Microteatro para todos los gustos
Microteatro para todos los gustos

Dentro de un panorama cada vez más estimulante en términos de propuestas culturales surgió Microteatro, una adaptación a nuestra escena de un proyecto español de hace unos años. Llegó al Perú por iniciativa de Rafo Iparraguirre y Jordi Vilalta, quienes han sabido conducir el proyecto hacia una evolución muy coherente.

Primero trajeron el formato con todo y obras. Ahora, en su segunda temporada titulada Por Delante y por Detrás, la convocatoria es más audaz porque invita a nuestros teatreros a escribir y producir sus propias creaciones. Han desatado de esta manera un entusiasmo que solamente veíamos en festivales y encuentros de teatro. Ojalá permanezca así.

En lo formal, el Microteatro funciona como un multicine. Hay una marquesina con los afiches de cada obra y una taquilla para comprar los tickets. Depende de cada espectador cuántas obras quiere ver. Elegimos dos en esta oportunidad: “Pulgar y medio” y “Pensión”.

“Pulgar y medio” es un divertimento. Una comedia dramática con una narrativa influenciada por el cine. Lo que no es gratuito si pensamos que su autor y director es Bacha Caravedo, uno de los artífices de la película “Perro guardián” (2014).

Ya desde el título, “Pulgar y medio” nos introduce al mundo de la gente de teatro. Una pareja de jóvenes esposos, interpretados por Luis Alberto Urrutia y Roxana Cavero, interrumpe la monotonía de la vida doméstica para discutir por un tema que toca de cerca sus profesiones: él es crítico de teatro y acaba de escribir una nada complaciente reseña sobre la obra en la que ella actúa.

En medio de este relato, contado de manera lineal, Caravedo se toma algunas licencias para contarnos lo que cada uno piensa y lo que hubiera pasado de haberse dicho otras cosas. No está mal. “Pulgar y medio”, la calificación que el crítico ha puesto a la obra en la que actúa su esposa, es una obra irónica e ingeniosa. Cumple en gran medida con su principal cometido: entretener. Pero entretener con inteligencia.

Los actores, sin mayores aspavientos, viven sus personajes en los quince minutos que tienen para hacerlo. No es necesario un gran despliegue emocional. Todo lo contrario. Será con mucha naturalidad que nos introduzcan en su universo y nos hagan partícipes de los sucesos. A todo ello contribuye el espacio, la disposición de los elementos de la escenografía y la ubicación de las butacas para el público.

Más ambiciosa, “Pensión” se introduce en el despacho de un juez donde una pareja se enfrenta en un juicio de alimentos. Escrita por Gonzalo Rodríguez Risco y dirigida por Norma Martínez, esta obra también nos habla de los desencuentros de una pareja joven. Esta vez se trata de dos personajes enmarcados en un mundo profesional de altos vuelos. Pelean también por la custodia de un recién nacido que los acompaña en los trámites judiciales.

Sin embargo, la ambición del texto impide que la obra aterrice del todo. Tal como está planteada parece más bien la introducción a una obra bastante más compleja. Además, por el tema que trata necesita a gritos una ambientación más adecuada y realista. ¡Qué bien le haría a este despliegue histriónico una oficina llena de archivos, papeles, libros y demás! Incluso la disposición del público debería ser otra para contribuir más a la idea de un juzgado.

Es claro que la obra plantea una dura crítica a este tipo de procesos y a la poca disposición de los cónyuges para resolver sus conflictos. Es brutal en sus puntos de vista sobre el uso de los hijos para el chantaje emocional y, en este aspecto, Rodríguez Risco y Martínez aciertan en lo gráficos que pueden llegar a ser.

Fiorella Pennano y Renato Rueda interpretan a la pareja del cuento. Si bien componen una pareja bastante adecuada en términos de imagen, sus actuaciones resultan artificiales, tal vez por el poco tiempo que tienen para plantear un drama tan grande.

“Pulgar y medio” y “Pensión” comparten una mirada bastante agria sobre las relaciones de pareja. Y ese es el punto de encuentro entre ambas propuestas.

Microteatro nos abre una puerta a un formato dinámico que sin duda necesita afinar ciertos aspectos. Ordenar al público entre obra y obra, tratar de aislar el sonido para evitar ruidos y murmullos invasivos, disponer de una mejor manera las butacas de los espectadores de acuerdo con﷯ las necesidades de cada obra y otras cosas más que seguramente ya están en la agenda de sus organizadores.

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