Historias | Dos siglos después de su invención, los estetoscopios --verdadero símbolo de la profesión médica-- enfrentan un futuro incierto.
Su supervivencia se ve amenazada por aparatos que también son colocados en el pecho pero que usan tecnología ultrasónica, inteligencia artificial y aplicaciones de los teléfonos en lugar de los oídos del médico para detectar filtraciones, soplos, ritmos anormales y otros problemas en el corazón, los pulmones y otras áreas. Algunos de estos aparatos pueden incluso generar imágenes de los latidos del corazón y producir gráficos de electrocardiogramas.
Eric Topol, cardiólogo de renombre mundial, considera obsoleto el estetoscopio, apenas un par de “tubos de goma”.
“Sirvió durante 200 años”, manifestó. “Pero ahora hay que dar vuelta la página. Hay cosas mejores”.
Históricamente, toda facultad de medicina entregaba a sus estudiantes un delantal blanco y un estetoscopio. Hoy esa herramienta tiene un valor más bien simbólico, aunque a los estudiantes se les enseña a usarlo y son parte de sus exámenes finales.
En la última década, sin embargo, se han producido aparatos del tamaño de un control remoto de televisor capaces de hacer ecografías. También hay ahora estetoscopios digitales, que se pueden conectar a teléfonos de usos múltiples en los que producen imágenes en movimiento e informes de lo detectado.
Los promotores de estos aparatos dicen que son tan fáciles de usar como los estetoscopios y que permiten a los médicos observar el cuerpo en movimiento y ver cosas como válvulas que no funcionan bien. “No hay razón alguna para escuchar sonidos cuando puedes verlo todo”, dijo Topol.
“¡Guau!”, “¡Esto es asombroso!”, son algunos comentarios escuchados en una clase reciente cuando los estudiantes aprendían a usar un pequeño aparato para hacer ecografías y observaban los movimientos del corazón de un compañero en la pantalla de una tableta.
Estudiantes de la facultad de Medicina de Indianápolis, una de las más grandes del país, aprenden a usar el estetoscopio y al mismo tiempo reciben entrenamiento de un programa de ecografías con aparatos pequeños lanzado el año pasado por Paul Wallach, decano adjunto que pronostica que en la próxima década estos aparatos serán de uso rutinario en cualquier examen físico.
Los aparatos nuevos “nos permiten ver debajo de la piel, en el interior de nuestro cuerpo”, manifestó.
Pero agregó que, a diferencia de muchos colegas, no se atreve a dar por muerto al estetoscopio. Considera que la próxima generación de médicos “tendrán un estetoscopio en el cuello y un aparatito de ecografías en el bolsillo”.
Los estetoscopios actuales tienen poco que ver con los originales, inventados a principios del 1800 por el francés Rene Laennec, aunque funcionan de la misma manera.
La creación de Laennec era un tubo de madera de unos 30 centímetros (un pie) que permitía escuchar los sonidos del corazón y de los pulmones mejor que si se apoyaba la oreja contra el pecho. Los tubos de goma y otros elementos vinieron después.
Oír e interpretar los sonidos del cuerpo es algo subjetivo y requiere un oído delicado, bien entrenado.
“Algunos estudios recientes indicaron que los estudiantes que completan la carrera de Medicina Interna y de servicios de emergencia pueden perderse la mitad de los soplos del corazón cuando usan un estetoscopio de los viejos”, dijo James Thomas, cardiólogo de la Northwestern Medicine de Chicago.
Northwestern participa en el ensayo de nuevas tecnologías creadas por Eko, una firma de Berkeley, California, que fabrica estetoscopios modernos. Eko emplea algoritmos de inteligencia artificial en sus aparatos, usando grabaciones de miles de latidos. El aparato produce mensajes en una pantalla que informan al médico si los sonidos del corazón son normales o si hay soplos.
Dennis Callinan, empleado municipal de Chicago jubilado que tiene problemas cardíacos, participa en el estudio. Tiene 70 años y dice que extraña los viejos estetoscopios. “Pero si los nuevos dan mejor información, bienvenidos”, comentó.
El pediatra de Chicago Dave Drelicharz dice que le atrae la nueva tecnología, pero hasta que no bajen los precios, el viejo estetoscopio “sigue siendo tu mejor herramienta”.
“Si no lo tengo en el cuello en la oficina, me siento como desnudo”, manifestó. En Estados Unidos, un estetoscopio tradicional cuesta unos 200 dólares, uno con las nuevas tecnologías varios miles.
(Lindsey Tanner)