Alemania: La nueva vida de un pastelero sirio en Berlín [VIDEO]

De padres a hijos, los Al Sakka deleitaban a los sirios de Homs con sus dulces levantinos. Hasta que las bombas les forzaron al exilio. En Berlín, , estos reabrieron su pastelería.
 


"Aunque es muy difícil encontrar trabajo en Alemania (cuando se es solicitante de asilo), nos dijimos: '¡vamos a probar!'", explica Tamem, el benjamín de los hermanos Al Sakka, de 42 años.

Y una soleada mañana del verano de 2016, la reluciente "Damaskus Konditorei" (Pastelería Damasco) abrió sus puertas en Berlín.

Cuatro años habían transcurrido desde que el establecimiento familiar tuvo que cerrar en Homs, la tercera ciudad de Siria.

Bastión insurgente al principio del levantamiento en 2011, la ciudad de Homs, asfixiada por un largo asedio, sufrió combates feroces que empujaron a numerosos habitantes a huir.

Los tres hermanos Al Sakka, Salim, Rami y Tamem, iniciaron un largo periplo que les llevó primero a Líbano y luego a Egipto antes de llegar a Alemania.

El "clan" familiar se estableció finalmente en Berlín "hace dos años y tres meses" con la esperanza de una vida mejor en un país que abrió sus puertas a más de 600.000 sirios desde el comienzo de la guerra.


- 'Tradición ancestral' -

En su huida, solo se llevaron una cosa: el arte que les transmitió su padre que fundó la pastelería de Homs "hace más de 40 años".

Sobre el mostrador berlinés, grandes bandejas metálicas exponen pirámides de dulces con miel, rellenos de nuez verde, cubiertos de pistacho y regados con agua de rosa.

Se respiran aromas de azahar y almendra. Los paladares se deleitan con ouchs el boulboul, pastelito en forma de nido y con dulce de calabaza y otras delicias con exóticos nombres.

Antes de la guerra, Siria era conocida en todo Oriente Medio por la exquisitez de sus dulces.

"Se debe a la calidad de las materias primas como los pistachos de Alepo", explica la pastelera franco-siria Myriam Sabet, que dirige la Maison Aleph en París. "Y a una tradición ancestral de los maestros artesanos que conservan celosamente sus secretos de fabricación".

"El uso de una mantequilla aclarada de leche de oveja también es característico de la repostería siria", precisa la experta.

La golosa Damasco devoraba barazeks, galletas con pistachos y granos de sésamo. A la comerciante Alepo le encantaban los turrones y mazapanes.


- Queso y pistachos -

Las joyas de Homs y de Hama (centro) eran los halawets al Jibn, unos rollitos de sémola rellenos de queso y espolvoreados de pistacho.

"Al principio mi hermano me dijo: 'No hagamos este postre. A los alemanes no les va a gustar, es demasiado pesado", cuenta Tamem Al Sakka que ve hoy como los berlineses se chupan los dedos con sus pasteles.

Una procesión casi ininterrumpida desfila por su establecimiento. La mayoría de los clientes, esta tarde, son sirios que vienen a tomarse un knafe, otra especialidad de queso que se sirve caliente.

A cada bocado, el recuerdo de las tardes tranquilas a la sombra de las buganvilias reemplaza la nostalgia de estos exiliados que lo han perdido todo.

"Solo la música, la lengua y la pastelería pueden transportarte hasta esos momentos agradables, es universal", dice Myriam Sabet. 

Los alemanes, "cuando entran aquí, se contentan primero con mirar, a veces incluso tienen miedo", dice riendo Tamem Al Sakka. "Y lo que les gusta son los baklavas".

La nostalgia se apodera del artesano cuando habla de los pistachos sirios, "los mejores del mundo". Los pistacheros están hoy en medio de los campos de batalla. Los Al Sakka se abastecen en Turquía. Para los quesos, optaron por Italia.

"En Homs, nuestra tienda empleaba a 40 personas. La pastelería tenía 150 m2 repartidos en dos pisos y disponíamos, además, un gran taller de fabricación", recuerda Tamem Al Sakka.

Más modesta, la "Damaskus Konditorei" se instaló en una larga avenida conocida como la "calle árabe" y en la que se puede encontrar todo tipo de gastronomía oriental servida en locales con neones chillones.

Muy lejos del zoco de Homs, construido en el siglo XIII, con sus especias, sus perfumes y, por supuesto, sus pasteleros.


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