Isabel Preysler es la madre de los cantantes Enrique y Julio Iglesias Jr., así como de la marquesa de Griñón, Tamara Falcó, por lo que ha tenido una etapa adulta cargada de sus responsabilidades habituales y el cuidado de aquellos niños que hoy en días son muy famosos, principalmente en España.
En la etapa de un padre o madre, existen momentos en los que los hijos cometen errores, travesuras o se portaban mal, generando que existan castigos para corregirlos, los cuales suelen ser polémicos en la actualidad, sobre todo en las redes sociales, debido a todo lo negativo que podría causar en un niño.
No obstante, existen familias que siguen aplicándolos, teniendo en cuenta que en el pasado era muy común ello y, recientemente, se conoció que Isabel Preysler también tenía incluidos los castigos en su manera de crianza cuando era correspondiente hacerlo.
Esto ha hecho que exista mucha curiosidad acerca de los castigos que ella aplicaba a sus hijos cuando eran niños. Es por ello que ahora vamos a mencionar esta información, que sin duda ha sorprendido en la opinión pública española.
¿CÓMO CASTIGABA ISABEL PREYSLER A SUS HIJOS?
La marquesa de Griñón, Tamara Falcó, estuvo en “El Hormiguero”, programa en el que Pablo Motos le preguntó acerca de los castigos que le imponían cuando era una niña, así que ella no tuvo problema alguno en responder y sorprender a los televidentes.
De acuerdo a lo que expresó en el programa de televisión, el castigo que más aplicaba su madre cuando eran niños era el de hacer escribir muchas veces lo que hicieron mal y así evitar que se repita.
Además, afirmó que ella no era mucho de recibir estos castigos, todo lo contrario con su hermano Enrique, a quien le mandaban hacer estos escritos en reiteradas oportunidades.
“Sí, las líneas de: ‘yo no haré tal’, pero yo solo hice muy pocas líneas, Enrique ha escrito, posiblemente, novelas enteras”, comentó Falcó.
TAMARA FALCÓ Y LAS CLASES DE QUÍMICA
En la entrevista mencionada, Tamara Falcó aseguró que no le iba muy bien en las clases de química en el colegio porque siempre era expulsada. Según sus palabras, el profesor, sin razón alguna, la botaba del salón ni bien él cruzaba la puerta.
“No era mi culpa. Nada más entrar por la puerta me echaba”, añadió.