El libro, “Revelando el movimiento: Historias de la danza moderna y contemporánea en el Perú” de descarga gratuita, estará disponible en la página web del Departamento de Artes Escénicas de la PUCP. En la foto, montaje "1mt2" de Ducelia Woll (Danza Viva). (Foto Javier Gamboa)
El libro, “Revelando el movimiento: Historias de la danza moderna y contemporánea en el Perú” de descarga gratuita, estará disponible en la página web del Departamento de Artes Escénicas de la PUCP. En la foto, montaje "1mt2" de Ducelia Woll (Danza Viva). (Foto Javier Gamboa)
Enrique Planas

¿Por qué te dicen “Barres”? es la pregunta inicial que Pachi Valle Riestra le hace a Armando Barrientos, su primer entrevistado para el libro. La respuesta del veterano maestro y bailarín la conmueve hasta ahora. Le habla de la necesidad de un nombre artístico para ocultar su identidad, de la negativa familiar a que practicar ballet porque “eso no es para hombres”. Recuerda pasos de ballet a escondidas en su dormitorio, una función de ballet transmitida por televisión en la que baila con máscara, y a pesar de su celosa clandestinidad, verse descubierto por su hermano mayor que lo lleva a trabajar a Ayacucho para arrancarlo de sus clases con la maestra francesa Trudy Kressel. Igual sucede con otros bailarines mayores como Juan Torres, que firmaba como Jesús para que ni sus padres ni sus amigos descubrieran su secreta vocación. Ocultar la identidad para evadir el estigma de un hombre que baila. Recordó a las hermanas Brontë, a Amandine Dupin, a Colette, entre tantas escritoras que tuvieron que firmar con un nombre masculino para poder publicar en su época. En ambos casos, apelar al disfraz para entregarte a lo que amas en tiempos de intolerancia.

Declaraciones como éstas han sido uno de tantos momentos conmovedores recogidos por la reconocida maestra de danza, quien junto a sus colegas Pamela Santana, Cory Cruz, Mónica Silva, Lorna Ortiz, Mirella Carbone y Jessica Romero en la edición, han entrevistado a 64 protagonistas de una historia poco comprendida, estudiada y difundida. “Revelando el movimiento: historias de la danza moderna y contemporánea en el Perú”, un proyecto de la Especialidad de Danza de la Facultad de Artes Escénicas de la Pontificia Universidad Católica del Perú, es un esfuerzo de cuatro años para recolectar voces, recuerdos, contrastar perspectivas. De Ana Zavala a Beatriz Morachimo, de Cecilia Borasino a César Yesquén, su larga y representativa lista convoca a bailarinas y bailarines, coreógrafas y coreógrafos, tan celebrados como Ducelia Woll, Gina Natteri, Jai Gonzales, Jaime Lema, Jimmy Gamonet, Karine Aguirre, Lucía Meléndez, Luis Sandoval, Marisol Otero, Maureen Llewellyn-Jones, Miquel de la Rocha, Molly Ludmir, Morella Petrozzi, Olga Shimasaki, Oscar Naters, Patricia Awuapara, Rossana Peñaloza, Vera Stastny, Yvonne Von Mollendorf, entre muchos otros.

Pachi Valle-Riestra es coreógrafa y profesora de la especialidad de Danza de la Facultad de Artes Escénicas PUCP. Es coordinadora de este proyecto editorial. (FOTO: El Comercio)
Pachi Valle-Riestra es coreógrafa y profesora de la especialidad de Danza de la Facultad de Artes Escénicas PUCP. Es coordinadora de este proyecto editorial. (FOTO: El Comercio)

“Revelando el movimiento” es una historia escrita en plural. Y es que para Pachi Valle Riestra, coordinadora de este proyecto, no existe una sola historia, ni puede haber una sola mirada. Sobre todo en un medio como es la danza, un movimiento creado con tantos esfuerzos. “Hacer un discurso unívoco sería absurdo. Por eso decidimos hacer entrevistas, cuyas perspectivas de la historia se entrecruzan. Así podemos tener una mirada mucho más rica y compleja de lo que ha pasado en todos estos años”, explica. Por supuesto, acompañando estas entrevistas, hay todo un trabajo de notas al margen que exigieron una profunda investigación histórica, lo que rompe con una lectura lineal y hace posible tejer una serie de redes de información.

Ciertamente, en esta historia, no eres juez pero sí parte de ella. ¿Para este libro, como juegas el papel de entrevistadora? ¿Tuviste alguna dificultad para conseguir una distancia del tema?

