Kara Robinson tuvo la experiencia que nadie desea tener: ser secuestrada por un asesino serial. La historia de la mujer de los Estados Unidos ha impactado como aterrorizado a millones alrededor del mundo en las redes sociales, haciéndonos reflexionar sobre la importancia de la seguridad, pero también cómo las mujeres siguen siendo blancos fáciles para las personas con personalidades retorcidas.
Un día que jamás olvidará
Todo comenzó el 24 de junio de 2022, Kara contaba con tan solo 15 años, no iría a la escuela durante el verano, por lo que pasaría dicha temporada en Lexington, Carolina del Norte, en casa de los padres de Heather, su mejor amiga y Chris, el novio de nuestra protagonista.
Luego de avisar a sus madres lo que deseaban hacer, estas aprobaron su itinerario, pero la mamá de la amiga tenía un pedido: regar las plantas del jardín antes de marcharse, siendo Kara quien se ofreció como voluntaria, decisión que cambiaría su vida por completo.
Cuando se encontraba en plena faena, mientras pensaba en el genial día que pasaría, de pronto, pasó un Pontiac Transam color verde oscuro: “me gusta ese auto, no me importaría conducir uno cuando obtenga mi licencia”, recuerda la hoy mujer a Newsweek.
La historia de Kara Robinson: sobreviviente de un asesino serial
Todo iba con normalidad, cuando el mismo vehículo vuelve a cruzar por la casa de Heather, Kara seguía regando las plantas, pero ahora se detuvo en la entrada del domicilio, un sujeto de piel blanca, de mediana edad descendió del mismo sin dar señales de peligro, pues tenía un aspecto pulcro, muy bien cuidado, con una barba limpia, gorra de beisbol, camisa y jeans, a la vez que portaba una carpeta en las manos, sumado a una mirada tranquila.
El secuestro de Kara
El hombre se acerca a la adolescente, le dijo a Kara que andaba por el vecindario repartiendo revistas, por lo que preguntó si sus padres se encontraban en casa: “esta es la casa de mi amiga”, dijo: “¿qué pasa con sus padres? ¿están en la casa?”, preguntó el misterioso sujeto, ella dijo que no, a lo que este añadió: “bueno ¿quizás puedas dejarle esto a su mamá cuando llegue a casa?”
El tipo mantuvo su distancia todo el tiempo, pero su actitud cambió cuando llegó el momento de entregarle las revistas y Kara confiesa que sintió el cambio de humor, tras lo cual sintió algo frío detrás de su cuello: se trataba de una pistola: “¿por qué no vienes conmigo?”, dijo esto mientras tenía su brazo sobre su hombre. Kara decidió no gritar ni echar a correr.
El sujeto la sentó en el asiento trasero, luego con voz seca le dijo: “métete en el contenedor”, el cual se ubicaba detrás de ella; entonces, se dio cuenta que el tipo tenía las peores intenciones, de inmediato, recuerda, que formuló un plan para sacarle información, ganarse su confianza y escapar.
Recabar toda la información posible
“Cuando el automóvil se incorporaba a la interestatal, memoricé las canciones que sonaban en la radio y el número de serie del contenedor en el que estaba. Repetí lo que se convirtió en un mantra para mí: ‘mantén la calma, recopila información, escapa’, esto me mantuvo tranquila y concentrada”, recuerda.
Cuando el auto salió de la carretera, se detuvo a un lado de esta, entonces, se desprendió el contenedor y pudo ver el rostro de su captor, quien le colocó esposas, una mordaza en la boca, tras lo cual siguió su camino hasta llegar a su departamento.
Desde que llegó pasaron 18 horas donde el hombre la agredió y le dijo cosas como que la llevaría a un lugar desconocido para dejarla ahí cuando termina con ella: “decidí que nunca sería la chica que fue violada, que no estaba dispuesta a dejar que este hombre decidiera mi destino. Seguí manteniendo la calma y reuniendo información sobre mi captor”.
