Con la llegada del invierno o el verano a Estados Unidos, los ciudadanos deben cambiar de forma obligatoria la hora de sus relojes. Si bien, esto debe cumplirse dos veces al año, a muchos no les agrada hacerlo, Oregon es uno de ellos. Pese a que se opone firmemente a los nuevos horarios cuando se inician estas dos estaciones, hasta ahora no ha obtenido los resultados que esperaba, por lo que la madrugada del 3 de noviembre deberá retrasar su reloj a las 2:00 a.m. A continuación, las razones por las que se resiste a los ajustes.
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Cabe mencionar que si bien casi todos realizan los cambios de hora anuales, Hawái y Arizona no lo hacen. El primero porque mantiene el horario estándar hawaiano (HST) y el segundo sigue el horario estándar de montaña (MST), excepto en la Nación Navajo.
LOS MOTIVOS POR LOS QUE OREGON SE OPONE AL CAMBIO DE HORARIO
Los que están en contra del cambio de horario aseguran que esto provoca posibles enfermedades cardiovasculares, trastornos del estado de ánimo y accidentes automovilísticos; además que la eficacia en el ahorro de energía no tuvo los resultados esperados, incluso se ha consumido más, publica La Nación.
Ya en 2019, los legisladores de Oregon habían aprobado un proyecto de ley para eliminar el cambio de horario y solamente mantener el horario de verano de forma permanente, pero quedó estancado en el Congreso, donde debía aprobarse para su entrada en vigor.
Pero no se quedaron de brazo cruzado e insistieron nuevamente este 2024 presentando el proyecto de ley SB-1548 en el que se recomienda mantener el horario estándar durante todo el año. Pese a que estaba avanzando, una vez más quedó paralizado.
Frente a ello, otras voces autorizadas dan a conocer su posición, tal como la ha hecho la senadora estatal Kim Thatcher, de la oposición, quien asegura que el cambio de hora perjudica la salud y productividad de la gente.
Pero ¿realmente se consume menos con el cambio de horario? El Centro de Investigación en Política Económica señala que “existe poca evidencia de que realmente se ahorre energía”. Algo que valida un estudio base del Departamento de Transporte de los Estados Unidos, publicado en 1975, que dio a conocer que la disminución solamente fue del 1%.