Este martes se ha producido el lanzamiento de las memorias del príncipe Enrique de Sussex, tituladas Spare en inglés y En la sombra en la edición en castellano. En vísperas de su publicación algunos de los fragmentos más escandalosos del libro fueron filtrados. Uno de ellos tiene que ver con una desconcertante anécdota que ha acaparado los titulares de casi todo el mundo.
El contexto era que antes de la boda de su hermano Guillermo y Catalina de Gales en abril de 2011, el príncipe Enrique había estado en una expedición benéfica al Polo Norte, donde había caminado más de 300 km atravesando el paisaje ártico junto a otros soldados que habían servido en Afganistán.
Caminar esa distancia por el Polo Norte pueden tener consecuencias, y eso fue justo lo que pasó. A Enrique se le congelaron las orejas, las mejillas y el pene. Su pene circuncidado, concretamente. Conviene aclarar que a su hermano lo llama “Willy” (algo que en inglés puede ser sinónimo de “pene”).
Enrique, ‘el congelado’
“Circulaban innumerables historias en libros y periódicos (incluso en el New York Times) que afirmaban que Willy y yo no estábamos circuncidados”, cuenta el príncipe en sus memorias. “Todos ellos decían que nuestra madre lo había prohibido, y aunque es absolutamente cierto que la posibilidad de que el pene se congele es mucho mayor si no estás circuncidado, todas aquellas historias eran falsas. Me dieron el tijeretazo cuando era bebé”.
Su congelación mejoró en cuanto Enrique regresó a Londres, y la mayor parte de su cuerpo se recuperó a tiempo para la gran boda real. Pero su pene tardó un poco más en volver a la normalidad. Así que, según cuenta en sus memorias, mientras asistía al matrimonio de su hermano, su miembro seguía convaleciente.
El príncipe Enrique ha copado Internet, la televisión y la prensa escrita con sus propias historias sobre cada una de sus partes, incluyendo aquellas cuestiones más físicas y personales.