Silvio Berlusconi, quien acaba de presentar su renuncia al cargo de primer ministro de Italia, es un tipo que empezó desde abajo hasta convertirse en el hombre que dictó los destinos de uno de los países más poderosos de la zona europea. Hijo de una familia de clase media –y como la mayoría de los italianos muy apegado a su ‘mamma’ Rosa– el joven Berlusconi no dudó en vender electrodomésticos en la Milán que se recuperaba en la postguerra para pagarse los estudios de Derecho.

Tal y como es descrito en la película Silvio Forever, de Roberto Faenza y Filippo Macelloni, Berlusconi era en su juventud un tipo dinámico, ambicioso, simpático y con mucho don de gentes que decidió embarcarse en cruceros de recreo como cantante y animador, facultades de las que siempre se sirvió con más o menos fortuna en su posterior carrera política, como cuando anunció que lanzaría su cuarto disco.

LA FAMA Sin embargo, el primer punto de quiebre llegaría a los 23 años, cuando se dedicó con éxito al sector inmobiliario y a la construcción, edificando el complejo MilanoDue, un nuevo concepto de vivienda para familias acomodadas.

Poco después empezaron sus coqueteos con la fama: tras su matrimonio con Carla Elvira Dall’Oglio (del que nacieron Maria Elvira, hoy presidenta de su grupo editorial Mondadori y Pier Silvio, vicepresidente del grupo familiar Mediaset), Berlusconi contrajo matrimonio con la actriz Verónica Lario, a quien había conocido cuando interpretaba El Magnífico Cornudo y con la que tiene tres hijos: Barbara, Eleonora y Luigi.

LA FORTUNA Berlusconi, que era ya un conocido empresario dio el salto a la televisión a mediados de los ochenta y ya contaba con tres canales privados (Italia1, Rete 4 y Canale 5) que acabaron con el monopolio de la televisión pública RAI. Su poder se extendió en aquella época con la compra del club de fútbol Milan AC y del grupo editorial Mondadori, valores que agregó al conglomerado Fininvest.

EL PODER Culminado su proyecto empresarial y con la escena política italiana devastada tras el azote de la operación anticorrupción Manos Limpias, Berlusconi preparó su salto a la política a finales de 1993 con la creación de Forza Italia, un partido basado en consignas populistas y en sus dotes como comunicador.

Sus habilidades como vendedor publicitario (su tesis, con la que se graduó cum laude versaba sobre los aspectos jurídicos de la publicidad, así que algo sabía) sedujeron al electorado en marzo de 1994 y Forza Italia se convirtió en el partido más votado en aquellas elecciones, aunque el primer mandato de Silvio Berlusconi duró poco, aunque ‘Il Cavaliere’ (apodo que viene de una de las tantas condecoraciones que recibió) repitió el palto entre 2001 y 2006, así como 2008 y 2011.

EL ESCÁNDALO Durante los años de su último mandato vio reducida su popularidad por los juicios que le acechaban y por las fiestas con mujeres, algunas menores de edad, en sus residencias de Cerdeña, Roma y Arcore (Milán), que fueron aireadas con fotografías y declaraciones de las jóvenes en los medios de comunicación y por las filtraciones de las fiscalías.

Sin embargo, su estancia en el poder ha sido objeto de análisis, al igual que sus frases: su incontinencia verbal le llevó a decir, entre otras lindezas, que el presidente de EEUU, Barack Obama, estaba moreno, por lo que fue criticado tanto en Italia como en otros países, pero a él no le afectaba. Estoy hecho así. Soy de carácter juguetón, decía.

LA CAÍDA Se mantenía cual nave insumergible hasta que la crisis económica que azota a Italia, con una deuda pública del 120 % del PIB, despertó antiguos rencores hasta en sus propias filas, de las que comenzaron a desertar a medida que ‘Il Cavaliere’ perdía la confianza ante sus socios europeos por su fracaso en la gestión de las reformas económicas que necesita el país.

El periodista Beppe Severgnini autor de La barriga de los italianos: Berlusconi explicado a generaciones futuras, dio la clave para explicar el tiempo que se mantuvo en el poder. Según él, el mandatario representaba los anhelos del italiano medio: Habla de su mamma, entiende de fútbol, saber hacer dinero fácil, le gustan las casas nuevas, odia los convencionalismos, cuenta chistes, jura un poco, es mujeriego y le encantan las fiestas. Sin embargo, es también un hombre que no concebía la política de Italia sin su presencia, porque se consideraba absolutamente imprescindible.