"Sin plan, el alma no alcanza" | OPINIÓN. (Foto: AFP)
"Sin plan, el alma no alcanza" | OPINIÓN. (Foto: AFP)

Por Juan Pablo Varsky
"La Nación"


Los jugadores dejaron la piel. No hay reproches desde el esfuerzo. Creyeron y lucharon hasta la última pelota. Meza tiró el centro. Fazio estaba en buena posición para el cabezazo, pero Di María no lo vio y puso la punta de su botín izquierdo. Alcanzó a tocar la pelota sin darle dirección. La transmisión no repitió la jugada. El árbitro marcó el final. El director empezó a mezclar alegría con tristeza. afuera del Mundial en octavos de final. Era una posibilidad muy concreta.

La decepción del 2002 incluyó el ‘upgrade’ de la sorpresa. No estábamos preparados para la salida en fase de grupos del considerado mejor seleccionado del mundo apenas un año atrás. Entre Francia y Corea-Japón, se habían hecho muchas cosas bien. Sigue siendo el último ciclo mundialista completo con el mismo entrenador, Marcelo Bielsa. Cuando llegue Qatar 2022, se cumplirán 20 años de aquel proceso sin rupturas, que incluso continuó hasta el 2004, cuando el DT renunció por su propia crisis energética.

Este camino de Brasil a Rusia entregó todas las señales de que podía acabar en fracaso. El concepto no apunta al resultado, sino a todo el viaje. Sale de memoria el poema: renuncia de Sabella, muerte de Grondona, crisis institucional, elección de 38 a 38 con 75 votantes, Comisión Normalizadora, descomposición del campeonato local, papelón en Río 2016, renuncia de Martino, negativa de cinco entrenadores a reemplazarlo, designación de Bauza, su salida apenas ocho meses después, llegada de Sampaoli, clasificación en riesgo y el triunfo ante Ecuador en Quito.

La preparación para el Mundial también tuvo sus tormentas: el debate entre el plantel y el cuerpo técnico sobre tres o cuatro en el fondo, la exposición del seleccionador en asuntos personales como la discusión con el policía en Casilda, las lesiones de Romero y Lanzini, la suspensión del amistoso con Israel. La relación entre el grupo y Sampaoli quedó deteriorada. En tan solo un año se agotó la confianza entre las partes.


Hinchas brasileños:"Un minuto de silencio para Argentina que está muerta"


Este equipo nunca jugó para su técnico. La última apuesta del DT fue Messi como falso ‘9’. A los 20 minutos, el propio Leo la mandó a la basura. Se ubicó de interior por la derecha y Enzo Pérez se paró como centrodelantero. Más allá de la intención con argumentos explicados en la previa, el experimento había perdido sentido muy temprano. Hacía falta una rectificación inmediata. Sergio Agüero ingresó por Pérez recién en el minuto 66, entre los dos goles del extraordinario Kylian Mbappé. El futuro ya llegó con el ‘10’ de Francia.

La Argentina no supo aprovechar las señales positivas que le fue entregando el partido. El golazo de Di María, con el equipo confundido, en el primer tiro al arco francés. El de Mercado apenas iniciado el segundo tiempo, donde el goleador quiere pararla o evitar que la pelota le rebote. No solo atacó poco y mal por ese defecto de origen. Tampoco se defendió bien. No marcó en ataque y cada pérdida era un suplicio.

Libre en el comienzo de la jugada y con espacios, Mbappé volvió locos a todos los que intentaron detenerlo. Hizo amonestar a medio equipo argentino. La falta de bloque defensivo coordinado se expresó plenamente en el cuarto gol. Desde Messi hasta Tagliafico, los jugadores argentinos salieron de a uno y pagaron ante los pases franceses. No pudo planchar el partido en el 2-1, ni con la posesión de la pelota ni con la cobertura de los espacios. Pavón no persiguió las proyecciones del lateral Hernández que generaron el 2-2 y el 3-2. El otro lateral Pavard la cortó divinamente en el empate, pero Di María reaccionó tarde y no llegó a marcarlo tras el fallido intento de despeje de Tagliafico, quien corría de frente al arco sin ver el mapa de la jugada. El partido fue un retrato de la improvisación durante estos cuatro años.


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Este grupo vivió de la autogestión. Esta generación, aun sin ganar títulos con errores dentro y fuera de la cancha, estuvo muy por encima de la clase dirigente y de algunos entrenadores que les tocaron. Tras ser campeones mundiales juveniles y olímpicos, llegaron a tres finales, una de Copa del Mundo por primera vez desde 1990. Lo consiguieron a pesar de no haber sido potenciados por un proyecto serio.

¿No quieren mirar a Alemania desde el 2004 hasta hoy? Miremos a Uruguay y su plan desde el 2006, cuando asumió Óscar Tabárez. Clasificada para cuartos de final en dos de sus últimos tres mundiales, la Celeste tiene representantes de todos sus equipos Sub 20 desde el 2005 (Muslera, Stuani y ‘Cebolla’ Rodríguez) hasta el 2017 (Bentancur). Cáceres, Suárez y Cavani compitieron en Canadá 2007, el último ganado por la Argentina. Coates en el 2009. Vecino en el 2011. Nández en el 2015. Varela, De Arrascaeta, Gimenez, Silva y Laxalt fueron subcampeones en el 2013. Tendrán su propia revancha ante Pogba y Francia.

¿Qué hizo el fútbol argentino mientras Uruguay construía su futuro? Desmanteló un equipo de trabajo idóneo, no le prestó atención a la formación de jugadores y siguió dependiendo de Messi y “sus amigos”. ¿El resultado? Salvo Otamendi, no tiene centrales en el top 10, ni laterales en el top 20 ni mediocampistas en el top 30. La riqueza se acumula en ataque y un equipo no se forma solamente con goleadores de las mejores ligas. Llegó a Rusia y a octavos de casualidad. Casi empata a Francia de casualidad. El fútbol a veces tiene lógica. Si haces las cosas mal durante tanto tiempo, te irá mal. Sin plan, el alma no alcanza.

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