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Josué Méndez: “Mi trabajo es transmitir ideas y emociones” - 2
José Silva

Una familia se reúne para un almuerzo navideño e intenta sobrellevar con éxito el paso de las horas. Sin embargo, los resentimientos y las frustraciones personales empiezan poco a poco a salir a flote hasta que la paz se transforma en una verdadera guerra con lanzamientos de platos incluidos.

Así podría resumirse “Reglas para vivir”, la obra que dirige el talentoso en el teatro La Plaza de Larcomar. Escrita por Sam Holcroft (Edimburgo, 1983), este drama no se fundamenta en la nada sino en las teorías de la terapia cognitiva conductista.

Claudia Dammert, César Ritter, Katerina D’Onofrio, Vanessa Saba, Leonardo Torres Vilar y Hernán Romero conforman el elenco de la puesta en escena divida en dos actos. En el primero la historia se va presentando y previniendo de alguna forma lo que vendrá en el segundo, lo mejor de la obra.

Conversamos con Josué Méndez, director de “Reglas para vivir”, una propuesta que garantiza risas pero esencialmente un una invitación a reflexionar sobre las relaciones humanas. La buena dirección del también director de cine y televisión se ve complementada por destacadas actuaciones de Dammert, Torres Vilar y D’Onofrio.

-Para las personas que visitan esporádicamente el teatro. El cartel electrónico que está en la parte superior del escenario y en el que aparecen frases y puntuaciones ¿qué función cumple en la obra?

Esa es la propuesta de la dramaturga [Sam Holcroft], que haya este juego de información develada al público más no a los personajes. A través de este mecanismo se revela algo en la conducta de los personajes y quizás puedas sentirte identificado con alguno de ellos. Creo que es la idea, y está inspirada en la terapia cognitivo conductual. La dramaturga leyó un libro llamado “Superando el autoestima”, en el que se habla sobre las estrategias que usamos para lidiar con la vida y habla sobre lo que ella llama “Reglas para vivir”. Inspirada en este rollo psicoterapéutico salió la obra.

-De alguna manera eso mantiene atento al público sobre lo que podría pasar conforme pasan los minutos…

Claro, es también un mecanismo de suspenso. Vas leyendo (el tablero) y te preguntas cuál será la regla del otro (personaje) y creo que ahí se genera una expectativa en el espectador. Esa es la idea.

-Cada uno de los personajes tiene una especie de tic o reacción propia cada vez que va a mentir para quedar bien. Por ejemplo en el caso de César Ritter, su personaje debe sentarse para decir una falsedad. ¿Esas dificultades extras hacen más complicado el trabajo del actor?

Es un desafío tremendo porque no solo te debes preocupar de que los artistas actúen y cuenten la obra, que es lo normal (que la cuenten y que orgánicamente encuentren qué hacer). No obstante, aquí también había algo muy antinatural, algo impuesto: que (César) tiene que sentarse. Esa necesidad había que hacerla orgánica. Eso fue como que el desafío con los actores. Que todas las cosas que deben hacer, porque si no carece de sentido la obra, salgan de una necesidad orgánica, estén en el lugar adecuado (porque si no hay donde sentarse es un problema). Es decir, tienes que preocuparte de que se cumplan las reglas y de que físicamente, por ejemplo, vayan armando la mesa para el almuerzo. Eso fue un triple desafío al montarlo.

-¿Le preocupa a un director el mensaje con el que se va el público de la sala?

Creo que tu responsabilidad es transmitir ideas y emociones. Esa es mi chamba. De alguna manera soy un comunicador. Leí la obra, me produjo ciertas reacciones y mi trabajo es comunicarlas en un montaje para el público. Eso es lo único importante: que el público se vaya con algo. Mientras que eso se parezca más a mi intención, ahí tengo éxito. Porque el éxito no se mide porque se llena una sala, sino porque has logrado comunicar lo que querías. Si bien es mejor que se vayan con algo antes que se vayan con nada,  considero que si hay una distancia entre lo que se llevaron y lo que yo intenté dejarles, ahí también estamos ante un problema.

-Teniendo en cuenta que la obra se presenta durante varios meses. ¿Temes que en algún momento el actor le añada algo suyo al personaje y pueda opacar lo establecido en el guión?

Hay un principio fundamental en el que yo creo: un personaje no existe en el papel. Hamlet no existe. Hamlet es el actor que hace el papel. No es una idea abstracta. Esto de decir “estoy buscando el personaje” no va. No estás buscando nada. En realidad, él es (el personaje). Y lo que está en el papel tomará forma en él. Y sería absurdo trabajar en otra dirección. Lo que busco es que el actor haga suyo al personaje. Por supuesto que el actor va a poner cosas suyas, pero así tiene que ser.

Josué Méndez en los exteriores del teatro La Plaza de Larcomar.

-¿Cómo te va con el paso entre cine, teatro y televisión? ¿Cuánto hay de placer y cuánto de necesidad financiera?

[Risas] En realidad casi todo es placer porque en ninguno se gana tanto. Creo que son medios distintos. Es divertido ir de uno a otro. Yo personalmente me canso si hago mucho tiempo uno. Me gusta la idea de ir variando y me parece un privilegio tener esa suerte. Tendría que ser muy hue… para dejar pasar las oportunidades. Si me dicen para hacer una obra, una película o una serie, todo me parece genial.

-Los actores de tu obra tienen una muy interesante formación artística. Y eso es algo que pasa mucho en obras importantes: se busca siempre el mejor elenco. ¿Hay acaso detrás una intención de no arriesgar con jóvenes talentos?

Creo que sí se corre riesgos. Acá hay dos niñas que podrían haber sido (actrices) adultas. O sea, que el personaje sea una niña pero pude trabajar con una actriz adulta que parezca niña. No obstante, me parecía más interesante trabajar con niñas de verdad. Sé que el riesgo es pequeño pero existe. Creo que depende mucho de las necesidades del montaje. Si hay que correr un riesgo para satisfacerlas, pues no hay ningún problema. Sin embargo, si no existe esa necesidad, tampoco es que ¡vamos a llamar a un actor nuevo! Si alguien con experiencia lo hará bien, será mejor.

-Anahí de Cárdenas me habló súper bien de tu labor como director suyo en la película “Dioses”, uno de sus primeros papeles importantes en el cine. ¿Cómo se da cuenta un director que está ante un actor virtuoso o ante uno más?

Esa es la intuición del director. Casi casi lo único que debe saber hacer bien un director es ‘castear’. Si no sabes eso, estás en problemas. Porque después pones todo en mano de los actores. Por supuesto que vas opinando y llevando las cosas pero todo queda en manos de los actores. Y castear es la decisión más importante de todo director. Y debes saber hacerlo. 

AL DETALLE
Obra: "Reglas para vivir"
Reparto: Claudia Dammert, César Ritter, Katerina D’Onofrio, Vanessa Saba, Leonardo Torres Vilar y Hernán Romero
Lugar: Teatro La Plaza de Larcomar
Días: De jueves a martes.

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