Utilizó el nombre de una de las novelas de Charles Dickens (Historia de dos ciudades) como el lema de su campaña. Sin pensar, tal vez, que su propia vida también podría inspirar un libro. Su nombre es Bill de Blasio y ayer le devolvió a su partido, el Demócrata, después de 20 años, la alcaldía de Nueva York.
De Blasio obtuvo una arrasadora victoria frente a su competidor más cercano, el republicano Joe Lhota. 73,3 por ciento frente a 24,3; respectivamente. En lo que supone el margen de victoria más elevado en un candidato que no ocupara previamente la alcaldía.
El flamante alcalde de 52 años nació en Manhattan pero se crió en Massachusetts, lejos de su padre, un veterano de la Segunda Guerra Mundial con problemas de alcoholismo que se quitó la vida, tiempo después, de un tiro; para vivir con quien realmente fue su heroína, su madre, Maria de Blasio. De quien adoptó su apellido y ejemplo.
Ya en su paso por la Universidad de Nueva York, el joven demócrata empezó a interesarse en la política, y formó parte de la campaña de David Dinkins, el único afroestadounidense que llegó a ser alcalde de su ciudad natal.
Luego estudiaría un pos grado en la Universidad de Columbia donde aprendió, entre otros temas, la política latinoamericana. Fue ahí donde aprendió español y viajó a Centroamérica en 1988, interesado en conocer de primera mano la revolución Sandinista que se vivía en Nicaragua.
Durante esa etapa de su vida conoció a la madre de sus dos hijos, Chirlane McCray, poeta afrodescendiente y activista homosexual, que en 1979 declaró su lesbianismo en un artículo publicado en la revista Essence.
A De Blasio no le importó que McCray haya sido homosexual. Contra todo se casaron en 1994 con la ayuda de dos pastores homosexuales, como cuenta la revista New York en un extenso perfil que tituló El alcalde del 99%.
Desde entonces y especialmente a medida que su perfil se ha vuelto más conocido, De Blasio ha sabido involucrar a su familia sui generis en su carrera política hasta convertirla en un símbolo de sus ideales liberales.
Acorde con su lema de campaña, el alcalde electo ha asegurado hoy que la desigualdad económica y la pobreza serán los temas centrales de su gobierno.
Tenemos la obligación de crear una ciudad en que la prosperidad sea compartida y haya oportunidades para todos, dijo De Blasio, quien a partir del próximo año tendrá el reto de convertir Nueva York en una sola ciudad.