Enrique Planas

Parece verdad de Perogrullo decir que las artes escénicas experimentaron un frenazo en la pandemia. Ciertamente, el cierre de salas teatrales y auditorios por más de un año y medio puede dar esa sensación. Sin embargo, ninguno de los actores y directores consultados manifiesta que su actividad se haya visto detenida. En efecto: muchos perdieron trabajos o pospusieron proyectos, pero nadie se quedó con los brazos cruzados. Desde el encierro inicial, los artistas escénicos tuvieron que inventar alternativas para encontrarse con su público.

Así, en la virtualidad proliferaron obras y se dictaron talleres, se organizaron lecturas y se cerraron proyectos de escritura. El dramaturgo Alfonso Santisteban, por ejemplo, explica que nunca dejó de enseñar de manera remota, y si bien aún no ha regresado a la actuación teatral, sí lo ha hecho a los sets de televisión. “La enseñanza remota seguirá para mí (al tener más de 65 años, soy población de riesgo) y no me disgusta para los cursos teóricos. Pero para enseñar actuación sigo prefiriendo la presencialidad. Actuar en televisión me demostró que, siguiendo los protocolos y cuidándonos, el contagio es sorprendentemente bajo”, afirma.

“Yo, Cinna (el poeta)”, monólogo dirigido por Lucho Tuesta e interpretado por Salvador del Solar. Marcó la vuelta de los actores al teatro, antes del regreso incluso del público. Un teatro en vivo, transmitido virtualmente. (Foto: El Comercio)
“Yo, Cinna (el poeta)”, monólogo dirigido por Lucho Tuesta e interpretado por Salvador del Solar. Marcó la vuelta de los actores al teatro, antes del regreso incluso del público. Un teatro en vivo, transmitido virtualmente. (Foto: El Comercio)
/ JUAN PONCE VALENZUELA

Hubiera sido imposible detener completamente la actividad”, señala la actriz y directora Vanessa Vizcarra, quien este año adaptó la poesía de Vallejo en “Rosaura y los nueve monstruos”, propuesta de teatro virtual interpretada por Wendy Vásquez y producida por el Centro Cultural de la Católica. Para la directora, en los últimos meses, ya redactados los nuevos protocolos, la posibilidad de retornar al teatro de forma presencial ha sido emocionante. Lo mismo expresa el director Mikhail Page, quien luego de producir cuatro obras en línea en plena pandemia volvió con “Venciendo al diablo”, monólogo al aire libre de Pold Gastelo sobre el Covid. “Fue un montaje muy importante pues tenía muchas cosas que decir sobre lo que nos estaba pasando. Significó volver con energías recargadas”, asegura.

Javier Valdés siente lo mismo: “Este regreso a las salas de teatro con un aforo al 50% fue realmente emocionante. El primer día que estrenamos ‘Guayaquil’ y nos enfrentamos al público estuve a punto de quebrarme. La energía que genera la presencialidad es algo muy especial. El encuentro con el espectador es lo que hace que la misma obra vaya creciendo conforme avanza la temporada”, explica.

"2 de Ribeyro", un feliz regreso de Alberto Ísola en la dirección de nuestro teatro costumbrista. Actuaron Sandra Bernasconi, Roberto Ruiz y Javier Valdés.
"2 de Ribeyro", un feliz regreso de Alberto Ísola en la dirección de nuestro teatro costumbrista. Actuaron Sandra Bernasconi, Roberto Ruiz y Javier Valdés.

Emocionante para muchos, pero sumamente duro también. Para el director Mateo Chiarella, con la muerte de su padre, el maestro Jorge Chiarella, ha resultado doblemente difícil retomar su trabajo y reiniciar la actividad del Centro Cultural Aranwa. “El amortiguamiento del Ministerio de Cultura fue de mucha ayuda, pero ahora nos enfrentamos al temor natural del público y de alumnos por regresar a las salas y aulas con seguridad y confianza. El futuro sigue siendo muy nebuloso”, explica.

Por cierto, el regreso a la presencialidad también resulta difícil a nivel económico, pues como advierte el director David Carrillo, buena parte del teatro local ha regresado a la incertidumbre de “la época de la gorra”, reactualizado con los nuevos sistemas de pago digital. “Nuestro sueño fue alcanzar a muchos con la virtualidad, pero el monto de lo recaudado ha sido muy bajito, no sabes cuánto vas a sacar de tu trabajo. No vivíamos eso desde los años 90″, reconoce.

Con “2084″, drama distópico de Daniel Subauste, reabrió al público el Teatro Británico.
Con “2084″, drama distópico de Daniel Subauste, reabrió al público el Teatro Británico.

