Ricardo Hinojosa Lizárraga

Cada vez que llega al Perú es más fácil encontrar a en su casa de campo, ubicada al norte de Lima, que recorriendo las calles agitadas de la urbe. Lejos de la gloria y la adrenalina que significan la plaza y el público, el joven diestro prefiere permanecer junto a su familia, en la tranquilidad del paraje bucólico, para mantenerse despejado antes de las corridas. “Es una manera de mantenerme concentrado”, nos dice, mientras detalla sus últimos días: ejercicio físico, mentalización y toreo de salón, además del de vacas y novillos que posee allí en su finca. “Para un torero lo mejor es estar en contacto con el toro y con la naturaleza”, agrega, como preludio a una entrevista en la que habló con pasión y sinceridad.

─¿Cuál es tu mayor reto esta temporada?

Bueno, el reto de todas las temporadas es un poco el mismo: donde te anuncien, estar al mejor nivel, con capote, muleta y espada, y para eso te mentalizas, te preparas día a día para sacar lo mejor de ti e ir creciendo en cuanto a tus conocimientos, a tu técnica, a tu estilo. Obviamente, todos queremos triunfar en las plazas importantes, Madrid, Sevilla cualquiera de ellas, pero tampoco te puedes obsesionar con un reto fijo. En el toreo es una suma de pasos, una carrera muy larga en la que todos los días cuentan. Desde un entrenamiento en el campo hasta la corrida en Madrid o Acho, todo es importante. Antes sí era más de ponerme una meta y me obsesionaba, pero ahora me he dado cuenta de que el camino es largo. Al final, la meta a largo plazo es ser cada día mejor.

─Tu idea es dejar un legado como torero…

Exactamente. Al final, se trata de ir creciendo en tu estilo. Que el aficionado y el público te vean como un torero diferente, con un estilo propio, en crecimiento, y cada vez tener más partidarios. Ese es el camino más directo a lograr la meta, que es ser un torero importante.

─Nosotros hemos conversado ya algunas veces en los últimos años. ¿Qué sientes que es lo que más ha mejorado o cambiado en ti en esta última etapa tuya como torero?

Creo que el conocimiento del animal, de las embestidas de los toros. Porque cuando uno es joven y no conoce tanto la profesión, va con la idea de lo que le quiere hacer al toro y muchas veces te pone complicaciones y te estrellas un poco con él y con la situación. A veces un toro complicado te puede desbordar o volver un poco loco. En ese sentido, con los años, sí noto que termino imponiéndome y haciendo el toreo que me gusta ante toros que al principio no te lo ponen tan fácil. He sabido comprender sus distancias, lo que me están pidiendo en cada momento, los toques, la colocación. A eso se le llama técnica, pero es el conocimiento de las distintas embestidas que puede tener un toro. Hay que analizar mucho al animal.

─Además del conocimiento del animal, también hay mucho de conocerte a ti mismo. Hoy debes tener un dominio de situaciones mejor que hace unos años…

Sí, exactamente. En el toreo es tanto conocer al animal, como a ti mismo. Pulir defectos, aceptar limitaciones, porque hay veces en que uno ve cosas en otros compañeros y puede frustrarse porque trata de imitarlos o hacer cosas que ellos hacen, pero cada torero tiene una naturaleza propia. Luego saldrá uno dentro de ellos y también dirán ¿Cómo lo hace? Entonces, no intento ya pelearme con mi mente o con mis limitaciones como torero o como humano delante del toro, sino potenciar mis virtudes, que eso es, al final, lo que cada torero tiene que hacer, porque no hay ninguno parecido al otro. Uno no puede tener el capote como Morante, la banderilla como El Fandi o la muleta de Perera. Al final soy Joaquín Galdós y tengo mis propias virtudes que potenciar.

─¿Qué expectativas se despiertan en ti cada vez que llegas a torear al Perú? ¿Cambia algo con relación a otros lados?

