.

EN ESCENA
El actor Tim Robbins (protagonista de "Sueños de libertad" y ganador del Oscar a Mejor Actor Secundario, en el 2004, por "Río místico") fue uno de los invitados a esta edición de Santiago a Mil. Él llegó junto a The Actors' Gang Ensemble para presentar "The New Colossus", una intensa propuesta escénica que abordó con crudeza los problemas y vivencias de un grupo de inmigrantes. Fueron 12 actores quienes, en una presentación en el Teatro Municipal de Las Condes, se vistieron de hombres y mujeres de distintas épocas y procedencias para contar historias propias y ajenas, y revelar el inmenso dolor que produce dejar toda una vida atrás.

La Mokwha Repertory también se dio cita en el festival. La compañía –que en años anteriores se paseó por Chile y el Perú con su montaje "La tempestad"– revisitó el legado de Shakespeare y adaptó "Romeo y Julieta".

Antes del estreno se dijo que el montaje se adecuaría a las costumbres y tradiciones de Corea del Sur, país de origen de la compañía, y la promesa se cumplió. Por ejemplo, el vestuario y la coreografía de las escenas musicales, sumados a la gestualidad e histrionismo de buena parte del teatro asiático, se conjugaron en una puesta en escena que mantuvo atentos a los cientos de personas reunidas en el Centro Cultural Juan Estay de Puente Alto, en las afueras de Santiago.

La apuesta por la comedia también fue una decisión acertada. La compañía se valió del uso del cuerpo para acentuar las bromas, arrancar risas del público y hacerlo olvidar que, finalmente, "Romeo y Julieta" es una tragedia. El espectáculo terminó, como no podía ser de otra forma, con el público aplaudiendo de pie.

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