Ciencia | La ciencia acredita que el ser humano no puede ingerir agua del mar porque en ese supuesto la sal nos deshidrataría. Pese a ello, el agua marina filtrada con elementos naturales podría servir para regar y hacer crecer un huerto.
Es la hipótesis que sostiene Litoral Huerta Marina, uno de los proyectos del Laboratorio de Innovación Ciudadana que se celebra hasta este sábado en Liberia (Costa Rica) y organiza la Secretaría General Iberoamericana.
Los integrantes del proyecto, venidos de Colombia, Costa Rica, México y Perú, llevan diez días ideando un filtro con poco más que arena, ladrillo y carbón que instalarán en la ciudad de Tamarindo (en la costa del océano Pacífico) para aprovechar el acceso a agua salada y dar una alternativa a la escasez de agua potable en algunos puntos.
Costa Rica, un país en medio de dos océanos, cuenta con un territorio terrestre de 51.100 kilómetros cuadrados frente a los 600.000 de área marina. El 10 % del país es terreno cultivado.
UN SISTEMA CON CUATRO NIVELES Y TRES HUERTOS ECOLÓGICOS
El agua del mar es el verdadero protagonista de este filtro de cuatro alturas. En la parte superior se encuentra el bidón que recibirá el agua salada del que caerá a un segundo nivel, donde estará el primero de los huertos.
"En este segundo y tercer nivel - que ya contienen arena reposada en medio bidón a un metro y a medio metro de altura respectivamente- plantaremos: chile, ajo, romero y apio, que son más tolerantes a la salinidad", cuenta a Efe la integrante del proyecto Lorena Bohórquez.
Todo pareciera estar analizado en este sistema y tampoco la elección del ajo y el romero han sido casuales, sino que están pensadas para que funcionen como “pesticidas naturales” y ayuden “a prevenir plagas”.
Según esta colombiana la tierra jugará un papel clave en el proceso de desalinización ya que actuará como "membrana retenedora" de la sal y, finalmente, facilitará que el agua marina pueda ser utilizada para regar los huertos.
En el último nivel, hay un huerto más convencional, en el suelo, donde se cultivarán piñas para probar cómo se desarrollan: "es un producto muy consumido localmente y que de primeras no aceptan tan bien la sal", adelanta Bohórquez quien insiste en que el sistema pasará varias pruebas previas para comprobar su eficacia.
“Se trata de un experimento en el que tendremos que comprobar qué cantidad de sal aguantan las plantas”, apunta.
APROVECHAR LO QUE SE SUPONE QUE NO SIRVE
En el caso de estudio que estos ocho iberoamericanos están desarrollando el agua procederá de un manglar -un área cercana al mar formada por árboles tolerantes a las sales- y la finca en la que se está instalando se encargará de construir un pozo que la llevará hasta el sistema, situado a unos 50 metros.
Se trata de una finca de turismo ecológico donde ya hay huertos alternativos y que servirá como medio de difusión de este proyecto inspirado por otros filtros desarrollados en Chile y Perú y que a su vez pretende replicarse en otros lugares de Iberoamérica.
Asimismo, estos jóvenes quieren que este sistema implique una mayor relación de las personas que cultivan los huertos con las propias plantaciones, para lo que han creado una parte “más interactiva” dentro del mismo.
Así, una antigua bici servirá de rodillo para que, pedaleando, se convierta en la bomba que lleve el agua desde el suelo al bidón que debe distribuirla por los huertos.
"Queremos que sea algo más activo y sobre todo más divertido, que la gente que pasa por aquí se interese, se informe y también nos sirva para difundir la idea", comparte la participante.
En ese sentido, tras el laboratorio el equipo diseñará un manual para que cualquier persona pueda reproducir la idea y compartirán esta información a través de la redes sociales.
“Es la forma más fácil y más cercana para la gente y nos ayudará al objetivo final de que estas pequeñas iniciativas puedan esparcirse”, dice esperanzada.