La verdad que no debería, porque al final hay que tener el mismo espíritu en todas las plazas, pero en Perú me siento especialmente motivado. Tanto en Acho como en el último pueblo al que he ido a torear, a 10 o 12 horas en carro en caminos de tierra brutales, porque siento que es mi gente, que se espera de una manera más especial. Muchos van a las plazas, están gritando “¡Perú! ¡Perú!” y no sé, hay algo dentro de mí que me impulsa a sacar lo mejor, incluyendo cosas que a veces ni en España hago. Te soy sincero, me encanta torear en Perú en todos lados y mi favorita es Acho, donde aprendí a ver toros desde niño. Es la que más me emociona.

─Hace un par de meses viviste el que, parece, es uno de los hitos de tu carrera. Decía el titular: “La odisea del torero Galdós en Perú: 24 mil 700 kilómetros, seis corridas y 71 mil espectadores”. ¿Qué implicó toda la situación?

La verdad es que fue increíble ese viaje. Ahora, cuando ya pasó, uno lo recuerda con mucho cariño, pero en el momento vives cosas muy fuertes. Salir del norte de España sin quitarme el traje, corriendo a Madrid para coger el avión, de Madrid llegar al Jorge Chávez, de ahí al aeropuerto de Cajamarca, coger el carro, torear en esa ciudad, bajar por tierra a Lima, porque al día siguiente hay que coger un vuelo, no te da tiempo a volar al otro día, sino que hay que viajar toda la noche con una cama en el carro, pero en esas carreteras no puedes dormir, porque te vas cayendo para un lado y para el otro. Al final llegas, tomas un mate de coca, sales al día siguiente a otro sitio, más aviones, la maleta no llega, te tienes que poner el traje de otro. Realmente es una odisea, pero muy gustosa. Solo lo puedo comprar con alguien a quien le gusta la música y tiene que pegarse un concierto de sus artistas favoritos que dure 40 horas, sin dormir. Es una verdadera paliza, pero cuando luego ves la plaza llena de gente y el cariño con el que te reciben, lo compensa todo.

─Sé que los toreros sueñan con noches de gloria en Las Ventas o Acho, pero también que las plazas de pueblo son parte importante de su ruta. ¿Qué suman? ¿Qué las hace diferentes?

La verdad que no las encuentro tan diferentes. Hay veces en que llegas a un sitio más importante y, a lo mejor, sin hacer mucho, triunfas porque toreas bien y la gente quizás es menos entendida. A veces, en cambio, llegas a un pueblo y toreas el toro de tu vida, y te sientes más pleno y más torero que otras veces y la satisfacción personal es otra. Al final los artistas vivimos de sensaciones. Seguro que son importantes el dinero o el éxito profesional, lo que quieras, pero sentirte pleno y lleno por dentro con lo que haces y satisfecho con tu obra está por encima de todo.

─Sé que cada vez se oyen más las voces de quienes se oponen a las corridas. ¿Cómo es para un torero tener que convivir con el activismo antitaurino, que parece cada vez más fuerte?

Bueno, sinceramente, creo que es un poco una moda, la verdad. Se les ha dado por el toreo, luego se les da por otra cosa, como pedir derechos humanos para los perros, no sé. A lo mejor luego viene la guerra de Ucrania y nos dejan un poco en paz. Sinceramente, no sé. Quiero pensar que es una moda de mal gusto en la que la gente se ha fijado mucho en el toro y que en 4 o 5 años a lo mejor están en otro rubro. Yo, realmente, veo el espectáculo de los toros y veo que tiene tanta grandeza y tanta fuerza. Veo gente aquí en Perú o en Madrid, miles de personas que se vuelven locas con el toreo, gente culta, donde no se aprecia violencia ninguna. La gente va a disfrutar tanto del arte del toreo y de la grandeza del espectáculo que, sinceramente, no creo que puedan acabar con esto. Sí han hecho mucho daño en algunos sitios, pero soy optimista en pensar que se puede recuperar y que los empresarios y la gente pensante del mundo del toro le van a buscar la vuelta para atraer gente joven para terminar, incluso, recuperando plazas que se han cerrado, porque cuando sale un torero que tiene fuerza y atrae a la gente, las plazas se llenan.

