Estadios cada vez más vacíos, bajas audiencias en la televisión y la selección pasando por un mal momento. Mientras tanto, las acciones de televisión y los patrocinios se incrementan, los jugadores de alto nivel son mantenidos o repatriados y las expectativas relacionadas con la Copa del Mundo y la inaguración de nuevos estadios aumentan.

Este es el estado del deporte más popular del mundo en el llamado país del fútbol. Pero, ¿es cierto que Brasil sigue siéndolo? BBC Brasil consultó especialistas y recolectó datos para intentar responder esta pregunta y delinear los retos a los que se enfrenta el deporte, para mantener el título de pasión nacional.

Uno de los principales problemas del fútbol brasileño es la falta de público en los estadios, que se ha acentuado en los últimos años. En 2012, el promedio de asistencia al Campeonato Brasileño de Serie A (primera división nacional) fue de 12.983 espectadores por partido, 13% menos que el año anterior.

Aunque se le ha llamado deporte de multitudes, el fútbol en Brasil ya no consigue despertar el mismo interés de los aficionados.

Según una reciente encuesta de la consultora Pluri, realizada con datos de 2011, el promedio de asistencia al Brasileirão fue apenas el número 13 del mundo, detrás de campeonatos nacionales de países sin tradición futbolística, como Estados Unidos, Japón y China, e incluso de segunda división jugados en Inglaterra y Alemania.

En las regiones, la situación es aún peor. Durante los años 60 y 70, era normal que los partidos de los campeonatos regionales reunieran más de 100.000 personas en el estadio. De las 10 audiencias más grandes de la historia del fútbol brasileño, cinco se registraron en el clásicos del Campeonato Carioca.

Pero el público se va reduciendo cada año. Otra encuesta de Pluri indica que la audiencia media de los 25 campeonatos estatales en el país se redujo un 9% este año, en comparación con 2012.

INDIFERENCIA Brasil no es y nunca ha sido el país del fútbol, dice el periodista deportivo Juca Kfouri. Inglaterra podría serlo, por la reverencia con la que tratan al deporte y sus jugadores, por los estadios que parecen catedrales. Incluso Argentina es más país de fútbol que Brasil, asegura.

Según él, las encuestas de opinión indican que a una cuarta parte de los brasileños no le interesa el fútbol. El grupo más numeroso es al que no le interesa, después vienen los fans de Flamengo y Corinthians. En Argentina, primero viene la afición de Boca Juniors , luego River Plate y entonces todos aquellos que no tienen equipo y no muestran interés por el deporte.

Kfouri señala que el promedio histórico del campeonato brasileño nunca fue mayor de 15 o 20.000 aficionados y el público ha ido disminuyendo debido a problemas como la diversificación de las opciones de entretenimiento y el temor a la violencia en los estadios.

El asesor deportivo de gestión Amir Somoggi también cree que Brasil está lejos de ser el país del fútbol. Tenemos 145 millones de fanáticos, pero la cantidad no significa calidad, dice.

Según él, el fútbol es sin duda el principal deporte del país, pero aún así, los estadios siguen vacíos y la audiencia de los juegos va en caída.

Somoggi ve una paradoja en la situación actual del fútbol brasileño, pues a pesar de la pérdida de público, los clubes nunca antes generaron tantos ingresos, principalmente debido al aumento de las tarifas de patrocinio y televisión. No hay forma de indicar la causa y el efecto, como en el fútbol europeo, dice.

Para Fernando Ferreira, director de la consultora Pluri, el fútbol brasileño sufre de problemas de gestión que afectan el deporte dentro y fuera del campo. El fútbol en Brasil hoy atrae menos público que los rodeos, afirma.

Para él, Brasil cuenta con un gran número de indiferentes, que aunque les gusta el deporte no asisten a los estadios ni tampoco siguen el deporte con gran intensidad.

Ferreira cree que la excesiva cantidad de juegos de mala calidad, la popularidad de las ligas europeas y el costo de las entradas podrían explicar el problema.

