Lesley Forward padecía una rosácea severa en el rostro y su médico no pudo recetarle ningún medicamento pues se encontraba embarazada. La frustración la llevó a llorar desconsoladamente, pero tras investigar en Internet encontró lo que llamó “cura milagrosa” a su particular condición.
Nuestra protagonista de 36 años vive junto a su pareja Michael de 35 en el condado Down, Irlanda del Norte (Reino Unido), al lado de sus hijos Kaley (13) y Lea (6 meses). Si bien la rosácea la desarrollaron todos en 2019, no sería hasta su segundo embarazo en 2022 que las cosas empeoraron para ella.
Todo comenzó con un sarpullido en ambas mejillas, la nariz muy roja, con tratamientos que no surtían efecto, por lo que su rostro se llenó de manchas de dicho color haciéndola quedar mal frente a sus clientes (es coordinadora de negocios e instructora de acondicionamiento físico). Pero también con su pareja, de quien llegó a creer que le miraba la piel en todo momento.
Empeoró con el paso de los años
A PA Real Life dijo: “al inicio pensé que se debía a una infección viral; después de un par de semanas no desapareció, así que comencé a observar mi dieta para ver si era algo que estaba comiendo, no hubo diferencia. Yo no era de las que gastan dinero en el cuidado de la belleza, solo agua y jabón, pero con esto empecé a usar limpiadores, humectantes que no ayudaron”.
Esto se intensificó exponencialmente en mayo de 2022: “la erupción estaba en ambas mejillas, muy rojas, llenas de bultos, también en la nariz, sobre todo en la punta. Nunca vi nada así. Estaba enferma, cansada, me sentía mal debido al embarazo. Aumentaba de peso y tenía la rosácea, me deprimí en ese periodo. Empecé a usar maquillaje para cubrirlo, no resultó”.
Inseguridad de interactuar con los demás
La inseguridad se hizo presa de ella abarcando su vida profesional: “los clientes te admiran, pero cuando tienes la cara roja y llena de granos no te ves como la persona sana que deberías ser para ellos”.
Pero, también en el plano íntimo: “cuando mi pareja me hablaba, le preguntaba por qué me miraba y me enfadada mucho porque pensaba que miraba mi piel. Me sentía tan horrible conmigo misma”.
La estocada final llegó cuando el doctor le dijo que no podía recetarle medicamentos por su embarazo: “me dijeron que debía esperar hasta después del bebé para recibir tratamiento, pero tampoco podía tomar nada cuando amamantaba. Estaba devastada. Me senté en mi auto y lloré”, recordó.
La ‘cura milagrosa’
Decidida a tomar al toro por las astas, comenzó a buscar en Internet casos parecidos al suyo hasta que dio con una crema que contenía alcaparras llamada Kalme que prometía calmar el dolor, aclarar su piel y vaya que dio resultados: “el enrojecimiento había aclarado un poco y las manchas no eran tan malas. Después de dos semanas, mi piel estaba casi clara. Era increíble. Llevo poco más de un año usándola, sigo encantada con los resultados”.
Y tiene un mensaje para las personas que sufren este mal: “lo recomendaría a cualquier persona que lo padece... no puedo creer cuánto ha mejorado mi piel, es como una cura milagrosa. Me sentí como yo misma otra vez”.
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