Barbara Brix muestra dos fotos de su padre, Peter Kröger. (Foto: AFP)
Barbara Brix muestra dos fotos de su padre, Peter Kröger. (Foto: AFP)
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Barbara Brix admiraba a su padre, un médico que le transmitió su gusto por la historia y la literatura. Hasta que se enteró después de su muerte que perteneció a los Einsatzgruppen, los verdugos del “Holocausto por balas”.

“Conocí a mi padre a los seis años, a su regreso de la guerra. Había perdido las dos piernas”, recuerda a la AFP esta afable jubilada alemana de 79 años.

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“Me transmitió su amor por la historia, por la literatura; me leía a Tolstoi, Dickens... Era un poco mi mentor espiritual”, relata en su pequeño apartamento de un barrio alternativo de Hamburgo esta profesora de historia jubilada.

Pero la guerra era un tema tabú en su casa del que apenas se hablaba.

“Mi padre no hablaba de ello y yo nunca le pregunté, ni siquiera una pregunta simple como ¿'papá, dónde perdiste las piernas?'”, lamenta Brix. “El silencio fue de ambos lados, de parte de los padres, pero también de nuestra parte”, los hijos.

Durante años, Brix creyó que su padre solamente trabajó como médico, alejado de la Wehrmacht, el ejército alemán.

Reproducción de dos fotos fechadas en 1938 (i) y 1948 mostrando a Peter Kröger, quien fue parte de las  "Einsatzgruppen" nazis.  (Foto: AFP)
Reproducción de dos fotos fechadas en 1938 (i) y 1948 mostrando a Peter Kröger, quien fue parte de las "Einsatzgruppen" nazis. (Foto: AFP)

Fue después de la muerte de su admirado padre, en 1980, cuando salió a la luz su pasado.

“Fue antes de jubilarme, en 2006”, recuerda Barbara Brix, con un nudo en la garganta. “Un amigo historiador, que realizaba investigaciones sobre el nazismo en los países bálticos, me dice ‘Barbara, ¿sabías que tu padre era miembro de los Einsatzgruppen’?”

“No, no lo sabía y fue, por supuesto, un shock”, afirma.

Brix solo conoce fragmentos del camino seguido por su padre. Peter Kröger, originario de la minoría alemana de Letonia, se adhirió en 1933, a los 21 años, al partido nacional socialista que había fundado el tío de Brix, un nazi convencido.

Tras terminar los estudios de Medicina, entró en las Waffen-SS y en junio de 1941, cuando Adolf Hitler lanzó la invasión de la Unión Soviética, dejó sola a su esposa embarazada para unirse al “frente ruso”.

A su vuelta de la guerra, convertido en un lisiado tras una grave herida sufrida en Normandía (Francia), el padre se reunió con su familia en el oeste de Alemania.

“Desnazificación”

Los Juicios de Nuremberg, celebrados hace exactamente 75 años, fueron la manifestación más emblemática de la ‘desnazificación’. Miles de criminales de guerra se sentaron en el banquillo de la justicia, pero a otros muchos les dejaron en paz en una Alemania donde la amenaza soviética eclipsó de alguna manera los crímenes nazis.

Kröger fue interrogado en varias ocasiones en los años 60 como testigo, pero jamás fue acusado de nada, según pudo saber Brix, que tras descubrir el pasado de su padre no ha cesado de hurgar.

En carpetas de colores ha ordenado los documentos recabados a lo largo de los años sobre el doctor Kröger: un certificado de pertenencia a las SS con el sello del águila y la cruz gamada o un certificado de ‘desnazificación’ que le permitía seguir ejerciendo una actividad profesional. En una foto, su padre posa en uniforme negro de las SS.

Los “comandos de la muerte” nazis, de los que fue miembro, se desplegaron siguiendo la estela de las tropas alemanas que participaron en la invasión del inmenso territorio soviético.

Los cuatro Einsatzgruppen o “grupos de intervención” eliminaron a más de 1,5 millones de judíos, incluso antes de la construcción de campos de exterminio en Polonia.

A los primeros pogromos realizados por los aliados bálticos o ucranianos enmarcados por las SS, seguirán las ejecuciones por bala de hombres, mujeres y niños, inhumados en gigantescas fosas. Después se utilizarán camiones de gas.

“Primera prueba”

Esta antigua profesora de historia trata de reconstituir el recorrido genocida del Einsatzgruppe C y descubrir si su propio padre participó en las atrocidades. “Tenía que estar al corriente de las persecuciones, pero no podía imaginarme que mi padre, un médico, hubiera podido asistir a una ejecución”.

Sin embargo, un periodista holandés, que investigaba sobre Reinhard Heydrich, uno de los arquitectos de la eliminación de los judíos de Europa, reveló un nuevo aspecto del pasado de su padre.

“Sacó de su carpeta un documento en inglés. Entonces veo el nombre completo de mi padre”, cuenta. “Era el testimonio del comandante del comando 5 del Einsatzgruppe C, que cuenta la primera gran ejecución en Kiev”.

“El comandante asegura que trató de negarse, lo que no fue posible. Por lo que dijo que había convocado al médico, mi padre, para asegurarse de que todo se llevaría a cabo de manera higiénica y regular”, agrega.

La mujer, espantada, tuvo así la prueba que confirmaba que su padre había asistido al menos a una ejecución.

Actualmente, Brix sabe también que su padre estuvo presente en Kiev durante la matanza del barranco de Babi Yar, donde más de 33.000 judíos fueron ejecutados el 29 y 30 de septiembre de 1941. Pero no ha podido confirmar si estuvo físicamente presente en el lugar de la ejecución.

Una coincidencia, que hace que este cruento episodio y su propia vida se crucen, ya que después de lo ocurrido en Babi Yar, Peter Kröger obtuvo un permiso unos días para ir a Alemania a conocer a su hija, Barbara.

A diferencia de su hermana y de su hermano, esta exprofesora, multiplica las investigaciones sobre la Segunda Guerra Mundial y se implica en el trabajo de recuperación de la memoria en Alemania.

Es una de las figuras más reconocidas de la asociación francoalemana Memoria a cuatro voces, que reúne a descendientes de nazis y resistentes que participan en actividades en escuelas en los dos países.

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