La obesidad es llamada la pandemia del siglo XXI y es que más de 2500 millones de adultos en todo el planeta tienen sobrepeso de acuerdo con las cifras de la Organización Mundial de Salud (OMS). Es considerada una enfermedad crónica que puede dar pie a otras como la diabetes o cardiopatías. En tal sentido, no es extraño que millones de personas en todo el mundo intentan llevar un estilo de vida más saludable, que involucra tanto alimentación como ejercicios. Sin embargo, no siempre tienen éxito en lograr bajar los kilos de más.
Una investigación reciente, publicada en International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity, ha recogido que no solo es importante considerar con qué nos alimentamos, sino a qué hora comemos, como parte de la llamada crononutrición.
Los dos hábitos asociados a menor IMC
En el estudio se plantea que hay dos hábitos específicos que se asocian con un menor índice de masa corporal (IMC o BMI, por sus siglas en inglés): mantener un ayuno nocturno más prolongado y desayunar temprano.
La investigación incluyó a más de 7.000 voluntarios de entre 40 y 65 años de GCAT | Genomes for Life, un proyecto liderado por el Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol (IGTP). En 2018, los participantes respondieron cuestionarios sobre su peso y altura, hábitos alimentarios (incluidos los horarios de las comidas), otros hábitos de vida y estatus socioeconómico. Después de cinco años, más de 3.000 participantes realizaron una visita de seguimiento al equipo de investigación, donde se registraron nuevamente sus medidas y se completaron nuevos cuestionarios.
Interpretación de resultados: cenar más temprano
“Nuestros resultados, en línea con otros estudios recientes, sugieren que prolongar el ayuno nocturno podría ayudar a mantener un peso saludable si se acompaña de una cena y un desayuno tempranos”, explicó Luciana Pons-Muzzo investigadora de ISGlobal en el momento del estudio y actualmente en IESE Business School. “Creemos que esto puede deberse a que comer más temprano en el día está más en línea con los ritmos circadianos y permite una mejor quema de calorías y una mejor regulación del apetito, lo que puede ayudar a mantener un peso saludable”, agregó. “Sin embargo, es demasiado pronto para sacar conclusiones definitivas, por lo que las recomendaciones tendrán que esperar a tener evidencias más sólidas”, puntualizó.
Mujeres: menor IMC y peor salud mental
El análisis de los datos por género mostró que, en comparación con los hombres, las mujeres generalmente mostraban un IMC más bajo, una mayor adherencia a la dieta mediterránea, una menor propensión a consumir alcohol y una peor salud mental. De igual modo, tenían más probabilidades de ser responsables de la supervisión del hogar o de la familia que los hombres.
En la investigación, el equipo encontró a un grupo de hombres que tenían su primera comida del día a las 14:00 y que, en promedio, ayunaban durante 17 horas. Sin embargo, comparados con otros hombres tenían estilos de vida menos saludables pues eran más proclives a fumar, tomar alcohol, tener menos actividad física y no llevaban una dieta mediterránea. Asimismo tenían un bajo nivel de educación y era más probable que estuvieran desempleados. Esto patrones no se observaron en los grupos de mujeres.
Sobre el ayuno intermitente
Por su parte, la coautora Camille Lassale, también investigadora de ISGLobal, indicó que existen diferentes formas de practicar el ayuno intermitente y el estudio que realizaron fue sobre el nocturno. “Lo que observamos en un subgrupo de hombres que hacen ayuno intermitente saltándose el desayuno es que esta práctica no tiene ningún efecto sobre el peso corporal. Otros estudios de intervención en participantes con obesidad han demostrado que esta táctica no es más efectiva que la reducción de la ingesta calórica para reducir el peso corporal a largo plazo”, declaró.
“Nuestra investigación se enmarca en un campo emergente de investigación conocido como ‘crononutrición’, que se centra no solo en analizar lo que comemos, sino también los momentos del día y el número de veces que comemos”, señala Anna Palomar-Cros, investigadora de ISGlobal en el momento del estudio y actualmente en el IDIAP Jordi Gol. “En la base de esta investigación está el conocimiento de que patrones inusuales de ingesta alimentaria pueden entrar en conflicto con el sistema circadiano, el conjunto de relojes internos que regulan los ciclos de la noche y el día y los procesos fisiológicos que deben acompañarlos”, remarcó.
Cuáles son los elementos que debe incluir una alimentación saludable
En las Guías Alimentarias para Estadounidenses, se indica que los elementos centrales que componen un patron dietético saludable incluyen:
- Verduras de todo tipo: verde oscuro, rojo y anaranjado; frijoles, chícharos y lentejas; con fécula y otras verduras
- Frutas, especialmente enteras
- Granos, al menos la mitad deben ser integrales
- Lácteos, incluidos leche, yogur y queso sin grasa o bajos en grasa
- Alimentos con proteínas, incluídos los mariscos, carnes magras, aves y huecos; frijoles, chícharos y lentejas; y frutos secos, semillas y productos de soya
- Aceites, incluidos vegetales y aceites en alimentos como mariscos y frutos secos
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