En la puesta en escena, David Carrillo y Anneliese Fiedler dan vida a dos personajes cada uno. (Foto: JULIO REAÑO)
En la puesta en escena, David Carrillo y Anneliese Fiedler dan vida a dos personajes cada uno. (Foto: JULIO REAÑO)
/ Julio Reano

David Carrillo conoce gente que les puso nombres a sus carros, peluches y hasta computadoras. Eso sucede, dice, cuando la frecuencia del uso deriva en una relación especial y puede comprenderse como una forma de expresar que están pendientes de ellos. Y si en lugar de objetos portables o de uso más cotidiano, ¿fuera una lavadora? Ella –personaje de “Humedad”, que Carrillo y Anneliese Fiedler montan en el teatro Julieta– apodó a la suya Yinyang. “Se me ocurre que de alguna manera le cumple, y puede tener que ver con la carencia de afecto –agrega Carrillo–. Se queda pegada viendo cómo funciona porque le resulta hipnótica. También le atrae, así que tiene que ver con el amor”.

Justamente lo que le falta es amor. Bárbara Colio, autora de “Humedad”, muestra a dos parejas que parecen estar a punto de quebrarse. Ambas coinciden en un hotel de paso –por eso es más increíble que Ella tenga una lavadora en su baño–, en un pueblo peculiar. “Un lugar muy fervoroso, místico, con leyendas asociadas a cultos religiosos, y con un vino que te hace olvidar tus problemas por tres días. Así como el pueblo, ellos también están en trance. Deberían estar en tránsito, pero no pueden”.

Nos quedamos colgados

La puesta en escena –que hace tres años suspendió la pandemia y ahora regresó bajo la misma dirección de Carrillo– recuerda que el trance también sirve para soltar los problemas. “Ya sea con el yoga, vino, alprazolam, un tronchito o vacaciones, amamos los momentos en que dejamos de ser y estar. A veces son necesarios. ¿Pero qué sucede cuando esos momentos se prolongan demasiado?”, plantea Carrillo.

En su libreto, Colio describe los momentos en los que el trance se vuelve tedioso con tres puntos suspensivos. ¿Qué significa el recurso? ¿Los personajes se pausan? En la segunda versión del texto aparecen más pistas: la autora acota su interés por la soledad de las pinturas de Edward Hopper. “Así que transformé esos puntos en momentos Hopper, de modo que la escena se parezca a sus obras. Entramos en trance, nos quedamos colgados, como un cuadro”.

¿Colgarse como una crítica al consumismo? El director considera que sí. De hecho, entiende que los cuatro personajes son adictos: al trabajo, al alcohol o a sí mismos. En todo caso, la idea se concretiza cuando Ella explica que sintió un orgasmo al comprar la lavadora y escuchó el sonido del POS aceptando el pago.

Hacia el final de “Humedad”, uno de los personajes a los que da vida Carrillo dice: “Todo fue jodidamente, intenso, adictivo, doloroso y perfecto”. Su interpretación: “La adicción tiene que ver con la rutina. Yo fumaba y el problema era que asociaba el cigarro a lo que hacía, tomar un café, escribir. Para salir, tienes que suspender la rutina”. El asunto es que estos personajes son incapaces de romper con ella.

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Lugar: Nuevo Teatro Julieta. Dirección: pasaje Porta, Miraflores. Funciones: de jueves a domingo, 8 p.m. Temporada: hasta el 12 de marzo. Entradas: Joinnus.

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