Debido a los compromisos que tienen que atender a causa de sus roles en la familia real británica, los reyes del Reino Unido, Carlos III y Camila, se ven obligados constantemente a intercambiar palabras, sonrisas y apretones de manos con diversas personalidades y jefes de Estado. Un deber que, como no podía ser de otra manera, la cabeza de la realeza británica no rehúye.
Aunque, según el nuevo libro del amigo de la pareja Gyles Brandreth titulado Elizabeth, an Intimate Portrait (Elizabeth, un retrato íntimo), Camila tiene su “método secreto” para evitar que Carlos se entretenga demasiado en los actos oficiales. “Sin que se note, le tira de la parte de atrás de la chaqueta, a veces con bastante fuerza”.
En sus actos públicos, la reina Isabel II solía “hablar en clave” a través de sus bolsos. La reina Camila hace lo mismo pero de distinta manera. Un sistema probado por miles de personas que no pertenecen a la realeza; ¿quién no ha agarrado alguna vez la chaqueta de alguien evitando ser visto?
La relación de Carlos y Camila
El rey Carlos III es célebre por sus arrebatos. Sin embargo, como señala Gyles Brandreth, Camila sabe cómo mantenerlos a raya. El pasado mes de septiembre cuando, poco después de la muerte de su madre, el rey tuvo que firmar unos documentos, acabó luchando con un bolígrafo que empezó a gotear tinta y le manchó la mano.
Carlos se enfadó murmurando un “¡Dios, odio esto!” y marchándose al otro lado de la habitación. Su esposa, sin perder la calma, le reprendió con paciencia y buen humor en un primer momento (“¡Mira, la tinta está por todas partes!”) y luego siguió firmando los documentos como si nada.
Gyles Brandreth, amigo íntimo de los actuales monarcas, escribe que Camilla es “fundamental en la arquitectura” de Carlos. Según él, “su gran compañera y mejor amiga, es la única persona en el mundo con la que puede ser realmente él mismo”.
Camilla “es su fuerza, la aliada que le conoce mejor que nadie y, ahora que es rey, la única persona que puede seguir tratándole como a un igual. Los he observado muy de cerca, en Highgrove, en Clarence House o en el palacio de Buckingham. Él la adora, es evidente: cita a su “querida esposa” en casi todas sus frases. Ella, consciente de sus manías, siempre le mira entre divertida y enternecida”.
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