Alejandra Guerra interpreta a una mujer que regresa a su infancia para revivir el momento de su paso a la adultez; la acompañan Eduardo Camino, Sergio Llusera, Augusto Mazzarelli, Eduardo Pinillos y Claret Quea. (Foto: Joel Alonzo Huamaní / El Comercio)
Alejandra Guerra interpreta a una mujer que regresa a su infancia para revivir el momento de su paso a la adultez; la acompañan Eduardo Camino, Sergio Llusera, Augusto Mazzarelli, Eduardo Pinillos y Claret Quea. (Foto: Joel Alonzo Huamaní / El Comercio)
Enrique Planas

En casa le llaman Jirafa porque es una de las más altas del salón. Marisabidilla, juiciosa y amante de los diccionarios, la niña protagonista de esta obra tiene que ofrecer una exposición frente a sus compañeros justamente sobre este animal, que tantas veces ha visto correr por la sabana en los documentales de su canal favorito: . Sin embargo, hay un problema. El televisor está malogrado (o cortado el servicio de cable) y su padre, recientemente viudo, desempleado e incapaz de levantarse del sillón, solo sabe contar las cuentas que se acumulan, esperando el momento en que todo se arregle. Resuelta, acompañada por su oso de peluche, la niña ha descubierto que para poder recuperar la televisión, debe pagar las facturas, y para ello, pedirle al primer ministro de Portugal, Pedro Passos Coelho, firme una ley que le permita robar un banco. Nada menos.

En “Tristeza y alegría en la vida de las jirafas”, notable obra escrita por el autor portugués Tiago Rodrigues y dirigida por Alberto Ísola en el Centro Cultural de la Universidad del Pacífico, la protagonista deberá recorrer una Lisboa amenazante, que se dibuja y levanta a manera del “pop up” de los libros infantiles (un brillante diseño de escena de Beatriz Chung), y que curiosamente alcanza la misma extensión que las medidas de la alfombra de su sala. A la manera de “El Mago de Oz” o de “El Principito”, encontrará en su camino diversos personajes adultos, desde un carterista a un gerente de un banco, un policía, el fantasma del dramaturgo ruso Antón Chéjov y el propio ministro que protagonizó una de las mayores crisis económicas de su país a fines de la primera década del nuevo milenio.

Escrita en 2011, la obra es un ejemplo de la nueva dramaturgia contemporánea europea que, a partir de la vida interior de personajes comunes, realiza una parábola sobre la condición humana. (Foto: Joel Alonzo Huamaní / El Comercio)
Escrita en 2011, la obra es un ejemplo de la nueva dramaturgia contemporánea europea que, a partir de la vida interior de personajes comunes, realiza una parábola sobre la condición humana. (Foto: Joel Alonzo Huamaní / El Comercio)

Como señala Ísola, una obra tan compleja como esta, que va del más entrañable registro infantil a la cruda denuncia política, no podría ser protagonizada por otra actriz que la camaleónica Alejandra Guerra, quien encarna a esta niña y a la mujer adulta que la recuerda y da cuenta de su historia. Se trata del decimosegundo proyecto que emprenden juntos. “Es una situación curiosa: hasta cierta edad, Alejandra era para mí la hija mayor de dos de mis más grandes amigos, Alicia Morales y Jorge Guerra. Luego que me sorprendiera con su decisión de ser actriz, encontré en ella una impresionante capacidad para comprender y jugar con varios registros, es capaz de entrar en zonas que no son comunes para otros actores. Y claro, siempre hace las cosas mucho mejor de lo que imaginé. No sé si me hubiera atrevido a hacer esta obra con otra actriz”, comenta el director. Así, acercarse a la complejísima “Jirafa”, la protagonista, fue un trabajo de ambos, atentos a las sensaciones que producía esta niña y a la peculiar lógica de sus razones; la complicada relación con el padre, el dolor por la ausencia materna, su fe en el diccionario para poder explicarse, la pérdida de la inocencia.

Alberto Ísola y el oso de peluche de la protagonista. La obra constituye un homenaje al director por sus 50 años de carrera artística. (Foto: Joel Alonzo Huamaní / El Comercio)
Alberto Ísola y el oso de peluche de la protagonista. La obra constituye un homenaje al director por sus 50 años de carrera artística. (Foto: Joel Alonzo Huamaní / El Comercio)

Estoy seguro que al espectador le sorprenderá todos los referentes que contiene “Tristeza y alegría en la vida de las jirafas”. Parece una versión “hardcore” del Mago de Oz, de Alicia en el País de las Maravillas o El Principito. Es eso y mucho más.

