Tal vez hayas leído o escuchado que si te comes las semillas de la sandía, estas pueden crecer dentro del estómago; sin embargo, esos son mitos sin ninguna comprobación científica. Si bien estamos acostumbrados a botar las también llamadas pepitas a la basura después de terminar de comer la fruta, esto es un gran error. ¿Por qué? Aquí te explicamos el gran valor nutricional que poseen y por qué consumirlas contribuyen a una nutrición saludable.
Como se sabe, la sandía es la fruta del verano por excelencia. Desde hace uno años, su presencia es cada vez mayor en las fruterías y supermercados por su delicioso sabor. Pero también porque para muchos le resulta tan práctico consumirlo y, además, ayuda a regular la flora intestinal.
El gran temor que puede surgir no es precisamente cuántos trozos se puede comer al día, sino que nos vayamos a tragar alguna pepita o semilla del fruto. Lo primero que debes sacarte de la cabeza es que no crecerá ninguna planta si lo comes por accidente.
Lo segundo a tomar en cuenta es que tienen propiedades nutricionales muy interesantes para la salud. Es una fuente rica en citrulina y, además, cuenta con antioxidantes.
¿Por qué es un error botar las semillas?
Las semillas son una fuente considerable de nutrientes en la dieta y tiene múltiples beneficios para la salud por su alto contenido de fibra, minerales, fenólicos y actividad antioxidante.
Eso sí, debes saber que existen dos tipos de semillas: las blancas y negras. Las pepitas negras son las semillas que comúnmente se encuentran en una sandía normal, mientras que las blancas son semillas inmaduras.
Si comiste alguna pepita de casualidad, no te preocupes. Ayudan al cuidado de la piel y el cabello, como también refuerzan el sistema inmunológico, son bajas en calorías y fortalecen los huesos.
Propiedades y beneficios de la sandía
Existen diferentes tipos de sandía, algunas más grandes, otras menos redondeadas y otras sin las rayas que las caracterizan. Independientemente del tipo de sandía que se consuma, todas son altamente saludables. A continuación te presentamos los beneficios para la salud de esta fruta:
- Hidrata. La sandía se asocia al verano y no es de extrañar, puesto que es un alimento con gran contenido en agua, el 92% de su composición, y contiene importantes electrolitos. Puede comerse en cualquier momento y es un “snack” ideal para tomar a cualquier hora.
- Mejora la salud cardiovascular. Consumir sandía en grandes cantidades, según muchas investigaciones, correlaciona positivamente con la mejora de la función cardiovascular, pues incrementa el flujo sanguíneo a través de la vasodilatación.
- Mejora la salud ósea. La sandía contiene licopeno, que es especialmente importante para nuestra salud ósea. El licopeno dietético reduce el estrés oxidativo que normalmente aminora la actividad de osteoblastos y osteoclastos; su consumo se asocia huesos más saludables. La sandía también es rica en potasio.
¿Es bueno comer semillas de sandía crudas?
¿Podemos comer semillas de sandía de forma segura? La respuesta corta es sí, y ni siquiera tienes que preocuparte de que una sandía comience a crecer en tu estómago. Puedes comerlas crudas, directamente de la fruta ya que tienen un recuento bajo en calorías y son ricas en micronutrientes como zinc, magnesio, potasio, etc. Asimismo, aumentan la inmunidad y la salud del corazón y ayudan a controlar los niveles de azúcar en la sangre.
¿Podemos comer semillas de sandía a diario?
Las semillas negras de la sandía son una combinación deliciosa y saludable y pueden ser el refrigerio perfecto para ti. Todo lo que necesitas hacer es secar algunas de ellas y tostarlas. Empaque algunos de estos con una caja de nueces para tener tu merienda está lista y darle a su cuerpo un impulso adicional de nutrición.
¿Cómo conservar frutas cortadas sin que se oxiden?
El limón es un excelente conservante natural y lo puedes utilizar con distintos alimentos. Sigue estas recomendaciones de la creadora de contenido Pepa Tavero para que tus frutas no se oxiden
- Corta en pequeños trozos la fruta que te sobró con un cuchillo bien afilado y trasládala en un tazón o recipiente con tapa
- Agrega unas cuantas gotas de limón en el tazón que contiene la fruta y remueve bien
- Humedece con agua una servilleta de papel y cubre el recipiente
- Finalmente, tapa el recipiente herméticamente y llévalo al refrigerador
- La fruta puede conservarse fresca hasta por 24 horas