En “360 gramos” –referencia al peso del seno que perdió–, Ada Vilaró desnudó su cuerpo y alma. (Foto: Jdrb)
En “360 gramos” –referencia al peso del seno que perdió–, Ada Vilaró desnudó su cuerpo y alma. (Foto: Jdrb)

es, desde hace buen rato, el mejor festival de en Lima. Las propuestas suelen ser arriesgadas, fuera de lo convencional y con intérpretes de gran nivel. Y, claro, la danza –siempre tan relegada– tiene un espacio especial desde la misma inauguración.

La edición de este año trajo “Encuentros breves con hombres repulsivos”, adaptación de Daniel Veronese de los relatos de David Foster Wallace. No es la primera vez que vemos la mirada del autor y director argentino sobre el trabajo del estadounidense: el año pasado y como parte del mismo festival, María Onetto sostuvo por 54 minutos el monólogo “La persona deprimida” sobre el escenario de la Alianza Francesa de Miraflores. Y la semana que pasó, Luis Dziembrowski y Gonzalo Ruiz se dieron cita en el mismo lugar para montar una versión que prometió ocho escenas cortas y dio diez en una hora y 17 minutos. Todas de gran factura.

En la simpleza de la propuesta, hubo potencia: al ser parte de una serie, el escenario fue similar al de “La persona deprimida” –dominado por el blanco y con una mesa encerrada en un rectángulo que comprime–. Allí, A y B –se sabe con certeza que son hombre y mujer, pero son personajes distintos dependiendo de la escena– se encontraron en diferentes conversaciones (o entrevistas, como figura en el título original de Foster Wallace) desesperantes. Dziembrowski y Ruiz se rotaron los papeles de mujeres curiosas, cuestionadoras e interesadas en escuchar para comprender; y hombres y sus intentos de explicarse y entender que siempre derivan en fanfarronería. Fueron estampas destinadas al desacuerdo. Incluso al miedo, como cuando uno de ellos –de ideas impenetrables– le planteó a su interlocutora qué pasaría si la violara.

La crítica es afilada porque deja ver cómo estos seres repulsivos, a pesar de que se esfuerzan, monopolizan las verdades. De ahí la ausencia de mujeres en la puesta en escena. La incomodidad fue inevitable, además, por la performance camaleónica de Dziembrowski y Ruiz –vestidos de acuerdo a la mirada de Veronese sobre Wallace: polo negro y jean–. Sus interpretaciones fueron el soporte ideal para una obra que habla de la imposibilidad de tantos hombres por callarse y escuchar.

Jugo de naranja

Otra obra del festival fue “El triciclo de Orfea”, experiencia que duró cinco minutos. Cubierta por un telón, la instalación propuesta por el mexicano Manu Sol Mateo –una carretilla sosteniendo una gran caja– se situó casi en un rincón de la galería de la Alianza Francesa de Miraflores (la misma donde hace algunos años se vio la también inmersiva “Los acantilados de V.”). Los asistentes tenían que pedalear para generar electricidad, que los focos se prendieran y ver el interior de la caja. Adentro, un personaje travestido (dependiendo del momento, se desnudaba o se cubría) que cantaba boleros. La combinación entre el drag, burlesque y el concepto de las cabinas de sexo en vivo resultó en una aproximación erótica e íntima, en la posibilidad de apreciar la belleza no desde el poder sino desde la sumisión. No es gratuito que, para que el artefacto funcionase, pedalear fuera requisito. Eso sí: las indicaciones de la dinámica deberían ser más claras.

Días más tarde, Ada Vilaró presentó su monólogo “360 gramos”, propuesta durísima que mezcló poesía y baile con naranjas (que exprime para hacer jugo), árboles solitarios, troncos y hachas. Situándose en escena desnuda por casi 20 minutos –de un total de 51–, la catalana nos hizo mirar nuestros propios cuerpos, y resaltó las contradicciones que existen entre lo que somos (o creemos que somos) y lo que dicen (o creemos que dicen) que somos. Desde su experiencia de perder el seno derecho como resultado del cáncer –y rehusarse a intervenir la zona estéticamente–, invitó con movimientos delicados pero poderosos a observar los problemas desde otras perspectivas, a entender que hasta Venus en su nacimiento, según Botticelli, usó sus manos para cubrirse y no sentirse avergonzada. Pero ¿avergonzada de qué?

Además…
Más información

Festival Temporada Alta 2023

En: Alianza Francesa de Miraflores (Av. Arequipa 4595.

Temporada: hasta el 5 de marzo.

Entradas: Joinnus.com.

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