“Yo soy Betty, la fea”, serie protagonizada por la actriz colombiana Ana María Orozco, es una de las series más exitosas de los últimos tiempos y luego de 23 años de su primera emisión, se encuentra en el Top 10 de la plataforma de streaming Netflix.
Escrita por Fernando Gaytán, quien sabía visibilizar problemas de la sociedad colombiana, esta producción marcó en 2010, el récord Guinness por ser transmitida en más de 180 países, doblada en 25 idiomas y adaptada 28, por lo menos, veces.
En ese sentido, Giuliana Cassano, especialista en Estudios de Género de la PUCP, explicó qué hace especial a esta serie. “Con cierta dosis de humor, deja en evidencia el machismo, los lugares de poder entre hombres y mujeres, y la discusión acerca de qué significa ser bella o fea”, indicó.
Según Cassano, “una de las características fundamentales en la representación femenina es la belleza. Si bien en los últimos años hubo un cambio en la manera cómo son presentadas las mujeres en las pantallas, aún existe el estereotipo de la belleza hegemónica”.
Por ello, en esta ficción “la forma en la que se describe a los personajes femeninos, su apariencia física y sus campos de acción construyen una imagen de mujer (...) A pesar de que Betty es inteligente y responsable no consigue trabajo porque es ‘fea’. Ella acepta este término despectivo pero lo reivindica, es decir, lo transforma para lograr lazos de sororidad. Así se une al ‘cuartel de las feas’ como soporte entre sus integrantes”.
“A lo largo de la serie, aparece la dicotomía entre las feas y las bonitas, donde unas representan la bondad y las otras la maldad. Sin embargo, poco a poco estas diferencias desaparecen. Los personajes y sus diálogos abordan temas que actualmente son parte de los debates feministas”, agregó.
Asimismo, puntualizó que en esta producción “se plantea el hecho que las mujeres no podemos ocupar los mismos espacios, trabajos y lugares que los hombres en la sociedad. Temas que son tratados a fondo en la actualidad”.
“Una de las innovaciones en la historia son las convicciones de la protagonista. Ella busca ejercer su carrera y sacar adelante a su familia. Este perfil se contrapone a los personajes femeninos que han dominado las pantallas: mujeres que necesitan ser rescatadas”, explicó.
”Creo que lo importante de ‘Yo soy Betty, la fea’ es que hace que sigamos hablando y cuestionando estos temas, 23 años después. Eso lo hacen los buenos relatos. Eso es lo que hace que se mantenga vigente”, concluyó.