Mide apenas 5 milímetros de longitud, pero ha sido capaz de sobrevivir a 30 eras de hielo. Se trata de una criatura primitiva, similar a un insecto, que fue redescubierta por un equipo de científicos de la Universidad Brigham Young (BYU) que estudia las alteraciones de los ecosistemas terrestres provocados por los cambios en el clima.
“Esto es a lo que nos referimos cariñosamente como el colémbolo fantasma”, dice Byron Adams, profesor de biología de la BYU que realiza investigaciones en la Antártida. “Y lo llamamos el colémbolo fantasma porque es blanco, como un fantasma, pero como no lo habíamos encontrado después de buscarlo durante años y años y años, comenzamos a preguntarnos si realmente existía”.
Según se puede leer en un artículo publicado en la revista especializada Proceedings of the National Academy of Sciences, que es liderado por el docente, los científicos determinaron que estos diminutos hexápodos han soportado hasta 30 glaciaciones desde el período cuaternario, sobreviviendo a cambios drásticos a lo largo de unos 5 millones de años.
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Los especialistas investigan la historia y la distribución de estos artrópodos en el suelo de la Antártida Occidental para determinar cómo evolucionó la dinámica de la banquisa a lo largo del tiempo y cómo esas variaciones climáticas afectaron a los ecosistemas en el pasado.
“La historia evolutiva de los organismos biológicos puede corroborar las conclusiones que los científicos inferimos de campos como la geología y la glaciología”, explica Adams un comunicado. “Al hacerlo, podemos predecir mejor cómo la vida en la tierra podría responder a este tipo de cambios en la actualidad”.
Para el estudio, los investigadores pasaron 20 años recolectando muestras de seis especies de diferentes microartrópodos en distinas localizaciones de la Antártida Occidental. Estas criaturas habitan en el suelo y solo pueden colonizar áreas libres de hielo.
Durante las eras heladas, las capas de hielo avanzan, expandiendo el espacio habitable de los colémbolos, mientras que durante los períodos de calentamiento, las capas se contraen y se hacen más pequeñas, dejando más espacios abiertos donde los animales del suelo pueden dispersarse.
Al analizar sus ubicaciones, Adams y su equipo pueden comprender mejor cómo la capa de hielo de la Antártida occidental ha cambiado con el tiempo.