Clemencia Ferreyros, directora del C.C. Británico, nos recuerda que aún vivimos un momento lleno de dudas. Algunas urgentes ligadas a la respuesta del público o un posible recrudecimiento de la pandemia. Otras más de fondo: qué es válido e importante presentar, cómo enfrentar estos tiempos desde las artes escénicas. Por su parte, Marco Mühletaler, director del Centro Cultural PUCP, también reflexiona sobre la complejidad que significa el regreso a las salas: “En primer lugar, se trata de romper la inercia de dos años de virtualidad. La virtualización de los contenidos en cultura fue más sencillo que volver a lo presencial, pues frente a la pandemia solo existía un camino: aprender a hacer que nuestra oferta tenga vida en un nuevo medio”, señala. Para el director, ahora el reto es mucho mayor. Se trata de hacer convivir dos mundos: el virtual y el presencial.

No se trata de tener dos ofertas separadas, dos vidas por caminos distintos. Hemos ganado a un público al que no podemos defraudar y debemos recuperar a otro que ya nos seguía y desea reencontrarse con nosotros de manera presencial. El reto está en la integración, en lograr que lo virtual y lo presencial se complementen”, explica Mühletaler, quien confía que el CCPUCP estará listo para ofrecer esta oferta híbrida en el primer trimestre del 2022.

“Guayaquil, una historia de amor”, una historia no oficial en tiempos de Bicentenario, que dirigió Javier Valdez en el Teatro de Lucía
“Guayaquil, una historia de amor”, una historia no oficial en tiempos de Bicentenario, que dirigió Javier Valdez en el Teatro de Lucía

Miremos las tendencias

Como señala Vanessa Vizcarra hay algunos resultados obvios en esta reapertura: elencos reducidos tanto por las exigencias sanitarias como por razones creativas que abrazan proyectos unipersonales o monólogos. Advierte además una tendencia temática ligada a la pérdida, el duelo, la recuperación del bienestar mental.

Para el dramaturgo y director Eduardo Adrianzén, quien en julio pasado presentó “Somos libres”, obra sobre la Independencia para público familiar, su reinserción al teatro no pudo ser más feliz al atestiguar el regreso del público. Y esa acogida es otra noticia positiva. La gente está volviendo al teatro.

Creo que la tendencia va por obras con mucho menos producción o escenografía, portátiles, que no necesiten decorados ni efectos. Creo que debe pensarse además en públicos más jóvenes, entusiastas de lo alternativo y dejar de pensar en el público adulto de antes, que ya no tiene muchas ganas de salir en la noche”, afirma el escritor. Marco Mühletaleropina en el mismo sentido: “Veo una tendencia clara: menos riesgo, proyectos más acotados o esenciales y un crecimiento lento para, ojalá en el menor tiempo posible, volver a las dimensiones que teníamos antes”.

“Venciendo al diablo” monólogo de Pold Gastelo dirigido por Mikhail Page. Un testimonio conmovedor a cargo de quien realmente sufrió la enfermedad. FOTOS: ALESSANDRO CURRARINO / EL COMERCIO
“Venciendo al diablo” monólogo de Pold Gastelo dirigido por Mikhail Page. Un testimonio conmovedor a cargo de quien realmente sufrió la enfermedad. FOTOS: ALESSANDRO CURRARINO / EL COMERCIO
/ Alessandro Currarino

Veo un gran deseo en el público por reencontrarse, por ser parte del evento social”, señala Mikhail Page. “Hemos estado mucho tiempo cuidándonos y ahora, con el avance de la vacunación, actividades como el teatro se han convertido en experiencias muy especiales. Muchos colegas están apostando por proyectos que hagan regresar el público a las salas, a pesar de los aforos limitados. Eso me llena de emoción y esperanza”, explica.

A decir de Alfonso Santistevan, al regresar a la presencialidad, el teatro retoma un viejo problema: la falta de un público aficionado que lo sostenga consistentemente. “Sin embargo, ahí está la gente de teatro dando la batalla como siempre”, afirma. En cuanto al repertorio, para el dramaturgo gran parte de lo visto no ha buscado reflejar directamente la pandemia, sino recordar otros temas más antiguos y profundos. “La pregunta es si la virtualidad permanecerá en el teatro o la olvidaremos”, añade.

“Rosaura y los nueve monstruos”, una propuesta de Teatro virtual dirigido por Vanessa Vizcarra, con una notable actriz como Wendy Vásquez.
“Rosaura y los nueve monstruos”, una propuesta de Teatro virtual dirigido por Vanessa Vizcarra, con una notable actriz como Wendy Vásquez.
/ Paola Vera

¿Podemos hablar de una reactivación?

