GISELLA LÓPEZ LENCI
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Si algo se convirtió en el motivo para desatar guerras e invasiones, eso ha sido y es la pelea por los recursos naturales. Así fue con el salitre, el caucho, el hierro y en las últimas décadas el petróleo y el gas.
Ha sido la batalla por los combustibles fósiles del último siglo la que ha configurado las fuerzas de las potencias y las relaciones geopolíticas del planeta. Un mundo basado en cuánto petróleo puedes comprar y cuánto eres capaz de vender y bajo qué condiciones. Nadie puede dudar de la importancia geoestratégica del Medio Oriente, sobre todo del Golfo Pérsico, por su vastísima producción de petróleo. Los amigos y enemigos de Occidente lo son en proporcional relación al llamado oro negro.
¿Pero qué pasaría si las potencias ya no necesitan de los países productores de petróleo? ¿Qué pasaría si Estados Unidos empieza a producir tanto gas y petróleo que puede volverse autosuficiente? Estas preguntas ya dejaron de ser especulaciones. El nuevo orden mundial está empezando a regir.
EL BOOM DEL ESQUISTO Hace un par de años que ya se habla de la revolución del gas de esquisto y cómo este recurso está haciendo tambalear los precios del gas natural e influyendo en la actual cotización del crudo.
A través de la técnica de la fractura hidráulica, desarrollada por los estadounidenses, se crean fisuras subterráneas inyectando agua, arena y productos químicos para liberar el gas almacenado en las placas arcillosas. Esto permite hacer perforaciones horizontales y capturar recursos del subsuelo que antes no podían ser explotados. Lo que se obtiene es el shale gas o gas de esquisto, y en algunas zonas ya se ha encontrado incluso petróleo de esquisto.
Desde el 2006, EE.UU. empezó a encontrar en su subsuelo más y más de este gas no convencional, lo suficiente como para que se hable de un boom que podría reconfigurar la geopolítica mundial.
Las rocas en el subsuelo son arcillosas y arenosas. Antes a la roca arcillosa nadie le daba importancia porque es en la parte arenosa donde se encuentra el petróleo y el gas de manera convencional, explica a El Comercio el ingeniero Víctor Sanz, profesor especialista en petróleo y gas de la Universidad Nacional de Ingeniería. El gas natural se cotizaba entre 10 y 12 dólares el millón de BTU (1.000 pies cúbicos). Ahora, con la explotación que realiza Estados Unidos, el precio ha bajado a casi 2 dólares. Esto ha originado que ahora tengan una energía barata y que su situación económica empiece a cambiar, añade.
Entre el 2007 y el 2012 la producción de gas de esquisto representó casi el 35% de la producción total de gas en EE.UU., y esta cifra podría crecer a 50% para el 2030. Y si hablamos de petróleo de esquisto, este puede proveerle de 6 millones de barriles al día de crudo para el 2020, según un estudio del Centro Belfer de la Universidad de Harvard. Haciendo cálculos, los expertos coinciden en que para el 2020, los estadounidenses serían autosuficientes en materia energética.
NUEVAS RELACIONES Esta situación hará que se repiensen las estrategias de los países cuyas economías están basadas en el petróleo. En el ámbito regional, el principal perjudicado es Venezuela. El año pasado, EE.UU. le compró 15% menos de crudo. Venezuela va a colapsar, no solo porque el país depende del petróleo sino porque, además, internamente es un caos, comenta Román Ortiz, especialista en estrategia internacional.
El otro actor clave es Rusia, un país estratégico que últimamente les ha dado más dolores de cabeza a los estadounidenses. Al ser un país rico en petróleo y gas, logró estabilizar su economía gracias a los altos precios del crudo, que le ha servido también para maniobrar con los europeos y, sobre todo, con las antiguas repúblicas soviéticas A la gente no le gusta el autoritarismo, pero si el autoritarismo está envuelto en dinero, pues lo tolera. Por eso, me parece verosímil que Vladimir Putin no resista y haya finalmente un cambio de gobierno, añade Ortiz.
El otro punto estratégico del mapa es, sin duda, Medio Oriente y los países del Golfo Pérsico, netamente petroleros. Para muestra, un par de detalles. A inicios de año, la toma de una planta de gas en Argelia (que terminó con más de 80 muertos) y la intervención militar francesa en Mali no remecieron Washington. Ni los insurgentes islamistas ni su vinculación con Al Qaeda motivaron un despliegue de fuerzas estadounidenses, como podría haber ocurrido años atrás. La retirada de tropas estadounidenses de Medio Oriente es la demostración de que cada vez dependen menos del petróleo de esa región. Antes había dos razones para estar ahí: el petróleo que ellos compraban y el petróleo que compraban los europeos, analiza Ortiz.
La actual política internacional estadounidense, que prefiere ver de lejos los conflictos (Siria, por ejemplo) también está alertando a los europeos que no despiertan de la crisis económica de que ellos mismos deberán velar por sus intereses, sin el auspicio y la protección de Washington.
Siendo así, Estados Unidos se sigue reafirmando como la primera potencia mundial pero con los recursos energéticos suficientes como para dejar de preocuparse, al menos por un tiempo, de los problemas de los demás.