Cuando iniciaba el habla pudo conocer que perteneció a la Marina, también memorizó el nombre de su médico y dentista pegados en los imanes de la refrigeradora. También creyó que en el departamento vivía una mujer debido a los cepillos y utensilios de limpieza femenina que identificó en el baño.
Por la noche, Kara fue inmovilizada con esposas forradas con alambre de metal, las cuales estaban unidas al marco de la cama, tras lo cual fue dopada con lo que se quedó dormida al lado del sujeto.
La fuga de Kara del asesino serial
Al despertarse, el hombre aún dormía, entonces, Kara entendió que esa era la oportunidad precisa para escapar: intentó zafarse de las esposas, pero estaban fuertemente apretadas, por lo que ideó la forma cómo destornillar el clip que las conectaba a la cuerda: “usé mis dientes para aflojar el cierre de rosca del clip y deslicé las esposas fuera del cierre. Luego, deslicé mis manos por mi cuerpo hasta mi pierna y desconecté el mosquetón del reposapiernas (…) me deslicé fuera de la cama. Llevaba su camisa puesta, me puse los pantalones cortos que estaban en la sala... vi que la puerta principal estaba cerrada con llave, pero que el contenedor donde me transportó estaba sentado frente a la puerta. Lo moví y abrí la puerta”.
Corrió con todas sus fuerzas, pero con el temor que el hombre despertara y la viera por la ventana, pues si la atrapaba su destino sería mucho peor. En eso, ve un auto estacionado, le hace señas, para luego decirles que adentro un hombre la había secuestrado, que le hicieran el favor de llevarla a la policía.
En dicho lugar, habló con el alguacil informándole la situación, pero al momento de identificar la casa del sujeto, no pudo dar con el lugar exacto, pero, por el contrario, la información que brindó a las autoridades fue de mucha ayuda. A la par de esto, Kara fue llevada al hospital donde le realizarían un examen de agresión sexual.
El asesino que no compareció ante la justicia
La policía llevó una enorme cantidad de fotos en las cuales pudo identificar a su captor: se trataba de Richard Marc Evonitz, era prófugo de la justicia, era oriundo de Virginia, tenía una esposa, En su departamento, la policía encontró, por ejemplo, notas sobre niñas, recortes de periódicos de asesinatos sin resolver desde mediados de la década de 1990.
Evonitz no fue encontrado en su domicilio, pero su hermana dijo que se suponía que debía estar en Sarasota, Florida, por lo que la policía de dicho estado comenzó las operaciones, fue visto en el restaurante con su hermana, pero al notar a las fuerzas del orden huyó en su automóvil, la cual terminó cuando su auto se topó con los palos de detención puestos por las autoridades, pero el sujeto en su huida tan solo consiguió destruir el vehículo y muriendo él en el accidente.
Cuando se enteró de esto, Kara sintió ira, quería verlo en el banquillo de los acusados, que tomó a la chica equivocada, pero sí tuvo la satisfacción de asegurar que los casos no resueltos en Virginia tuvieron como responsable a este sujeto.
La sanación de Kara
Hoy por hoy, Kara sigue recordando los traumática que fueron esas 18 horas: “durante años me dijeron lo fuerte que era por haber escapado y manejado las cosas ‘bien’. Se convirtió en una insignia de honor, pero también en algo que me escondía detrás. Yo era fuerte, así que sentí que mi trauma no podía afectarme. No tenía trastorno de estrés postraumático. La terapia parecía tener ningún impacto en mí”.
Pero recuerda que hubo un cambio: “cuando me hice madre todo eso cambió. Mi fuerza llegó a su límite y ya no podía compartimentar y cerrar mis emociones. Tuve que comenzar a aprender cómo me impactó y cómo podía sanar. Empecé a usar el ejercicio y otras herramientas de procesamiento somático para procesar mis emociones y sanar mi trauma. Ha sido un viaje y todavía no ha terminado”.
Hoy en día, Kara comparte su proceso de trauma y sanación con personas que han sufrido experiencias similares: “enseño a otros cómo sanar y cómo tomar el control de sus vidas después de ser una víctima. Mi objetivo es mostrarles que no estamos definidos por las cosas que suceden en nuestro pasado”, sentenció.