Milagros Asto Sánchez

Una década puede hacerse eterna bajo el repetitivo sonido de las bombas, o fugaz, si se mira la facilidad con la que todo puede quedar reducido a escombros. Para Fared al-Hor, los últimos 10 años se resumen en un momento muy concreto que le resulta a la vez eterno y fugaz: el bombardeo de su casa en Idlib, en el noroeste de Siria. El régimen de Bashar al Asad y sus aliados habían ocupado su ciudad y apuntaron contra su hogar cuando él estaba documentando el ataque de los aviones de guerra rusos y sirios desde el balcón de su vivienda. Los misiles lo destruyeron todo y causaron la muerte de su tía. Él todavía no sabe cómo se salvó. “Todo pasó muy rápido, pero pienso en esa escena cada día y a cada minuto”, cuenta a El Comercio.