Hace 27 años, en un día como cualquiera, Lorena Ramírez vivió lo peor que le podría pasar a una madre amorosa: su hija se perdió. Desde esa fatídica fecha, la mujer emprendió una búsqueda incansable de la pequeña que hoy hecha una mujer reencontró y ya llevan poco más de 6 meses desde que volvieron a convertirse en mamá e hija, siendo su historia el fiel reflejo de una cruda realidad que pocos se atreven a enfrentar en México.
Con ahora 50 años, Lorena recuerda a la BBC que ese solo hecho la marcó para siempre, un punto de no retorno que la convirtió en alguien más fría, más dura, pero hoy mira hacia adelante y solo piensa en cómo recuperar el tiempo perdido, pero sabe que después de tanto tiempo es casi igual que conocer a una persona nueva.
Fue el 1 de octubre de 1995, el día en que la alegre Juana, una bebé conversadora con sus padres, pero huraña en la calle, por lo que era casi imposible que se fuera con algún extraño pese a tener tan solo 3 años cuando fue alejada de sus padres por la fatalidad.
El bosque de Chapultepec
Lorena, su esposo, Juana y sus otras dos hijas fueron al bosque de Chapultepec de la Ciudad de México, entraron al zoológico, se sentaron a comer; todo iba con normalidad, los pequeños jugaban, pero cuando tocó la hora de partir ellos y el resto de los familiares hicieron un círculo para despedirse; la mamá soltó por un par de segundos a la pequeña de 3 años, pero al rato simplemente ya no estaba.
“No sé si era una corazonada de madre, pero yo di por hecho en ese momento que me acababan de robar a mi hija”, recordó con terror, tras lo cual corrió a la puerta del bosque a pedir que cerraran los accesos, pero el policía que la atendió se negó pues a esa hora la gente salía del zoológico. La pequeña no apareció.
Lo siguiente fue ir a la comisaría para presentar la denuncia por secuestro, pero le dijeron que debía esperar 72 horas, que seguramente en un par de horas aparecería, pero ella refutó tal afirmación comentando que se trataba de una pequeña de solo 3 años: “ahí empezó mi calvario. La muerte en vida”.
El inicio de una búsqueda interminable
Lorena tocó las puertas de más de un medio de comunicación, pero nulo caso le hicieron, recibió ayuda de muy poca gente, sus vecinos fueron algunos de estos, quienes repartieron volantes de Juana.
“Pasó una semana y yo estaba desesperada. No sabía qué hacer ni a dónde acudir. Gritaba, lloraba e imploraba, pero nadie me escuchaba. Mi marido era albañil y yo lavaba y hacía quehaceres en casas. Desde entonces, dedicamos nuestro tiempo a buscarla”, dijo Lorena.
La mamá de Juana conoció a una chica que pasaba lo mismo que ella, la lleva a una fundación de “niños robados”, cuando llegó al lugar vio paredes llenas con fotos de menores perdidos que no fueron encontrados: “si a ellos no los encontraron ¿Qué va a pasar con mi hija?”
Lorena siguió buscando a su hija, pero, al mismo tiempo, se dio cuenta que la vida seguía, pero algo había cambiado, las cosas no eran iguales: “se acabó celebrar Navidades, Reyes, festejos de cumpleaños, día de las madres... yo siempre les decía (a sus otros hijos) que no había nada que festejar... por suerte, nunca me reclamaron nada”.
De hecho, con el paso de los años tuvo otros dos hijos, pero cuando llegaba el cumpleaños de Juana rezaba a Dios para que la cuide, que le dé la chance de verla nuevamente pues nunca perdió la fe en reencontrarse con ella, quizás por eso buscaba gente que pensaba podría parecerse a su hija, pero ninguna era ella.
“Soy Juana Bernal”
Hace tres años, el esposo de Lorena murió tras 31 años de casados, su pérdida fue un dolor insondable: “ya que estás del otro lado, búscala. Y si puede ser en un sueño, ven y dime dónde está”.
En julio de 2022, Lorena enfermó seriamente, al punto que tuvieron que operarla, por lo que, pensando lo peor, llamó a sus hijas y les hizo un pedido especial; que dejen de buscar a Juana si ella moría: “dejen las cosas como están, sigan sus vidas y que no las detenga a ser felices. El dolor y la pena son míos y me los voy a llevar yo”.
La operación salió bien, pero su vida daría un nuevo giro el primero de agosto cuando llegó a ella un mensaje publicado en una página de personas que buscan a sus familias que rezaba: “soy Juana Bernal y busco a mis padres biológicos”. Lorena comenzó a llorar.