Ha sido complejo. Siendo parte de estas experiencias, habiendo compartido tantas experiencias con muchas de las personas que entrevistaba, he tratado de mantenerme al margen. He tratado de no dar juicios. Lo que no es posible es pretender que no estuve allí. De alguna manera, lo que he intentado hacer es ser catalizadora de algunos recuerdos.

Si hay algo que une la diversidad de testimonios es que todas estas vocaciones crecieron como una flor silvestre, sin agua ni apoyos económicos. ¿El libro recoge la voz de una generación que se mantuvo presente pese a todas las dificultades?

Tal cual. Somos unas flores salvajes que hemos crecido con la poquita agua que caía por aquí por allá, de forma irregular. Sin duda.

Bailarina Ana Zavala en espectáculo "INO MOXO" (2014) de Integro (FOTO Musuk Nolte)
Bailarina Ana Zavala en espectáculo "INO MOXO" (2014) de Integro (FOTO Musuk Nolte)

¿Hoy día que la danza cuenta con mayor infraestructura, centros de estudios, un Ministerio de Cultura, crees que hay mayor tierra fértil para este arte?

Hay más fondos concursables del Estado de los que había antes, pero hay menos apoyo de la empresa privada. Está la universidad que ofrece una educación práctica y teórica, algo que es de sumo valor y ya empezamos a ver los resultados, pero el público no ha crecido. Siendo un arte que se caracteriza por ser experimental, si no cuenta con un apoyo económico, es muy difícil desarrollarlo. No hay fondos suficientes para asegurar una labor continua de creadores e investigadores, las cosas siguen siendo sueltas, esporádicas. No se asegura un trabajo en el tiempo.

Algunos seguimos teniendo nostalgia por la movida de danza que hubo en los años 90, en que la danza salió del circuito de los festivales para tener un espacio en la programación regular de los teatros. ¿No hubo generación de recambio?

No es nostalgia. Lo que pasa es que también los teatros dejaron de apoyar como lo hacían antes, cuando teníamos temporadas de un mes como mínimo. Ahora eso se volvió inusual. No es que los jóvenes hayan perdido la osadía, sino que han ocupado otros espacios, que tienen que ver más con la calle. Ya no hay grupos que duren tanto, todo es más corto, pero no significa que no exista. Yo también extraño mucho ver danza en el teatro, pero entiendo que las cosas están cambiando. Hoy existe una paradoja: hay más gente haciendo danza, pero se presenta menos que antes.

Montaje "SA(V)ER tienen ojos y no ven que no ven" (2009) de Morella Petrozzi (Danza Viva) (FOTO Javier Gamboa)
Montaje "SA(V)ER tienen ojos y no ven que no ven" (2009) de Morella Petrozzi (Danza Viva) (FOTO Javier Gamboa)

Es un lugar común hablar del carácter efímero de la danza. ¿Crees que ello explica la escasez de publicaciones sobre la historia de la danza contemporánea?

No. El carácter efímero de la danza implica que hubo poco registro de ellas, pero desde la aparición del video se hizo mucho más fácil. Nada tiene que ver su carácter efímero para que no haya habido publicaciones escritas. Yo más bien pensaría que gran parte de quienes trabajan con la palabra no se han interesado por la danza. No hubo un interés en que eso ocurra. Pero en los últimos años, desde que la danza entró en el mundo académico, empiezan a haber más teorías y a aparecer muchos más textos escritos, no únicamente sobre su registro histórico, sino también crítica y análisis de la danza misma.

Es la historia de la Danza contemporánea, después de inicios heroicos y esfuerzos muy contados, apareció a inicios de los 80 grupos con una fuerza brutal, desde Integro hasta Acero Inoxidable. ¿Cómo se dio ese Big Bang?

En los años 80 hubo un Big Bang a nivel mundial con la danza contemporánea. Ocurre en la década anterior, pero en los ochentas cobra una fuerza espectacular. La llamada danza moderna deja de pertenecerle principalmente a Estados Unidos y se expande por todo el mundo. Es un fenómeno muy interesante. Si hablamos de Perú, en los tiempos difíciles en que vivíamos aparecieron necesidades expresivas muy fuertes.

"Paso doble" (2008), montaje de Mirella Carbone (FOTO: Diego Espinoza)
"Paso doble" (2008), montaje de Mirella Carbone (FOTO: Diego Espinoza)

¿La danza permitió reflexionar sobre la violencia que se vivía en el país?

