BRUNO RIVAS Enviado especial a Buenos Aires

El alcalde de Buenos Aires parece no tener respiro. Tras terminar una entrevista con la televisión, nos tiene que atender en su auto, ya que lo esperan para una actividad lejos de la jefatura de Gobierno de la ciudad. Por estos días ha adquirido más protagonismo del que suele tener en Argentina por haber lanzado un decreto que busca proteger la libertad de expresión en su ciudad.

Usted ha ingresado a la pugna entre el gobierno y los medios al aprobar un decreto de necesidad y urgencia que busca proteger la libertad de prensa en la ciudad… Tenemos un gobierno que es hostil a la prensa, que no solo dirige la pauta oficial hacia los medios amigos comprados por empresarios amigos sino que ha logrado, a través de presiones como la de los supermercados, que hasta la pauta privada no vaya a los medios independientes. Todo esto que está sucediendo, más las amenazas de intervenciones o los nuevos proyectos de expropiación de empresas de papel para la prensa, nos llevó a plantear esta ley que refleja la Constitución de la ciudad de Buenos Aires: que se debe velar por la diversidad y la libre expresión.

El martes se aprobó una medida cautelar impulsada por el gobierno de Cristina Fernández que frena parte de lo planteado en el decreto… Durante muchos casos han recurrido a estas medidas para impedir el avance de obras que está realizando el gobierno de Buenos Aires o transformaciones importantes para la ciudad, contrariamente al espíritu que debería velar para que se respete la agenda del gobierno elegido por el 64% de los habitantes de la ciudad. Esta medida cautelar no afecta en nada la aplicación del decreto de necesidad y urgencia que fija la libertad de expresión. Tampoco restringe el debate en la legislatura para ser aprobado y ratifica la constitucionalidad de la medida que hemos tomado. Lo único que ha hecho es restringir una parte, dos incisos de dos artículos que tratan temas impositivos que no son centrales ni van al centro de la medida que tomamos.

Se señala que en Argentina el gobierno considera que la prensa es su oposición porque no hay una oposición política en el país capaz de hacerle frente. ¿Con esta medida busca demostrar que sí hay una contraparte política? La medida que tomé la hice en base a mi deber constitucional, que es el de respetar la Constitución Nacional y la de la ciudad de Buenos Aires. Todo lo que se derive de eso es producto de ejercer mi responsabilidad como dirigente. Punto.

El kirchnerismo lo acusa de pertenecer al mismo grupo oligárquico que Clarín y que por eso ha sacado ese decreto… Es más de lo mismo, tenemos que dejar de ver las cosas entre amigos y enemigos. Acá de lo que se trata es de defender el futuro de los argentinos. No vamos a tener futuro mientras la democracia no funcione a plenitud. El kirchnerismo cree que la democracia es ganar una elección y que eso le da derecho a hacer lo que quiere. Nosotros no creemos en eso. Democracia son equilibrios.

Este año el gobierno va a celebrar frente a la jefatura del Gobierno de Buenos Aires una década de kirchnerismo. ¿Qué balance hace de este período? Una Argentina que no ha sabido aprovechar un momento histórico en el que América Latina ha experimentado un enorme y único desarrollo a escala mundial. Sin embargo, soy optimista en que la población argentina ha tenido un enorme crecimiento en las cosas que rechazamos hacia el futuro, y eso nos genera una enorme posibilidad de desarrollo a futuro.

La prensa opositora señala que, tras la muerte de Néstor Kirchner, el gobierno de Fernández se ha radicalizado a extremos similares al chavismo. ¿Comparte esa idea? Sí, ante la falta de respuesta concreta a los problemas de la gente, lo único que les ha quedado es radicalizarse en sus propuestas fallidas.

La oposición no pudo vencer al kirchnerismo en las elecciones anteriores. ¿La situación ha cambiado? Argentina está cambiando. Los argentinos que están creciendo y evolucionando van a demandar alternativas distintas al kirchnerismo que se ha quedado sin respuestas. Hay un país que siente que no debe y no puede quedarse en esta ola de desarrollo que está invadiendo Latinoamérica.