La luz artificial nocturna aleja a los peces alevines de sus hábitats iluminados naturalmente, al tiempo que reduce drásticamente sus posibilidades de supervivencia en una “trampa ecológica”. Es la conclusión de un nuevo estudio, que advierte de las graves consecuencias para la conservación de los peces y la gestión de las poblaciones de peces por esta causa.
“La contaminación lumínica es un tema de gran actualidad con muchos aspectos que los científicos aún no comprenden bien”, afirma Jules Schligler, estudiante de doctorado en el Laboratorio CRIOBE (Centre de Recherches Insulaires et Observatoire de l’Environnement) en Moorea, Polinesia Francesa.
Afecta a una cuarta parte de las costas del mundo
La luz artificial es el producto de actividades relacionadas con el ser humano, como el uso de luces eléctricas a lo largo de carreteras, fábricas, residencias y centros turísticos cerca de masas de agua. “Está en todas partes y la fauna marina no está exenta de sus efectos”, afirma Schligler, citado por Phys.org. “Una cuarta parte de la costa mundial se ve afectada y este nivel aumenta cada año”.
Schligler y su equipo se propusieron investigar los efectos de la luz nocturna artificial en el reclutamiento de larvas en peces tropicales. El reclutamiento de larvas es el número de peces que se establecen en su hábitat y sobreviven a sus años juveniles antes de convertirse en adultos.
“El reclutamiento de larvas es un rasgo clave del ciclo de vida de los peces que afecta a la reposición de las poblaciones y a la aptitud física de los adultos”, afirma. “Los peces larvarios también dependen en gran medida del ciclo de luz natural”.
Cómo se hizo la investigación
Para investigar estos efectos, Schligler utilizó 48 corales que se dividieron en dos tratamientos: corales de control expuestos únicamente a la luz natural y corales expuestos a la contaminación lumínica nocturna de una intensidad similar a la que producen los centros turísticos de playa y las farolas. Schligler se centró en dos peces damisela dominantes de los arrecifes de coral nativos de la Polinesia Francesa, el dascyllus de cola amarilla (Dascyllus flavicaudus) y el chromis verdeazulado (Chromis viridis).
“Primero, monitoreamos el asentamiento de los peces en los corales para ver si preferían las condiciones de luz natural o artificial”, dice Schligler. “Luego, los peces fueron sometidos a una serie de experimentos para comprender mejor el impacto de la luz artificial nocturna después de que se habían establecido”. Estos experimentos midieron varios aspectos del desarrollo y la supervivencia, como el crecimiento, la tasa metabólica y el riesgo de depredación.
Esta investigación descubre que muchos peces jóvenes en realidad prefieren entornos con luz artificial, reclutando entre 2 y 3 veces más peces que los entornos con luz natural.
El estudio también revela los efectos nocivos de la luz artificial nocturna en el crecimiento de los peces, la tasa metabólica y la supervivencia general.
“La luz artificial nocturna ha producido una trampa ecológica donde estos peces, engañados por la actividad humana, ahora prefieren hábitats donde su aptitud será menor”, dice Schligler. “En otras palabras, esta luz tiene el potencial de atraer organismos a un entorno menos adecuado, generando un estresor antropogénico peculiar”.
Estos resultados tienen implicaciones para la conservación de los peces y las políticas de recolección. “Las áreas marinas protegidas han comenzado a considerar la contaminación lumínica en su política de gestión muy recientemente”, dice Schligler. “Para comprender mejor la reposición y conservación de las poblaciones de peces, es crucial tener en cuenta tantos factores como sea posible, como los efectos de la contaminación lumínica, que rara vez se consideran”.
Esta investigación se presentó en la Conferencia Anual de la Sociedad de Biología Experimental en Praga.