No me atrevería a decirlo, pues las propuestas eran muy variadas y no todas respondían a eso. Creo que había una necesidad de acción, uno estaba reaccionando a la violencia.

En el libro, se recuerda el miedo y la desconfianza que marcó la danza tras la captura a Abimael Guzmán en 1992, en la casa de Maritza Garrido Lecca que funcionaba como academia. ¿Cuán fuerte fue ese golpe?

Por supuesto que fue un golpe para nosotros como gremio. De pronto, para mucha gente, que alguien fuera bailarín de danza contemporánea se volvió sospechoso de compartir esa ideología, y mucho peor si habías bailado con Maritza. En tiempos en que aún no había redes sociales, se comenzó a acusar, a sospecharse de las personas. Dentro del mismo gremio empezó a haber mucha desconfianza también. Para las personas más cercanas a Maritza será una llaga abierta, nunca cicatrizada. Son experiencias tristes, dolorosas y desconcertantes.

"Contrastes" coreografía de Armando Barrientos para el Ballet San Marcos en los años 70. (Foto: Ballet San Marcos)
"Contrastes" coreografía de Armando Barrientos para el Ballet San Marcos en los años 70. (Foto: Ballet San Marcos)

A propósito de experiencias tristes, actualmente la pandemia se ha ensañado con las artes escénicas al obligarlos a cerrar sus espacios. ¿Qué tan profunda es la crisis que deja en la danza?

Hace poco conversaba con Urpi Castro que tiene un espacio de danza que se llama Tremenda. Ella me decía que si todavía seguía existiendo su espacio era porque vivía allí. Pero aquellos que deben pagar un alquiler lo tienen muy difícil, varios son los que están cerrando. Alejandra Sanchez, directora de Noam Danza, dicta un montón de clases virtuales, pero ya no tiene un espacio físico. Esta pandemia nos está golpeando muy duro.

En la danza el cuerpo es el terreno de exploración, el límite, y al final un lastre también. ¿Cómo afectan los años a los artistas entrevistados? ¿Cómo pueden reinventarse cuando llega el tiempo del retiro del escenario?

Es un tema súper delicado que a mí me toca. Yo tengo una lesión terrible que me dejó a los 45 años sin poder caminar. Ahora camino 10 cuadras y no puedo más. El tema del cuerpo y el deterioro ha sido algo fatal para mí. Tú dices que en la danza el cuerpo es el territorio. Yo te diría que la danza es el cuerpo mismo. Antes se decía que la danza era movimiento, que los bailarines éramos un medio para transmitir algo mediante el movimiento. Ahora, miradas muy distintas ponen al cuerpo como danza. Desde esa mirada, todos podríamos continuar con ella. Sin embargo, la verdad es que es muy difícil verlo de esa manera. Cuando uno siente que el cuerpo empieza a tener limitaciones, y vas comparando cómo te sentías antes y cómo te sientes ahora, cuando el cuerpo comienza a doler, la relación que tienes contigo se ve afectada. En algunos casos, se quiere persistir, conservar esas capacidades, ese vigor, esa salud anterior, pero resulta frustrante ya no tenerlas. En otros, simplemente uno lo admite. La mayoría de la gente que deja de bailar se dedica por entero a la enseñanza, o se reinventa entrando a la danza desde la teoría, lo que está pasando cada vez más. Pero también ocurre que la gente deja de bailar y pasa a hacer algo completamente distinto, o simplemente llegó un momento de hartazgo. Es tan difícil hacer danza y vivir de esto.

"Solución de Continuidad" (2012), montaje de Carola Robles (FOTO: Maria Cecilia Saba)
"Solución de Continuidad" (2012), montaje de Carola Robles (FOTO: Maria Cecilia Saba)

En el Perú, todo artista no importa su disciplina, tendrá que saber manejar su frustración y su desaliento. ¿Cuál ha sido tu estrategia?

Para mí las ganas y el placer de hacer las cosas va más allá del desaliento. Es cierto que, a veces, me he sentido frustrada, sobre todo en lo económico: la dificultad de financiar un proyecto, pagar a mis bailarines, mantenerme yo misma. Eso ha sido duro. Y duro también intentar capturar un público. Pero si me muriera mañana, no recordaría mi vida como un enfrentar y superar desalientos. La recordaré más como el deseo y el placer de haber hecho lo que hice. Todo eso es tan gratificante que supera cualquier desaliento. Nada hay más delicioso.

