Cultivar lechugas, rábanos, mostaza, albahaca o patatas en condiciones marcianas es el desafío de un equipo interdisciplinar de la Universidad Agrícola de Praga, que apuesta por resolver el problema del suministro alimenticio en futuras misiones de larga duración a Marte.
Marsonaut es el título del proyecto de investigación básica que, encabezado por el científico checo-croata Jan Lukacevic y con una dotación inicial de unos 40.000 euros de fondos privados, pretende también generar conocimientos que se utilicen en zonas de la Tierra con dificultades para la producción agrícola.
Pero el principal objetivo del equipo de botánicos, expertos en automatización e ingenieros de gestión y seguimiento a distancia de laboratorios, que comenzó a trabajar en 2018, es crear una granja vegetal en Marte, en condiciones de laboratorio sostenibles y con autosuficiencia energética, explica a Efe Lukacevic.
Se trata de desarrollar formas de cultivo capaces de “afrontar las condiciones de gravedad, escasez de agua y contaminación del suelo en Marte” por la alta concentración de sales alcalinas y percloratos, añade.
El experto, cuyo equipo colabora con el proyecto alemán Eden ISS -de quien recibe las semillas-, resalta que, si bien no es posible reproducir en laboratorio las condiciones de Marte, sí se pueden desarrollar soluciones que superen las carencias de aquel planeta.
El científico no oculta su interés en participar en misiones espaciales a Marte aún por determinar y que se barajan para dentro de dos o tres lustros, tras el anuncio lanzado por el presidente estadounidense, Donald Trump, en abril de 2017, tres meses después de asumir el cargo.
El mandatario de la Casa Blanca pidió entonces a la agencia espacial de su país NASA que acelere “un poco” sus planes de exploración del espacio ultraterrestre con la meta de enviar humanos a Marte en la década de 2030.
Los checos quieren ser parte de ese hito y, para conseguirlo, exploran las posibilidades que ofrecen las tecnologías aeropónicas, donde las plantas crecen sin tierra y sus raíces se rocían con nutrientes de nitrógeno.
En un circuito cerrado que permite además afrontar la menor gravedad de Marte, el agua se utiliza nuevamente, lo que resulta una forma de ahorrar este recurso escaso.
Luego está el sistema de diodos que reproduce la luz solar, con lo que las plantas crecen más rápido al estar iluminadas en todo momento.
Como en Marte las tormentas de polvo son frecuentes, las placas foto voltaicas no aseguran el rendimiento energético al quedar cubiertas de suciedad y se hace necesario usar sistemas alternativos, como los termonucleares, que no dependen de la luz, precisa Lukacevic.
La automatización es además un sistema que permite que exista el mínimo contacto manual con las plantas, para evitar transmisión de enfermedades, agrega.