Samantha Griffin, una trabajadora social de Indiana, Estados Unidos, nunca imaginó que la peluda compañera que adoptó hace solo nueve meses se convertiría en su heroína. Luna, una husky siberiana rescatada, salvó la vida de Griffin al alertarla de una fuga mortal de monóxido de carbono en su apartamento.
La pesadilla comenzó unas semanas después de que Griffin se mudara a su nuevo hogar con Luna y su sobrina. La alarma de humo y monóxido de carbono sonaba con frecuencia. Inicialmente, lo atribuyeron a un problema con la batería y lo desconectaron, pensando que era un falso positivo. Sin embargo, las señales de alerta no solo provenían del dispositivo, sino también del comportamiento inusual de Luna.
Más que una mascota, una salvadora
“Normalmente tengo migrañas, así que eso no es extraño”, explicó Griffin sobre un día específico en que se sintió mal. “Pero lo extraño era que Luna no me dejaba dormir, a pesar de que suele dormir en el sofá o jugar por el departamento”.
Luna, que se estima tiene dos años, comenzó a actuar de forma errática. No paraba de molestar a Griffin para salir, la arañaba e incluso la lastimaba con sus saltos insistentes. Era un comportamiento atípico en la perrita, que contrastaba con su usual tranquilidad.
“Todo el día me estuvo molestando para que saliera. Ella normalmente no hace eso”, relata Griffin. “Empezó a darme saltos –creo que todavía tengo moretones de donde me golpeó– y arañó mi puerta y esas cosas, tratando de salir. Ella nos estaba alertando mucho antes de que la alarma sonara”.
Una intuición canina que salvó vidas
Siguiendo las insistentes señales de Luna, Griffin salió del apartamento y llamó al personal de mantenimiento del edificio. Al llegar, detectaron una fuga significativa de monóxido de carbono, un gas inodoro e incoloro que puede causar intoxicación e incluso la muerte.
“La compañía de gas envió a alguien para identificar el origen de la fuga. Dijo que había 97 [partes por millón] en mi apartamento, lo que según su entrenamiento, si estás en un lugar con 50 [partes por millón] o más durante más de media hora, estás muerto”, contó Griffin. “Y él dijo: ‘No sé cómo sobreviviste’”.
La importancia de la prevención
Afortunadamente, Luna sacó a tiempo a Griffin, quien luego supo que la fuga se debía a un nido de pájaros en el conducto del calentador de agua a gas del edificio, el cual fue reemplazado posteriormente.
Este incidente subraya la importancia de instalar y revisar detectores de monóxido de carbono en el hogar. Además, como recalca Griffin y el jefe de bomberos locales, es crucial realizar revisiones anuales a estufas, calentadores de agua a gas y cualquier otro artefacto que funcione con gas. Los detectores de monóxido de carbono, por su parte, deben reemplazarse cada cinco años según las recomendaciones del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Un vínculo que trasciende las palabras
Hoy, tanto Griffin como Luna se recuperan satisfactoriamente. La perrita, que había dejado de comer temporalmente debido al estrés, ha vuelto a su estado juguetón y come con normalidad.
“Luna me salvó la vida ese día”, afirma Griffin con evidente emoción. “Si no me hubiera sacado, probablemente me habría dormido y muerto”.
La historia de Luna va más allá de una anécdota conmovedora. Es un poderoso recordatorio del profundo vínculo que podemos establecer con los animales, quienes no solo nos brindan compañía y amor incondicional, sino que también pueden convertirse en nuestros guardianes en momentos de peligro.
Griffin concluye con un mensaje inspirador: “Los perros pueden ser increíbles. No son solo un animal o una mascota. Pueden ser familia”. Al adoptar a Luna, ella no solo ganó una compañera, sino una heroína peluda que la protegió del peligro invisible.
Periodista. Estudió Comunicación en la Universidad de Lima. Diez años de experiencia en medios digitales. Actualmente se desempeña como redactor del Núcleo de Audiencias de El Comercio.