Con esta pregunta empieza el debate. Para directores como Vizcarra, Page o Valdés está claro que podemos hablar de una reactivación de la actividad teatral; sus compañeros Adrianzén, Ferreyros y Mühletaler no muestran el mismo entusiasmo. En efecto, hay noticias que entusiasman, como la confirmación de la nueva edición, ya presencial, del Festival de Artes Escénicas de Lima en marzo próximo, el anuncio de producciones listas para el 2022, así como la progresiva recuperación del público. Sin embargo, los aforos aún son muy pequeños y las funciones se planifican por reducidas semanas, en muchos casos con precios reducidos.

“Creo que es prematuro, y algo optimista, hablar de una reactivación”, sentencia Clemencia Ferreyros. “Es difícil evaluar si tendríamos salas llenas con aforo al 100% y temporadas más largas. Pero sí es importante destacar el gran trabajo que están haciendo los creadores y productores por seguir montando, seguir proponiendo y seguir creando”, explica.

"Radio ridículo", un divertido homenaje al radioteatro, dirigido por Rodrigo Falla, en el renovado teatro del Centro Cultural Ricardo Palma.
"Radio ridículo", un divertido homenaje al radioteatro, dirigido por Rodrigo Falla, en el renovado teatro del Centro Cultural Ricardo Palma.

Como ella, Marco Mühletaler opina que, a pesar de los enormes esfuerzos por volver de lleno a la actividad presencial, aún estamos lejos de ser un mercado reactivado. “El sector cultural, acostumbrado a vivir en crisis, tiene como uno de sus principales valores la flexibilidad y adaptabilidad. Pero ha sido un periodo muy largo y ha golpeado mucho. El principal consumidor de productos y servicios culturales es adulto y adulto mayor. Es comprensible que en ellos existan ciertas resistencias a volver a espacios compartidos, a pesar de los esfuerzos por los productores culturales por asegurar el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad”, explica.

“Vivimos una reactivación en términos emocionales y de actitud, pero no en términos económicos. Es la terquedad de los supervivientes”, afirma el dramaturgo Eduardo Adrianzén, (FOTO: EL COMERCIO)
“Vivimos una reactivación en términos emocionales y de actitud, pero no en términos económicos. Es la terquedad de los supervivientes”, afirma el dramaturgo Eduardo Adrianzén, (FOTO: EL COMERCIO)

Vivimos una reactivación en términos emocionales y de actitud, pero no en términos económicos. Es la terquedad de los supervivientes”, afirma Eduardo Adrianzén, para quien es evidente que lo que optimistamente se llamaba “Edad de oro” del teatro peruano finalizó con la emergencia sanitaria. “Ahora es el tiempo de la resurrección y el reacomodo. Los desastres hacen que las cosas nunca vuelvan a ser iguales a como antes. Hoy es momento de replantear formas de trabajo, temas, públicos, etc. Ojalá que todos acertemos en este reacomodo. Hay que levantarse y reconstruir el mundo de nuevo”, señala.

El maestro Santistevan nos advierte que, meses antes del inicio de la pandemia, ya el público de teatro estaba “en bajada”. Y si bien el dramaturgo admite no saber qué depara el futuro cercano, sí está claro que el teatro necesita más que nunca el apoyo del Estado, de los gobiernos locales y de la empresa privada. “En muchos casos, cuando hablamos de grupos de teatro estamos hablando de centro culturales que dan un servicio cultural y pedagógico muy importante a sus comunidades. Debemos aprovechar la oportunidad para aspirar a algo mejor a lo que teníamos antes del confinamiento”, explica.

Winnie (Norma Martínez) se consuela con la monotonía de su entierro en vida en "Los días felices"; obra escrita por Samuel Beckett y dirigida por Alberto Ísola para el Teatro Británico. (Foto: Alessandro Currarino)
Winnie (Norma Martínez) se consuela con la monotonía de su entierro en vida en "Los días felices"; obra escrita por Samuel Beckett y dirigida por Alberto Ísola para el Teatro Británico. (Foto: Alessandro Currarino)

Finalmente, David Carrillo plantea un cambio de términos. Más allá de una “reactivación” en términos económicos, lo que el teatro necesita es una “reanimación” emocional. Y explica: “Estamos muy golpeados. Hemos perdido muchos maestros y referentes. No hemos podido despedirnos de gente muy valiosa. Se han perdido espacios como el Teatro Marsano, y hay sitios sin señales de reabrir. Hay en mis compañeros prudencia pero también desazón, quienes sienten que no vale la pena apostar por el teatro, después de sentir tanto desprecio por nuestra actividad”.

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