ENRIQUE VERA CARO (*) (@kiquevera)

Luis Timoteo Vargas, de 67 años, es un vendedor de billeteras y portadocumentos que a diario improvisa su punto de comercio en el respaldar de una banca de la Av. Emancipación. No tiene licencia y tampoco sabe que la necesita. En dos años, asegura, nadie le ha dicho nada. Nadie le ha ordenado retirarse.

El creciente número de ambulantes en el Cercado de Lima trae a la memoria aquel panorama sinuoso que fue el sello postal de Lima en los tardíos ochenta e inicios de los noventa.

En total son 5.100 vendedores dispersos en las calles del Cercado. De estos, solo 2.600 tienen autorizaciones de la Municipalidad de Lima. Los otros 2.500 ambulantes informales operan sin licencia.

Según las cifras, entregadas a El Comercio por la Gerencia de Desarrollo Empresarial, cuando la gestión de Villarán asumió el padrón dejado por la gestión de Castañeda, depuró a unos 400 inscritos por no cumplir con los requisitos de la Ordenanza del Comercio Ambulatorio en Lima 002-1985.

De los 3.000 formales que eran, solo quedaron 2.600. Es decir, se reguló con firmeza a los legales, pero se controla con laxitud a los informales.

Helbert Gutiérrez, subgerente del área a cargo de entregar las autorizaciones, comenta que el municipio no ha otorgado más permisos y que los informales son vendedores itinerantes, es decir aquellos que no se instalan en un lugar, que circulan con sus productos en brazos.

El funcionario asegura que personal de fiscalización se encarga de intervenirlos y cortarles sus rutas. En setiembre, 30 inspectores y 100 serenos fueron distribuidos para fiscalizar la venta ambulatoria en Abancay, Lampa, Cusco-Emancipación y el Jirón de la Unión.

Sin embargo, la tarea parece no cumplirse a cabalidad o es claramente insuficiente.

DUEÑOS DE SU ESQUINA Basta caminar en la mañana por Lampa o Cusco, y volver a pasar de tarde o noche, para reparar en que hay comerciantes enclavados en varios puntos de las aceras: son espacios que han hecho suyos. Un peatón habitual de esas calles ya sabe dónde encontrarlos con exactitud y entre qué horas.

Los ambulantes del Jirón de La Unión, por ejemplo, afirman que la dinámica se intensifica desde las 6:00 p.m. “cuando los pocos serenos se van”.

Sin perder de vista los muñecos que oferta en el suelo, un profesor jubilado aseveró que, en caso llegara serenazgo, se va a otra esquina. La secuencia se repite cuantas veces sea necesario. “Si intento formalizarme me piden S/.1.500 para un módulo. Yo estoy aquí por horas”.

Para la Gerencia de Fiscalización y Control de la comuna, el retiro de los comerciantes ilegales es un quehacer titánico, pues estos llegan a mimetizarse entre los transeúntes, se esconden y luego siguen con las ventas.

El jefe de esa oficina, Álvaro Anicama, dijo que la presencia de fiscalizadores en lugares estratégicos es el principal método de control contra la gradual saturación de vendedores.

“Se puede contener y retroceder esa actividad. Nuestra solución no está en erradicar sino en controlar la ocupación del espacio”, refirió Anicama.

El Comercio confirmó en distintos horarios el creciente desorden en jirones y avenidas del centro. Fue evidente que son los serenos los que van de paso o casi no aparecen.

Eduardo Nunura Villanueva, miembro de la Asociación de Ambulantes con Discapacidad, sostuvo que este año el municipio no aprobó el presupuesto para inspectores viales del programa Lima Segura, lo que dejó a las calles del centro a merced de más ambulantes.

PROBLEMA DE FONDO Para Juan José Arrué, especialista en temas urbanos, es alarmante que Lima no tenga una visión como ciudad en cuanto al comercio ambulatorio, seguridad y transporte. Temas que, a su juicio, urgen de medidas concretas que se deben tomar en los próximos 5 o 10 años y deben ser priorizadas en el Plan de Desarrollo Metropolitano con miras al 2035.

¿Hay pasividad ante las clarinadas de aglomeración? La historia da luces. En 1997, el centro era un infierno de informalidad pero el alcalde Alberto Andrade decidió encabezar una operación de reordenamiento en dos madrugadas.

No es esta aquella Lima atosigada de triciclos y ladrones. Todavía. Pero hay un síntoma progresivo de ese descontrol.

LEGISLACIÓN SOBRE AMBULANTES ORDENANZA DE ANTAÑO La Ordenanza del Comercio Ambulatorio en Lima data de 1985 y establece que para optar por una licencia de vendedor ambulante los ingresos no deben exceder a 2 UIT anuales (S/.7.400). Además, para mantener el permiso se debe acreditar que el único ingreso que se percibe es el de la venta ambulatoria. Esta ordenanza sigue vigente.

NUEVA LEY CON ATRASOS La gestión de Villarán planteó un proyecto de ordenanza titulado “Comercio ambulatorio en los espacios públicos”. Sin embargo, su debate y aprobación se han postergado.

MULTAS PARA INFORMALES La multa para el comercio ambulatorio informal es de S/.740. En caso de que un vendedor obstaculice el tránsito peatonal o vehicular la sanción es de S/.925.

() *Con reportes de Fernando González-Olaechea y Francis Toykin.