"El último Mundial de Leo", por Andrés Eliceche. (Foto: AFP)
"El último Mundial de Leo", por Andrés Eliceche. (Foto: AFP)

Por Andrés Eliceche (“La nación” de Argentina)

El campeonato de truco no da las oportunidades del : una derrota y afuera, nada de tres partidos en la fase de grupos para calentar motores. Una de estas noches, de hecho, Claudio ‘Chiqui’ Tapia encontró su valija del otro lado de la puerta de la concentración, ocurrencia de los jugadores de la selección argentina después de la eliminación del presidente de la AFA. No ocurrió lo mismo con la ropa del capitán y su mejor amigo: “Están invictos”, le confirma a “La Nación” una fuente del plantel. Al truco, al Play Station y a la pelota, da igual: competitivo por naturaleza, quiere quedarse junto al ‘Kun’ Agüero con el premio que le espera a la pareja que gane el torneo, uno de los pasatiempos más populares en las entrañas del Bronnitsy Training Centre.

Está feliz, y se le nota, mientras espera la llegada de su familia, un ritual al que le va agregando integrantes Mundial a Mundial. Si fue Jorge, su papá, quien lo acompañó en Alemania 2006, ahora la lista será bien larga. Tres mundiales más tarde, Leo pasó de un lugar a otro: llegará Antonela con sus hijos Thiago, Mateo y Ciro, dispuestos a festejar el domingo el Día del Padre, una celebración que Verónica Miele, jefa de Márketing de la AFA, prepara con sorpresas para todos los integrantes del plantel. En la vigilia del debut ante Islandia, Messi se prende a diario en el fútbol tenis, otra lucha feroz entre los 23. Suele compartir equipo con Mascherano y Di María, dos de la vieja guardia. Esta semana, se trenzaron una mañana contra los tres arqueros y... ganó el equipo de Messi.

¿Quiénes comparten las comidas con él en la concentración? La mesa de los nueve la integran Agüero, Di María, Mascherano, Rojo, Otamendi, Biglia, Banega y Guzmán.

Como en el complejo Cidade do Galo de Belo Horizonte, epicentro de la concentración argentina en Brasil 2014, aquí duerme en la habitación junto a Agüero. En Alemania, 12 años atrás, Pekerman había arropado su timidez al lado de Ustari, el único amigo que el chico de melenita larga tenía en el plantel. En el primer piso del búnker de Pretoria, en Sudáfrica 2010, su compañero fue Verón, que le llenó la pieza de objetos de Estudiantes... Signo del paso del tiempo, aquí mandan más los objetos tecnológicos, fuente de distracción y vía de comunicación con sus familias. “No molestar, héroes en reposo”, advierte el cartel de la habitación 221, la de Messi y Agüero.


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Los partidos de truco son parte de la rutina diaria de quien llegó hasta aquí convencido de que no hay mañana: para él, ganar un Mundial “es ahora o nunca”, como se animó a traslucir en una entrevista unos meses atrás. “No puede ser que cada día tenga que ser ‘el día de Leo’”, razonó Willy Caballero el miércoles, con sentido común, en un intento de que se compartan las responsabilidades. ¿Pero cómo correrse de la dependencia del mejor del mundo? Messi llega al debut en la Copa “superenchufado”, como lo describen desde el cuerpo técnico. Dueño de la selección también, y más que nunca: “El equipo es más de Messi que mío”, le hizo un guiño Sampaoli en marzo, dejando en evidencia su estrategia. Por eso, por ejemplo, hubo un paso por Barcelona antes de aterrizar en Rusia.

Se trata de que todo lo que rodea a la selección sirva para hacerlo sentir a gusto. Que no haya espacio para frases como la del ‘10’ antes de la final de la última Copa América, enojado por la demora de un vuelo: “Que desastre los de la AFA”, escribió entonces en sus redes sociales.

En este ambiente, rodeado por sus viejos lugartenientes y estimulado por la oleada de renovación del plantel (Meza y Pavón se ganaron el cartel de ser sus preferidos), el propulsor de Argentina prepara su cuarta expedición a la gloria deportiva. Se preparó como siempre y como nunca: sumó más minutos que cualquiera de sus compañeros en la temporada, pero su madurez le enseñó que en el camino no siempre debía acelerar a fondo. Hasta ahora, que la rueda mundial empieza a girar: “No somos candidatos, pero casi nunca se da la lógica”, guiña un ojo. Y se acomoda la cinta en su brazo izquierdo para salirle al toro, una vez más.

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