Una de las épocas más complicadas del año es la llegada del otoño, pues con él vienen las tardes frías y con lluvia. Si bien muchos empiezan a sacar la ropa de abrigo y se cubren con chompas o casacas, hay una zona del cuerpo que muchas veces se mantiene helada. Estamos hablando de los pies y lo difícil que resulta, para algunos, lograr que se mantengan calientes. Es aquí donde los trucos caseros prometen aliviar esta molestia.
El tener los pies o manos frías responde a que en estas extremidades hay muchos vasos sanguíneos pequeños que son sensibles a la mala circulación de la sangre. Cuando estos se contraen, circula menos sangre y se enfría, lo que provoca la diminución de temperatura.
Entre las medidas más eficaces para cuidar los pies durante estos meses figuran el usar calcetines de fibras naturales como la lana, pues el algodón absorbe la humedad; recurrir a calzado que permita la transpiración para que no se humedezca y aumente la sensación de frío; además, evitar las fuentes de calor directas. También puedes aplicar estos trucos caseros:
1. Bolsas de semillas
Un buen truco para decir adiós a los pies helados es usar una bolsa de semillas, que se caracteriza por ser una fuente de calor seco. La calientas dos minutos en el microondas y la pones a la altura de tus pies, dentro del edredón o sábanas.
2. Dormir boca abajo
Ponerse boca abajo en la cama es otra solución. Desde ‘Ok Diario’ explican que esta postura estimula la circulación, de manera que los pies se calientan antes. Si te resulta incómodo dormir así, puedes permanecer hasta que hayas entrado en calor y luego acomodarte como prefieras en la cama.
3. Aceites esenciales
Otro remedio casero es masajear los pies con un aceite esencial antes de irte a dormir, puede ser aceite de romero o aceite de jengibre. Hacerlo de dedos a talón, con movimientos circulares. Luego hay que secarlos bien y ponerse unos buenos calcetines.
4. Baños de pies
Consiste en sumergir los pies en agua caliente y agua fría de forma alterna. Los expertos explican que se deben poner ambas extremidades en agua caliente (38-40 °C) durante tres minutos. Luego un minuto en agua fría (aproximadamente 15 °C). Se repite esta operación tres veces y luego se secan y se abrigan.
Otra opción es finalizar cualquier ducha o baño de agua caliente con agua fría. Este simple consejo puede ayudar a fortalecer el organismo. A esto se le conoce como choque térmico.