A mí siempre me interesa leer cosas nuevas, estar al tanto de qué cosa hay. No conocía esta obra, era parte de un grupo de textos que quería leer. Y al hacerlo, me enamoré inmediatamente, fue una reacción instintiva. Al releerla, empiezas a encontrarle todas las ramificaciones. Justamente lo difícil al montarla es no caer en una repetición de “El mago de Oz” ni de “El Principito”. Además, es un ataque furioso a la política portuguesa y una crítica al neoliberalismo. El primer ministro Pedro Passos Coelho, al que se refiere la obra, existe. Fue el responsable de una serie de medidas económicas que causaron muchos problemas en Portugal. Lo más difícil ha sido para mí manejar a la vez todos esos registros: evitar perder la inocencia de ciertos temas y a la vez enfocarte en otros más crueles, como la pedofilia, la crisis de los bancos, el desencanto social. Es como hacer malabares, manejando varias cosas a la vez. Se trata de mantener el equilibrio.

La obra protagonizada por Alejandra Guerra Utiliza un lenguaje escénico original que echa mano de referencias a clásicos, como Alicia en el país de las maravillas, o El mago de Oz, para hablar de la crisis económica actual y sus efectos en la existencia de la mayoría de personas. (Foto: Joel Alonzo Huamaní / El Comercio)
La obra protagonizada por Alejandra Guerra Utiliza un lenguaje escénico original que echa mano de referencias a clásicos, como Alicia en el país de las maravillas, o El mago de Oz, para hablar de la crisis económica actual y sus efectos en la existencia de la mayoría de personas. (Foto: Joel Alonzo Huamaní / El Comercio)

La obra asume una narrativa no solo relacionado a un punto de vista infantil, sino desde la lógica de una exposición escolar. Ya eso parece genial por su originalidad.

Otro reto de la obra fue encontrar el estilo. Todo el tiempo se narra lo que pasa en escena, y no podíamos caer en el peligro es ilustrar o ser reiterativo. Por otro lado, tampoco puedes ser seco, porque entonces se pierde mucho sentido. Encontrar el estilo ha sido una búsqueda constante. El dramaturgo Tiago Rodrigues trabaja mucho con eso, le gusta mucho la narrativa dentro del teatro. Yo siempre he pensado que cada montaje encuentra su propio estilo. No se puede imponer un estilo a un montaje a priori, ese es el camino directo a la muerte.

La obra pertenece al dramaturgo luso Tiago Rodrigues, probablemente el autor europeo más relevante de los últimos años y actual director del Festival de Avignon, el festival de artes escénicas más importante del mundo.  (Foto: Joel Alonzo Huamaní / El Comercio)
La obra pertenece al dramaturgo luso Tiago Rodrigues, probablemente el autor europeo más relevante de los últimos años y actual director del Festival de Avignon, el festival de artes escénicas más importante del mundo. (Foto: Joel Alonzo Huamaní / El Comercio)

¿Y en ese descubrimiento, cuándo dejaron de pensar como adultos y entrar en la lógica del protagonista infantil?

Yo no tengo hijos, pero Alejandra sí. Ella ha podido, además de su capacidad increíble como actriz, volver a ciertas cosas de su infancia y la de su hijo. Yo he visto imágenes de otros montajes de esta obra y han sido cosas muy distintas. Unos se enfocan más en el cuento, otros en su lado más agresivo.

¿Cuán importante es tu experiencia con el teatro para niños para llevar a escena esta obra?

Amo el teatro para niños. La idea del mapa sobre el escenario y levantar edificios a la manera de los cuentos con “pop up” apareció al recordar los libros que me gustaban de niño, que te sorprendían al abrirlos. Me gusta el teatro para niños que juega, que no va por lo usual.

Jirafa, el personaje interpretado por Alejandra Guerra, enfrenta un problema: tiene que realizar una exposición para el colegio sobre la vida de las jirafas y necesita para ello una suscripción al Discovery Channel que su padre, viudo y actor desempleado, no puede pagar.  (Foto: Joel Alonzo Huamaní / El Comercio)
Jirafa, el personaje interpretado por Alejandra Guerra, enfrenta un problema: tiene que realizar una exposición para el colegio sobre la vida de las jirafas y necesita para ello una suscripción al Discovery Channel que su padre, viudo y actor desempleado, no puede pagar. (Foto: Joel Alonzo Huamaní / El Comercio)

¿Contaste con sugerencias del propio dramaturgo para tu montaje?

Tiago Rodrigues es hoy una de las figuras más importantes del teatro europeo. Es el primer no francés que dirige el Festival de Avignon. Nos ayudó muchísimo con el tema de los derechos de la obra y fue muy gentil, pero es un hombre muy ocupado. Lo que hice fue leerme todo su teatro, en el que hay cosas geniales. Y entendí muchas cosas. En realidad, el texto no tiene ninguna acotación. Y a mí me gusta eso, me pone en una situación de búsqueda. Dentro de su teatro, ésta es la obra más narrativa y lúdica.


Más información

Lugar: Teatro de la Universidad del Pacífico, Jr. Luis Sánchez Cerro 2121, Jesús María.

Temporada: Jueves, viernes y sábados a las 8:30 p. m. y domingos a las 7:00 p.m. Hasta el domingo 16 de octubre.

Entradas: Entrada general: S/ 50. Estudiantes y adulto mayor: S/ 25. Plataforma web Joinnus exclusivamente. Boletería no disponible en el teatro.


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