─¿Por qué le llamas “moda” al activismo antitaurino? ¿Porque no te parecen consecuentes los activistas? ¿No suenan sólidos? ¿No te convencen sus argumentos?

No, sino que sí es verdad que la sociedad ha cambiado y que un espectáculo como el toreo ya no se ve con tan buenos ojos porque está lejos de todo lo que se ve en el día a día. La gente no ve la muerte como algo natural, es algo que espanta, que se esconde, antes la gente se moría de cualquier cosa a los 40 o 50 años, ahora la gente parece que vive para siempre, y choca mucho ver a un animal morir. La gente se ha alejado un poco del campo y viven en las grandes ciudades y como que no van con el espectáculo del toreo. Ahora hay otras formas de entretenimiento más cibernético o tecnológico, no sé. Entonces, sí creo que es difícil que a la gente que está naciendo en este siglo le interese o le llame la atención el toreo. Ha quedado como reducido a un grupo humano muy chico. Pero la moda de querer prohibirlo sí me parece de una falta de tolerancia y de respeto. Yo puedo entender que no estén familiarizados y que no les guste, pero eso de prohibir, sí me parece una moda. Espero que cesen un poco las hostilidades, que no nos molesten, que nos dejen en paz. Pero si la fiesta tiene que tener una muerte natural, porque la gente deje de asistir y deje de ser rentable, que la tenga. Si es que el espectáculo queda obsoleto y se va perdiendo el interés y las plazas se vacían, ya no será rentable, porque necesitamos al que paga su entrada. Pero si en Acho hay 10 mil personas que quieren ir y disfrutar, no veo razón para prohibir nada. Aparte, hay mucha gente que vive de eso. Lo han mamado, les apasiona. Está el que le da de comer al toro, el que hace banderillas, el que hace trajes, la gente del campo, los banderilleros. Van a extinguir una especie y dejar gente en la calle. Eso es atentar contra los derechos de esas personas que no hacen nada ilegal.

─¿Qué puedes decir que sientes por los toros de lidia?

La verdad es que siento un amor profundo, porque es el animal que me da los momentos más felices de mi vida. No hay sentimiento de odio hacia el toro, ni siquiera a los que te cogen y te hacen pasar dolor. Es nuestro aliado, nuestro compañero, y es el que nos hace sentir tan grandiosos y tan especiales. Yo lo que siento por el toro es profundo respeto y admiración por la capacidad que tiene, porque es una maravilla, embestir es una cualidad maravillosa. Por el toro siento admiración, respeto y amor.

─¿Cuántas cosas de tu vida cotidiana, de tus costumbres, pautas u orden aplicas también en tu relación con los toros?

Todo. Creo que el sentimiento del toro te enseña a sufrir, te enseña a hacer grandes esfuerzos, porque el ponerse delante de uno te exige mental y físicamente un sufrimiento y una concentración grande, y te enseña a vivir realmente. Luego, me enseña algo fundamental, que es a vivir el momento, porque el toro muere en un segundo, pero el torero también, y la vida hay que vivirla con pasión y amar a la gente que te ama. Realmente, es él quien me ha enseñado a vivir con la intensidad con que me gusta, y gracias al toreo soy consciente de que la vida son dos minutos y la vivo y la exprimo, porque pasas momentos tan bonitos y tan duros y ves la muerte tan de cerca que te enseña realmente el verdadero sentido de la vida.

Además…

Feria del Señor de los Milagros

Cartel: Antonio Ferrera, Emilio de Justo y Joaquín Galdós, con Toros de La Viña y El Olivar.

Fecha: domingo 6 de noviembre. Hora: 3.30 p.m. Entradas: Joinnus



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