La vida está llena de sorpresas y giros inesperados, y la historia de Edwin Castro es un claro ejemplo de cómo el destino puede cambiar en un instante. Este joven hispano, que pasó de trabajar como mecánico en un pequeño taller a convertirse en el afortunado ganador del mayor premio de la historia del Powerball—US$2,040 millones—, ha capturado la atención del mundo. Su sorprendente transformación no solo ilustra la suerte, sino también el esfuerzo y la determinación que lo llevaron hasta donde está hoy.
Antes de convertirse en un hombre afortunado, Castro vivía en Los Angeles, donde su vida giraba en torno a la familia, el estudio y el trabajo. Desde joven, se destacó en deportes como el fútbol americano y el béisbol en la preparatoria Crescenta Valley, algo muy común y que puede asemejarse a tu vida o a la mía, lo que le brindó un entorno de camaradería y competitividad. Su pasión por los autos lo llevó a desarrollar habilidades mecánicas, así que consiguió un empleo en H&H Flatheads Forever, un taller especializado en la restauración de vehículos antiguos.
¿QUÉ ESTUDIÓ EDWIN CASTRO Y DÓNDE?
En este taller al que hago mención, Castro trabajó entre marzo y agosto de 2011, desmontando, limpiando y pintando motores. Aunque disfrutaba de su trabajo, siempre había una meta más grande en su mente: convertirse en arquitecto. Esta aspiración lo impulsó a buscar nuevas oportunidades y a enfocarse en su educación.
Después de dejar el empleo, Edwin tomó la decisión de matricularse en Woodbury University, una universidad privada en Burbank, Los Ángeles. Allí, comenzó su camino en el campo de la arquitectura, un área que lo apasionaba profundamente. Sin embargo, la vida de estudiante no fue sencilla; Castro tuvo que combinar su tiempo en las aulas con múltiples trabajos para poder mantenerse económicamente y continuar su formación.
Durante su tiempo en Woodbury, trabajó como pasante en la reconocida firma de arquitectos RTKL Associates. En esta experiencia, se involucró en proyectos de planificación, creó modelos 3D y diseñó decoraciones. Esta pasantía no solo le permitió adquirir habilidades técnicas, sino que también le brindó una valiosa red de contactos en el mundo de la arquitectura.
Además de su trabajo en RTKL, Castro también fue recepcionista en el gimnasio de la universidad. Aunque este empleo podía parecer menor, fue esencial para equilibrar sus gastos y seguir adelante con su educación. Con cada tarea realizada, Castro se acercaba más a su sueño, demostrando una ética de trabajo ejemplar.
Finalmente, la vida de Edwin Castro dio un giro radical cuando ganó el Powerball, lo que le permitió no solo asegurar su futuro financiero, sino también perseguir su pasión por la arquitectura con nuevos recursos. Su historia es un testimonio inspirador de cómo la dedicación y el esfuerzo pueden abrir puertas inesperadas, mostrando que, a pesar de las circunstancias, los sueños pueden hacerse realidad.
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Bachiller en Periodismo de la Universidad Jaime Bausate y Meza. Con siete años de experiencia en medios de comunicación escritos, tanto en ediciones impresas como digitales. Actualmente redacto para el Núcleo de Audiencias del Grupo El Comercio.