Uno de los momentos más felices en la vida de un perro es cuando le toca su paseo diario. ¿Se desesperan? Esos minutos en la calle significan relajo, ejercicio y lo mejor para su bienestar; sin embargo, hay días en los que sus dueños no los pueden sacar a pasear o pasan una temporada en casa sin poder ir al parque, generando un impacto negativo en su salud, carácter y en la convivencia familiar. ¿Le generarás estrés?
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Por su naturaleza, las mascotas no pueden estar quietas mucho tiempo y necesitan movimiento, por eso los especialistas recomiendan llevarlos a dar un paseo 2 o 3 veces al día, por un plazo de 20 o 30 minutos, donde no solo aprovecharán en hacer sus necesidades sino que los ayudará a mantenerse en forma, a explorar su entorno mediante sus sentidos y estar activos.
Además, en cada salida ellos exploran mediante el olfato, la vista, el oído lo que sucede alrededor y podrán socializar con otras personas y perros, aprendiendo a relacionarse con ellos
Qué daños les genera el no salir
Muchas personas que cuentan con jardín o un terreno amplio en casa consideran que la necesidad de salir a pasear está cubierta dejándolos en esos ambientes; sin embargo, el no tener una rutina de paseo le puede generar diversos problemas, principalmente en su salud física y mental.
1. Problemas de salud
Si un perro no sale a pasear, no podrá realizar ejercicio físico y, por ende, subirá de peso al querer comer más por ansiedad o aburrimiento. Adicional a esto, según explican desde ‘Experto animal’ puede desarrollar obesidad, diabetes, debilidad muscular y dolores de articulaciones.
2. Hiperactividad e irritabilidad
El no cubrir la necesidad de salir de casa puede afectar su carácter, ya que el permanecer encerrado hará que tenga un exceso de energía y se sentirá frustrado al no realizar ninguna actividad para agotarse. Es aquí donde se alterará ante estímulos como ruido, gente o perros que pasen por la puerta de casa.
3. Mal comportamiento
El perro empezará a desarrollar múltiples problemas de comportamiento como ladridos excesivos para llamar la atención de sus dueños, romper objetos para descargar su ansiedad y frustración, micción y defecación en zonas inadecuadas o en horarios que no son habituales, comer de forma excesiva, agresividad, inseguridad y protección del territorio ante extraños ladrando cada vez que se acerca alguien a la puerta o hay invitados.