Dicen que los gatos son animales domésticos nada cariñosos, pero ,en realidad, no es así. Si bien algunos aprovechan su soledad al máximo y prefieren pasar tiempo fuera de casa, muchos disfrutan de la compañía de sus dueños y necesitan dosis diaria de mimos para fortalecer la relación.
Sin embargo, es importante manejar tus muestras de afecto, pues cierto felinos reaccionan con bastante agresividad al contacto físico no deseado y ocurren los problemas. De hecho, una mascota tolerante a los acercamientos no es necesariamente un gato feliz.
Bajo esa línea, la clave para no incomodar es conceder a tu compañero gatuno la capacidad de elegir y controlar los movimientos. Según mencionan desde la BBC, una investigación demuestra que las interacciones duran más cuando es el gato el que las empieza.
Cómo acariciar a un gato
Dicho esto, necesitas prestar al comportamiento y saber leer las señales del minino al momento de darle cariño. Generalmente, a la mayoría de los felinos les agrada que los acaricien alrededor de las zonas donde se localizan las glándulas faciales (base de las orejas, bajo la barbilla y cerca de las mejillas).
Aunque no parezca, si tu gato mantiene la cola erguida o la mueve suavemente de lado a lado mientras la estira en el aire, significa que está disfrutando del contacto. En caso de que exhiba una expresión facial relajada y te empuja con cariño, no entres en pánico, pues solo te quiere decir que se encuentra cómodo con las caricias.
No obstante, los signos de rechazo más comunes son parpadear de forma exagerada, voltear la cabeza en tu dirección contraria, aplanar las orejas, mover la cola, girar bruscamente la cabeza para enfretarte a ti y golpear tu mano con una pata.