¿Tu filosofía vitalista la encontrarse en tus entrevistados o cada uno lleva la procesión por dentro?

Todos somos distintos, todos tenemos procesiones con las que lidiamos. Pero de hecho, no hubo ninguno para quien hacer danza haya sido algo fácil. En la mayoría de los casos, si lo siguieron haciendo fue porque hubo una necesidad y una gratificación al hacerlo. Algunos tiraron la toalla, a otros la vida los llevó a otro lugar, otros siguieron cosechando satisfacciones a pesar de enfrentar tantos desafíos. Cada historia es distinta.

Maestra Vera Statsny con el Ballet San Marcos y el coreógrafo Alexander Plisetski en los ochenta. (FOTO: Ballet San Marcos)
Maestra Vera Statsny con el Ballet San Marcos y el coreógrafo Alexander Plisetski en los ochenta. (FOTO: Ballet San Marcos)

El Perú no es un país que suela reconocer a sus creadores. ¿Cuán reconocidas se sentían los protagonistas de la danza entrevistados para el libro?

Una de las cosas que me llamaba más la atención es que muchos de ellos no se sentían reconocidos, y sentían dolor por ello. Para mí, el esfuerzo que hemos hecho desde la Especialidad de Danza por sacar este libro tiene que ver con considerar que estos registros son importantes para la historia, pero también con darles un reconocimiento a las personas que se lo merecen y que no lo han recibido.

"Bellas durmientes", montaje de Karin Élmore de mediados de los años noventa (foto: Roberto Huarcaya)
"Bellas durmientes", montaje de Karin Élmore de mediados de los años noventa (foto: Roberto Huarcaya)

Un tema sensible: En la lista de entrevistados, un visible ausente es Guillermo Castrillón. ¿Fue una decisión editorial retirarlo del libro tras sus denuncias por acoso sexual?

Las entrevistas comenzaron el 2016 y a él se le entrevistó. Sin embargo, luego se ha decidido no incluirlo. Su caso se encuentra en investigación y no queríamos comprometer el trabajo con algo tan complicado como eso. Él está mencionado por otras personas en las entrevistas, porque forma parte de esta historia. Pero no se puede hacer caso omiso de acusaciones tan graves. Hasta que las cosas no estén aclaradas, se prefirió no incluirlo.

Montaje "Salsa de ají" (2013) de Claudia Odeh (Foto: Danza Viva)
Montaje "Salsa de ají" (2013) de Claudia Odeh (Foto: Danza Viva)

Eso me lleva a preguntarte por un tema que hasta hacen algunos años se veía normalizado y hoy se cuestiona radicalmente: la libertad del coreógrafo o del director de interferir en la intimidad de las personas a su cargo. ¿Hoy la creación coreográfica tiene límites más claros? ¿Cómo evitar este tipo de conductas?

Sin duda ahora hay más conciencia sobre eso. Antes, el director o el coreógrafo eran venerados desde sus lugares de poder. A uno le parecía normal ser maltratado por estos dioses que tenían derecho a todo. Antes te podían gritar y debías aguantar calladito. Por otro lado, por mucho tiempo también se pensaba que en el arte uno tiene que escarbar en sus recuerdos y empujar a las personas fuera de sus límites. Se creía que exponerse y vulnerabilizarse eran métodos para sacar los mejores resultados creativos. Para mí eso siempre ha sido peligroso. Uno puede lograr un gran resultado artístico sin necesidad de hacer caer a las personas en estados tan vulnerables. Finalmente, está el hecho de aprovechar que aquello era normalizado para aprovecharse sexualmente y violentamente de las personas. Así como permitíamos que los coreógrafos o directores nos maltraten, nos gritoneen, o nos pusieran en situaciones de vulnerabilidad para lograr un resultado, se escondía el aprovechamiento de estas situaciones para sacar un provecho sexual. Una cosa lleva a la otra.

"Chaski" (2012), coreografía de Luciana Proaño (FOTO: Pattih Prismasakti)
"Chaski" (2012), coreografía de Luciana Proaño (FOTO: Pattih Prismasakti)
/ Chris Leck

Presentación del Libro

La presentación virtual, en vivo, será el viernes 2 de octubre, a las 7 pm., desde las cuentas de Facebook y Youtube de Danza PUCP. El libro, de descarga gratuita, estará disponible en la página web del Departamento de Artes Escénicas de la PUCP. LA edición en papel será lanzada el próximo año.


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