Una de sus hijas contactó a la supuesta niña perdida para saber si era su hermana perdida y su respuesta la dejó impactada: “la persona que me robó me dijo que me llamaba así y que me había encontrado en el bosque de Chapultepec”.
Reencuentro tras 27 años perdida
Tras compartir fotos, a la mamá no le quedó dudas: “sabía que era ella porque se parece mucho a mis otras hijas. No había duda”, sus hijas se encontraron con Juana tres días después de la publicación; ella confesó que los recordaba a todos, pero que soñaba con volver a ver a su progenitora.
“Cuando abrió la puerta, me paré y ella entró. El abrazo después de 27 años... me vio y me dijo: ‘eres mi madre’, ‘sí, tú eres mi hija’, le respondí. ‘Gracias por la oportunidad de volverte a ver’”, recuerda Lorena emocionada.
Los años perdidos de Juana
“¿Por qué no me buscaste?”, le dijo Juana conforme transcurrió la conversación, pero su madre respondió casi de inmediato: “aquí están todas las pruebas de que nunca dejé de hacerlo”.
Al recordar los sucesos de hace 27 años, Juana cree que la durmieron, porque cuando despertó estaba en una casa junto a tres niños: “ellos van a ser ahora tus hermanitos”, recuerda que le dijo el sujeto, que él sería en adelante su “papá”, lloró inconsolablemente hasta que se quedó dormida.
Un año después la registraron, pero con el nombre de Rocío, fecha de nacimiento del 1 de octubre de 1992 en la ciudad de Toluca. A los 7 años cocinaba, daba de comer a los animales, limpiar antes de ir a la escuela, pero también golpeada por la “señora de la casa”.
Cuando tuvo 17, no lo pensó más y se escapó para luego casarse, pero no sin antes preguntar que si la mujer no era su mamá ¿Quién lo era? La mujer le dijo que la abandonaron en el bosque de Chapultepec y ellos la recogieron. En dicha conversación, también se enteró que su verdadero nombre era Juan Bernal, la mujer le dijo que nunca encontraría a su verdadera familia porque no la querían, entonces decidió escribir el mensaje.
Una nueva convivencia
Cuando se conocieron, para estar seguras, se hicieron la prueba del ADN en la Fiscalía y los resultados arrojaron un 99.9 por ciento positivo: “gracias porque después de tantísimos años sin saber de ti, Dios nos da la oportunidad de estar juntos nuevamente”, dijo Lorena en su momento.
La familia aún la llama Juana cuando hablan de ella en la casa, pero cuando conversan delante su suyo le dicen ‘Chio’ por Rocío, pero no todo ha sido fácil: “no digo que estoy sufriendo, pero es difícil porque no la conozco por completo. Yo perdí una niña de 3 años y ahora encontré una mujer de 30. No viví las etapas de su vida, es una parte que me robaron”.
Pero, eso no es todo: “no sé qué le gusta, qué quiere. Viene su cumpleaños y no sé qué regalarle porque no la conozco. La veo, la abrazo y la beso. Nos mandamos mensajes, le digo: ‘hola, mi niña’, ella me contesta: ‘hola mami ¿Cómo estás?’ creo que será poco a poco”.
La Navidad de 2022, Juana estuvo con su madre al lado de sus dos niños, pero faltó su esposo: “sé que él estuvo con nosotros y está feliz porque su familia está reunida. Si hubiera vivido este momento... lo hemos pensado. Habría sido el hombre más feliz”.
Captores tras las rejas
Pero ¿Qué pasó con los raptores de Juana? En marzo de 2023 fueron arrestados Antonio y Patricia por el delito de desaparición cometida por particular agravado: “hace 27 años los habría matado, estaba desgarrada por dentro; ahora pude tenerlos frente a frente, dentro mío dije: ‘Dios mío, los perdono por lo que hicieron’”.
“Me dañaron, destrozaron mi vida y mi familia. Pero para mí, Dios es amor. La que se va a encargar de ellos es la justicia. Tienen que pagar el daño que hicieron, y que Dios los perdone... marcó mi vida como mamá, como mujer. Me volví fría y agresiva; con mis otros hijos fue muy dura”, recordó apenada.
Pero, pese al calvario vivido tras 27 años, es optimista hacia el futuro: “ahora me siento feliz y bendecida por Dios. El tiempo perdido con mi hija jamás se va a recuperar, pero ahorita hay que vivir y disfrutar el momento. Si la vida es tan corta que no sabemos qué va a pasar mañana. Hay que vivir felices”, sentenció.