La 'Hiena' destacó el año pasado con la 'U'. Ahora su presente es completamente distinto en Atlas. No ha marcado goles y el presidente dijo que "Alexi Gómez nos ha quedado a deber". (Foto: Imago7)
La 'Hiena' destacó el año pasado con la 'U'. Ahora su presente es completamente distinto en Atlas. No ha marcado goles y el presidente dijo que "Alexi Gómez nos ha quedado a deber". (Foto: Imago7)
Jerónimo Pimentel

Cuando el hincha peruano que bordea los cuarenta lee las noticias que llegan de , una sombra toma por asalto la voluntad e invita a la tristeza. En ese declive emocional aparece una tropa cuya espada es la amargura: el ‘Pompo’ Cordero, ‘Arrocito’ Sánchez, Johan Sotil, ‘Pachito’ Guzmán, Reimond Manco, ‘Kukín’ Flores. Es un ejército terrible, letal, cuya víctima es el corazón de los aficionados.

En alguna charla futbolera queda siempre un valiente que, pasado de copas o embriagado por el calor de la discusión, intenta un argumento reivindicativo, siempre improbable: “no lo supieron llevar”, “lo que jugó en la reserva no se lo he visto a nadie”, “tenía más talento que el ‘Chorri’”, “entendía el fútbol como una forma de poesía y no como una vulgar competencia”, etc. Cuando los contertulios responden la ocurrencia con silencio y miradas graves, el bravo calla también y una verdad vuelve a la luz: el fútbol trata de lo que ocurre, no de lo que pudo pasar.

Alexi Gómez hace mucho coquetea en la frontera que separa a los grandes de los grandes fracasos. La irregularidad, la indisciplina, la falta de fortaleza mental y la incapacidad de concentrarse para alcanzar los objetivos que él mismo se ha trazado contrapesan sus evidentes virtudes: creatividad, técnica y una potencia estimable cuando cuida su condición física.

Gareca ha hecho lo posible por alejarlo del lado oscuro, al punto de concederle convocatorias a amistosos como premio a su buena campaña con la ‘U’. El ‘Tigre’, como lo mostró alguna vez con Donny Neyra, tiene debilidad por los volantes ofensivos dotados y comprende que cierta excentricidad es tolerable a cambio de compromiso y resultados. Sin ellos, en cambio, no hay nada: solo la estela inevitable que deja una estrella fugaz antes de desaparecer.

La cercanía de un mundial, en los talentos activos, suele ser un estímulo poderosísimo que enciende la motivación y dispara picos de desempeño. Este efecto se puede notar en todos los niveles profesionales, desde Cristiano Ronaldo hasta Raúl Ruidíaz, desde Antoine Griezmann hasta Cristian Benavente. En otros, en cambio, el advenimiento de la cita se convierte en una presión difícil de manejar, una responsabilidad que, cuando se puede, se evita. La camiseta nacional se vuelve así un corsé que se viste mal; un peso, una cadena.

¿Qué pasará por la cabeza de quien decide cambiar los entrenamientos y el descanso por una pichanga de barrio a días de un encuentro profesional? ¿Será la forma de decir: “hasta aquí llego”? ¿O es una forma de castigo contra uno mismo porque las cosas van mal? ¿O es solo la respuesta de un chico de barrio ante una presión inmanejable? Que Troglio le abra la puerta de la ‘U’ con ese desparpajo no es un elogio para el ‘10’, es un síntoma de que al club de Ate, en su crisis infinita, aún le quedan muchos sótanos por explorar.

Alexi Gómez tiene 25 años. En este punto es complicado saber si eso es un consuelo o una fatalidad.

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