Pagar 160 reales (unos US$75) para asistir a un partido entre Santos y Flamengo en la primera jornada de la liga brasileña es un escándalo. Están cobrando lo que cuesta ver a una banda que visita Brasil cada cinco años por un juego sin importancia. Eso hace que el fanático se decepcione.

El mismo Ferreira comparó el precio promedio de los tickets con la renta per cápita de cada país y concluyó que Brasil tiene las entradas más caras del mundo. Quieren convertir el fútbol en un negocio, pero no quieren adaptar el producto. Cobran precios de Europa, pero el desorden del fútbol local continúa.

Peter Daniel, consultor de gestión deportiva en la firma de auditoría BDO Brasil, apunta que a pesar de los estadios vacíos, la demanda por el fútbol no ha disminuido, sino que ha ido migrando cada vez más a la TV.

Su argumento es que han aumentado los canales de fútbol y los servicios que se ofrecen en la televisión por cable (un ejemplo es el llamado pay-per-view). Los suscriptores ya superan el millón en el estado de São Paulo.

Una encuesta realizada por la firma de investigación deportiva Informídia indica que el espacio ocupado por el fútbol brasileño en la televisión ha aumentado en los últimos años, pasando de 19.739 horas de transmisión en 2007 a 28.901 en 2012.

Sin embargo, sólo 1.588 horas de partidos de fútbol se emitieron en señal abierta. El resto 12.746 horas fueron transmitidas en televisión cerrada, con un alcance más reducido.

Para muchos analistas, todo esto está causando que el deporte se vuelva más elitista. Incluso cuando se mira a través de la televisión.

SELECCIÓN DE CAPA CAÍDA Por si fuera poco, la selección brasileña está en su peor posición de la historia en el ranking de la FIFA. Ocupa el puesto 22, por detrás de selecciones con mucha menos tradición futbolística (Suiza, Grecia, Ghana, Costa de Marfil y Bosnia, entre otros).

Otro aspecto negativo es la ausencia del equipo en la fase de clasificación para el Mundial. Como es el país anfitrión, ya tiene un lugar asegurado. Pero aún con esa salvedad, el desempeño del equipo tiene tiempo decepcionando a los fanáticos.

Desde que el entrenador Luis Felipe Scolari se hizo cargo del equipo en noviembre, la selección ha jugado siete partidos. En febrero, perdió el primero contra Inglaterra, luego ha empatado cuatro y ganado sólo dos: contra Bolivia y contra Francia.

Pero más allá de las cuestiones técnicas, los expertos también resaltan el alejamiento progresivo de los fanáticos brasileños y la selección.

Hay varios factores que contribuyen a ello, explica Amir Somoggi, pero esencialmente es un problema de gestión de imagen. La Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) tiene una imagen pésima y ha estado inmiscuida en diversos escándalos.

Para él, el mayor pecado de la CBF es no tener un plan claro para la promoción del deporte.

Mientras que para Juca Kfouri, la pérdida de aficionados está relacionada con la política deliberada de la CBF de internacionalizar la selección, y organizar partidos fuera del país con jugadores de equipos europeos, acostumbrados al estilo de juego y al frío local.

Durante un tiempo, el estadio del Arsenal en Londres se convirtió en la casa de la selección brasileña. Existe una evidente pérdida de conexión con aquellos jugadores que ya no juegan en Brasil, señala.

Peter Rohlmann, director de la empresa alemana PR marketing apunta que Brasil ha perdido una gran cantidad de exposición e interés debido a los malos resultados en el campo y a la mala gestión fuera de él.

Él opina que la Copa del Mundo es una oportunidad para cambiar eso, para mostrar al mundo el fútbol brasileño y animar a la afición.

La BBC solicitó una entrevista con la CBF de Brasil para hablar sobre algunas de las cuestiones planteadas por los expertos, pero no obtuvo respuesta.