A las masivas revueltas populares que vienen sacudiendo a todo Brasil se suma hoy una gran incertidumbre en relación al giro que tomarán las protestas, después de que las tarifas de transporte público, primera demanda concreta de los activistas, fueran reducidas en 12 ciudades brasileñas, entre ellas Sao Paulo y Rio de Janeiro.
La decisión de gobernantes provinciales y municipales tanto oficialistas y aliados como opositores, de ceder a esa primera demanda popular, es objeto de hoy de críticas y advertencias por parte de algunos analistas, quienes piensan que puede convertirse en un tiro por la culata.
¿A dónde nos lleva esto? ¿Cuál es el sentido de estas protestas y qué pueden hacer por nosotros?, se pregunta el columnista del diario Folha de Sao Paulo Hélio Schwartsman, quien confiesa reservarse el derecho de guardar una saludable dosis de escepticismo respecto a los beneficios de, en este caso, la baja de la tarifa.
En primer término cuestiona la forma en que las autoridades pretenden compensar la rebaja del transporte: creando impuestos, sacrificando inversiones o quitándole recursos a otras áreas públicas como salud y educación.
¿CON QUÉ SE SUBVENCIONA? En ese sentido, el bachiller en filosofía coincide con los líderes del Movimiento Pase Libre, promotor de los primeros actos de protesta en Sao Paulo, quienes alertaron que su idea siempre fue que la reducción de la tarifa fuera compensada con una correlativa reducción de los lucros de los empresarios del transporte.
Pese a que considera que no hay dudas de que tanto el gobernador de Sao Paulo, Geralod Alckmin, como el alcalde Fernando Haddad, supieron reaccionar rápidamente al clamor de las calles y evitaron una potencial explosión de manifestaciones que podrían salir de control, advierte el analista Gilberto Dimenstein sobre el riesgo de haber dado más poder a esos grupos, que se vieron fortalecidos para nuevas protestas y reivindicaciones, tomando en cuenta una serie de demandas latentes de la sociedad.
En la misma línea reflexiona el analista Rogério Gentile: La reducción de la tarifa del transporte no puede encubrir el hecho de que el centro de Sao Paulo se convirtió el lunes en tierra sin ley tomada por vándalos travestidos de manifestantes y abandonada por la policía. Hubo ataques a edificios públicos, saqueos a tiendas, destrucciones, constata el analista, en alusión a la más cruenta y multitudinaria movilización realizada en la capital paulista.
Pese a toda la poetización en torno al Movimiento Pase Libre, y de la efectiva reducción de la tarifa, es necesario registrar que sus líderes no condenaron enfáticamente los actos de vandalismo. Muy por el contrario, los justificaron con el argumento de que eran fruto de la revuelta popular o resultado de la intransigencia del Poder Público. Resta saber si ese paso atrás dado por Alckmin y Haddad, un día después de la vandalización del centro, no servirá de estímulo para ese tipo de método de negociación, concluye.
LA GUERRA CONTINÚA En medio a la incertidumbre, una certeza: las movilizaciones continuarán porque las demandas de las protestas trascienden por lejos la reducción de un pasaje de autobús.
Nuestros próximos objetivos son luchar por las reformas agraria y urbana y contra el latifundio urbano () y por el Pase Libre, dijo la representante del Movimiento Pase Libre Mayara Vivian.
Críticas a la organización del Mundial de 2014 y de la Copa Confederaciones por el despilfarro de dinero público que implican, a la corrupción, y demandas de más recursos para salud, vivienda y educación, fueron sumadas rápidamente a la primera discreta plataforma reivindicativa.
Para desterrar cualquier duda respecto a que la primavera brasileña no sólo reclama contra el aumento del transporte, y que la atención de esa demanda no la apagará, para este jueves están previstas movilizaciones en más de 90 ciudades, en las que se espera participen más de un millón de personas.