El presal. Un término del que casi nadie fuera de la industria petrolera ha oído hablar y que incluso si ha escuchado alguna vez no tendrá mucha idea de lo que es en realidad.

Pero por muy extraña que nos resulte, esa palabra de dos sílabas alberga las esperanzas de Brasil para convertirse en uno de los principales productores de petróleo del mundo, en un proyecto que le aseguraría ingresos multimillonarios y le ayudaría a impulsar el crecimiento vacilante de su economía.

Cerca de la costa del estado de Río de Janeiro, unos kilómetros al noreste de la famosa ciudad del mismo nombre está el lugar que guarda el tesoro: el Campo Libra.

Se trata de unas reservas de petróleo de unas proporciones casi inimaginables: 1.500 metros cuadrados y 326 metros de profundidad.

Y aunque está bastante profundo respecto al relieve oceánico, bajo una gruesa capa de roca y sal, se dice que el hallazgo tiene relativamente pocos riesgos.

Las estimaciones varían, pero Campo Libra podría llegar a albergar hasta 12.000 millones de barriles de petróleo.

Brasil prevé licitar este lunes los derechos para explotar el área pero no quiere dejar ningún cabo suelto.

DE ZONA DE PESCADORES A CAMPO PETROLERO Para la directora de la Agencia Nacional de Petróleo (ANP), Magda Chambriard, es una situación en la que todos ganan.

En la sede de Río de Janeiro de la ANP, discutimos las implicaciones de Campo Libra para que Brasil se convierta en un productor global de petróleo. Con una sonrisa irónica, rechaza la sugerencia de que Brasil no tiene la experiencia ni la infraestructura suficiente para llevar a cabo semejante proyecto.

Todo está bien planeado. Hay plataformas nuevas, oleoductos nuevos y más infraestructura, asegura la mujer que es una de las personas más poderosas en la industria petrolera.

Todo lo que está pasando en Brasil está sucediendo de la forma correcta, así que confío en que todo estará bien.

A unos 150 kilómetros al norte de la ciudad de Río de Janeiro está Macaé, la localidad más cercana al Campo Libra en el litoral.

La que un día fuera una pequeña villa de pescadores no es El Dorado, pero los precios de las propiedades se han disparado y están entre los más altos del país. Estos días el ruido de los helicópteros que trasladan a los trabajadores mar adentro hacia las plataformas es mucho más alto que el soplido de los barcos de pescadores entre los manglares.

Conscientes de la necesidad de trabajadores si el inminente auge petrolero de Brasil se acaba de concretar, las autoridades locales están formando a cientos de personas para trabajar en las plataformas.

Muchos de ellos son inmigrantes de otras zonas de Brasil, como Claudia, de 32 años, que está recibiendo formación para ser una soldadora cualificada.

De donde yo soy, de Bahía, en el norte, no hay trabajo. Todo está aquí, me explica Claudia.

La formación dura entre tres y cuatro semanas y estoy en la última etapa. Pero es gratis y ya estoy trabajando en la compañía con la que espero conseguir un empleo.

Según Claudia, al menos la mitad de la gente de su pueblo, en el noreste de Brasil, ha hecho el mismo viaje hacia el sur en buscar de un trabajo bien pagado, como el suyo, en el sector petrolero.

LAS GRANDES, FUERA DE LA LICITACIÓN Cuando se anunció la fecha de la licitación del Campo Libra, sorprendió que la mayoría de las principales petroleras como BP, el grupo BG, Exxon o Chevron decidieran no participar.

Todas ellas están fuertemente implicadas en proyectos en otras partes del diverso sector energético brasileño pero muchos analistas aseguran que la alta proporción de beneficios que exige el gobierno brasileño y las condiciones estrictas del contrato de arrendamiento han hecho que muchas compañías den la espalda a Libra.

Brasil ha dejado claro que quiere que en torno a un 70% de los beneficios del campo se queden en la región.

Quien gane el proyecto de licitación deberá tener una visión a largo plazo. No se puede pensar en beneficios a corto plazo, ya que desarrollar el hallazgo requerirá por lo menos US$200.000 millones. Ah, y hay una excepción, una prima adelantada al gobierno de US$5.000 millones por ganar la licitación.

Pese a eso, hay cientos de pequeñas y medianas compañías extranjeras sacando tajada del boom petrolero brasileño. Empresas como las británicas del grupo Swire, que tiene gran experiencia en explotaciones costa afuera y en ambientes marinos profundos y está especializada en proveer contenedores y sistemas de cableado a esa industria.

Ahora Swire tiene 50 empleados en Macaé. Y pronto se trasladarán a unas nuevas instalaciones mayores, en el otro extremo de la ciudad con la esperanza de cuadruplicar el número de empleados en los próximos cinco años.

Hay que abordarlo desde una perspectiva brasileña, explica Marcelo Nacif, el director general de Swire en Brasil. Necesitas a locales que entiendan la cultura y la burocracia y tienes que adaptarte.

La conclusión, dice Nacif, es que empresas especializadas como la suya han de ir donde está el petróleo y por ahora ese lugar es Brasil.

El Mar del Norte está en declive, ¿verdad?, pregunta retóricamente.

Cada día hay menos petróleo, menos gas; así que si las compañías no miran a Sudamérica y a África en el futuro, su negocio retrocederá.

UN PEDAZO DEL PASTEL A PETROBRAS Todavía hay mucho proteccionismo y una naturaleza obstruccionista para hacer negocios en Brasil y algunos aquí se oponen a que las compañías extranjeras hagan negocios, de alguna manera o en absoluto, en el Campo Libra.

Los trabajadores de la petrolera estatal Petrobras acaban de hacer una huelga al respecto y para pedir mejores salarios.

Pero, según muchos analistas, es difícil entender sus argumentos.

Brasil simplemente no tiene la capacidad para desarrollar el Campo Libra por su cuenta, o por lo menos con seguridad no para exprimir todo su potencial.

Es más, entre los términos estrictos a los que Brasil obliga a quien gane la licitación está la estipulación de que Petrobras debe participar en un 30% en el emprendimiento y que se le debe permitir operar en todas las plataformas del nuevo campo.

Está comprobado que el petróleo siempre ha sido a la vez una bendición y un maleficio. En la empobrecida periferia de Macaé, sólo el 10% de los vecinos tiene el servicio básico de alcantarillado y cada vez se producen más delitos, pero por fin se están empezando a ver algunas mejoras en la vida de los residentes.

La presidenta Dilma Rousseff ha prometido destinar las regalías petroleras a servicios y obras públicas, así que lo que Brasil haga con la gallina de los huevos de oro del Campo Libra se seguirá muy de cerca aquí.