JAIME CORDERO

Al francés Jacques Vergès le decían el abogado del diablo o el defensor de las causas imposibles. En su carrera asumió muchos casos que muy pocos abogados estaban dispuestos a tomar (pero alguien debía hacerlo). En la relación de sus tristemente célebres patrocinados destacan el criminal de guerra nazi Klaus Barbie , el terrorista venezolano Ilich Ramírez, el dictador serbio Slobodan Milosevic y el líder de los jemeres rojos camboyanos, Khieu Samphan. Más de una vez dijo que si hubiera tenido oportunidad, hubiera defendido también a Adolfo Hitler. Falleció el jueves por la noche, en París, víctima de un paro cardíaco, a los 88 años.

Durante su larga carrera fue vituperado y celebrado por la elección de sus casos. Se le tildó de narcisista y provocador, pero también se reconoció el brillo y la potencia de su oratoria. “Lo que se puede recordar de Jacques Vergès es sobre todo el talento, la valentía, el compromiso y la contradicción con el respeto del otro. Un abogado no es un mercenario, es un caballero, y Jacques Vergès era un caballero”, resumió Christian Charrière-Bournazel, presidente del Consejo Nacional de Abogados de Francia, citado por la agencia AFP.

Vergès nació en 1925, en Tailandia. Su padre era cónsul de Francia en aquel país asiático y su madre, vietnamita. Durante la Segunda Guerra Mundial se enroló en el ejército de la Francia Libre encabezado por Charles de Gaulle y combatió en el norte de África, Italia y Francia. En 1955 terminó de estudiar Derecho y con eso dio inicio a una carrera marcada por la provocación, la militancia izquierdista y la lucha contra el colonialismo, que lo llevó a asumir la defensa legal de muchos declarados enemigos de Occidente.

Célebres juicios La prensa francesa recordó en sus ediciones de ayer que entre los defendidos de Vergès también figuran varios dictadores africanos y líderes de la extrema izquierda europea. Su esposa, Djamila Bouhired –con la que tuvo dos hijos–, salió de la misma cantera, pues era militante del Frente de Liberación Nacional de Argelia.

A Vergès, que era un litigante temible, se le conoce también como el creador de la llamada ‘estrategia de ruptura’, que consiste en cuestionar la legitimidad de un tribunal y del sistema judicial en su conjunto para procesar a sus clientes.

En el juicio a Klaus Barbie (1987), el agente de la Gestapo acusado de horribles crímenes durante la ocupación alemana de Francia, Vergès increpó al tribunal: “Lo que le reprochan, lo han hecho ustedes también durante la colonización. ¿Por qué se permiten, entonces, juzgarlo?”.

“¿Estaría dispuesto a defender a Hitler? Por supuesto. E incluso a George W. Bush. Estoy dispuesto a defender a todo el mundo [] a condición de que se declaren culpables”, aseguró Vergès en un documental de Barbet Schroeder.

Al ‘Abogado del Diablo’ le encantaba que hablaran de él. “Alimento mi propio culto”, reconoció una vez. En 1970, abandonó a su mujer y sus dos hijos y desapareció durante ocho años. Nunca se aclaró a qué se había dedicado durante ese tiempo; se ha elucubrado que trabajó para el espionaje chino o como asesor de los jemeres rojos en Camboya. Cuando regresó, solo dijo que había pasado unas largas vacaciones “al este de Francia”.

Murió el jueves, cuando se alistaba para cenar, en una casa en la que antes vivió Voltaire, gran filósofo y uno de los inspiradores de la Revolución francesa. Esa fue su última provocación.