JAIME CORDERO

Entre el 18 y el 22 de octubre, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) celebrará su asamblea general en Denver, Estados Unidos. Como es usual, la discusión sobre el estado de la libertad de expresión en el continente ocupará un lugar central en las mesas de trabajo. Claudio Paolillo, director de la comisión que se ocupa de estos temas y uno de los periodistas más reputados de Uruguay, hace un resumen de los principales motivos de preocupación, que por desgracia son varios.

¿Cuál es la situación de la libertad de prensa en el continente americano? Nosotros hemos detectado tres clases de amenazas. Por un lado, la violencia del crimen organizado –y especialmente del narcotráfico, que no es una amenaza, es una realidad. Entre el 2012 y lo que va del 2013 han sido asesinados 30 periodistas por temas vinculados con el ejercicio de su profesión, y cuatro más están desaparecidos. Desgraciadamente, la impunidad es norma en varios países. Por otro lado, está lo que yo llamo el cáncer bolivariano, una enfermedad ideada magistralmente en Cuba, que se ha expandido como metástasis y camina con inocultable éxito en algunos países. Hablo de Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y, de una manera diferente, también Argentina.

¿En qué consiste? En iniciar un plan de demolición de las estructuras institucionales, todo muy bien arropado por un discurso popular y simpático, que emplea las causas más nobles con el único propósito de que los líderes mesiánicos permanezcan eternamente en el poder. Esto se hace a través de leyes de medios y de prensa que están llenas de invocaciones a los sentimientos más nobles que puede tener el ser humano.

Son iniciativas que tienen una apariencia democrática… Claro, son para salvaguardar el honor de las personas, promover la igualdad, proteger la salud mental de los niños, promover la verdad, que la información sea oportuna, para que haya equilibrio informativo… esas y otras cosas con las que yo también estoy de acuerdo. El problema es que en nombre de esas palabras se limita la libertad de expresión. Y, además, la pregunta que hay que hacerse es: ¿quiénes son los guardianes para que todo eso ocurra? En todos los casos son burócratas que responden directamente al líder y que nos dicen qué podemos leer y qué no, qué podemos ver y escuchar y qué cosas no. Ellos piensan por nosotros, en definitiva, nos censuran. El caso más explosivo, más tremendo, es Ecuador, donde todos los días hay noticias muy negativas para la libertad de expresión. Allí, estas cosas se están aplicando de una manera peor incluso que en Venezuela.

El presidente Rafael Correa ha llegado incluso a sugerir que se deje de imprimir diarios , supuestamente para proteger el medio ambiente… Claro, y los rompe frente a las cámaras de televisión. Ecuador es lo peor que hay en la región con respecto a la libertad de expresión. Hay censura previa, demandas judiciales en bloque de funcionarios públicos contra medios, a los que se obliga incluso a publicar rectificaciones pidiendo perdón. El presidente humilla a los medios todo el tiempo, insulta de una manera atroz a todos los que osan decir algo crítico. Y hay un tercer punto nuevo que nos preocupa: la pérdida de libertades en Estados Unidos. Esto ocurre como consecuencia de la confesión del presidente Obama de que, desde hace por lo menos una década, los servicios de seguridad investigan las llamadas que hacen las personas y los correos electrónicos. El presidente ha salido públicamente a decir que debemos estar tranquilos porque no se escuchan las conversaciones, pero sí se sabe quién habla con quién. Y para los periodistas, eso es saber quiénes son sus fuentes. Esto tiene un efecto directo sobre la libertad de expresión.

Pero el Gobierno de EE.UU. no solo espía, también persigue, con más fuerza que nunca, a los informantes. Bueno, durante el gobierno de Obama hay más fuentes de periodistas presas que en todo el resto de la historia de Estados Unidos. Las fuentes están aterrorizadas. Al final, lo que importa es que la gente está recibiendo menos información de interés. El presidente ha llegado a decir que no se puede tener privacidad y seguridad a la vez. A juicio de la SIP, esta no es una cuestión de intimidad, sino de libertades básicas.

Usted menciona que los gobiernos autoritarios empaquetan sus iniciativas contra la prensa con valores. ¿Estos no se pueden alcanzar acaso sin regulación estatal? Por supuesto que se pueden alcanzar. Pero en todos los países de América hay grupos que simpatizan con ese pensamiento. Lo que pasa es que la dificultad para combatir estas iniciativas es mucho mayor que con las antiguas dictaduras militares de derecha. Esas simplemente cerraban el diario, mataban al dueño, proscribían o mandaban al exilio al periodista, era todo mucho más claro. Aquí, hablan de que la información tiene que ser justa, equilibrada, veraz… cosas que para todos los periodistas representan la utopía. Pero si eso lo ponen como una obligación legal y crean un consejo o una superintendencia de control de contenidos, entonces el que juzga, el regulador, termina diciendo esto fue plural y esto no, esto fue discriminatorio y esto no. Estas leyes además le dan la potestad de sancionar a los medios. Y como en el caso de Venezuela y Ecuador estos organismos dependen del Poder Ejecutivo, terminan tomando decisiones políticas: si este medio es crítico con nosotros, entonces vamos a darle, vamos a callarlo. Eso es lo más grave.

¿Del Perú hay algo que les preocupe en cuanto a libertad de expresión? Nos preocupan algunos casos de impunidad en asesinatos de periodistas. He visto también que hay algunas discusiones en curso sobre una operación de negocio reciente, pero nadie ha planteado denuncia o queja ni ha mandado ningún comunicado al respecto. Por lo demás, carezco de suficiente información para pronunciarme sobre eso. En cualquier caso, si se plantea el tema, se debatirá en Denver.

El presidente Ollanta Humala ha criticado varias veces que los medios peruanos no levantan las noticias positivas del gobierno, incluso una vez los comparó con gallinazos. Estos ataques han sido el preludio de ofensivas reales contra la prensa en otros países… En Venezuela, Hugo Chávez empezó así, insultando. Pero, que yo sepa, en el Perú no se ha pasado a la acción. Sí sabemos de las declaraciones del presidente; también en Uruguay el presidente Mujica algunas veces ha declarado que la prensa uruguaya no le gusta. Eso está dentro de la tensión natural de una democracia. El problema es cuando se pasa a la acción.

¿Podemos decir que vivimos tiempos de amenazas contra la libertad de expresión? ¿O es lo mismo de siempre? No, estamos en tiempos de amenazas, unas antiguas –siempre ha habido asesinatos de periodistas– y otras también antiguas, pero renovadas. Antes, las dictadur as militares trataban de restringir la libertad de expresión o simplemente la suprimían. Ahora, esto lo están haciendo gobiernos electos democráticamente. Finalmente, los avances tecnológicos traen la situación bastante increíble de que la profecía de George Orwell termine haciéndose realidad.

Entonces, puede decirse que la situación de la libertad de prensa se ha deteriorado. Mirando el continente como un todo, sí. Hay países donde ha mejorado pero, si consideramos todo lo que he mencionado: Estados Unidos, los países de la órbita bolivariana y el avance del narcotráfico, mirado como un todo, el ejercicio de la libertad de expresión está más amenazado que hace algún tiempo.