Cuando faltan apenas días para que la familia real británica y los miembros de la realeza británica rinda tributo el próximo 29 de marzo a Felipe de Edimburgo, Isabel II del Reino Unido ha participado en varios compromisos públicos. El miércoles reapareció en el Castillo de Windsor con muy buen semblante y sonriente.
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La monarca, de 95 años, llevaba un bastón y lentes para poder observar al detalle una muestra de objetos de porcelana fina. La reina eligió para la ocasión un vestido de flores en tonos amarillos, bolso negro y su collar de perlas. El compromiso se produjo un día antes de que celebrara dos audiencias virtuales, también desde Windsor, con los embajadores de Egipto y Marruecos.
Desde el pasado octubre la soberana arrastra algunos problemas de salud y sus intervenciones públicas se han reducido al máximo, sobre todo, tras su positivo en COVID-19 el pasado 20 de febrero. Pese a todo, Isabel II espera asistir al servicio religioso que se celebrará este martes en honor a su difunto esposo, el duque de Edimburgo, según ha informado una fuente desde Buckingham.
La reina Isabel II del Reino Unido llevaba un bastón. (Foto: AFP)
La reaparición pública de Isabel II
La nueva aparición de la soberana se produjo en la White Drawing Room (Salón Blanco), uno de los espacios del Castillo de Windsor, donde se habían colocado en una gran mesa, diferentes tipos de juegos de té de la firma de porcelana Halcyon Days, con motivo del 70º aniversario de su fundación.
El jueves se revelaron algunos detalles relacionados con la ceremonia para “dar gracias por la dedicación del duque de Edimburgo a la familia, la nación y la Commonwealth”. Aunque desde Palacio aún no han confirmado de manera oficial si la reina estará presente en el funeral para honrar al príncipe Felipe ya que, debido a su estado de salud, van a esperar hasta última hora para hacerlo.
La reina Isabel no quería perderse este homenaje en memoria de su esposo, fallecido el 9 de abril de 2021. El año pasado debido a las medidas sanitarias impuestas por la pandemia solo pudieron acudir a su funeral 30 personas, un acto solemne, emotivo y diseñado la voluntad de Felipe de Edimburgo.
