La presencia global de China ha sido uno de los eventos más importantes y polémicos de los últimos diez años.

El tradicional equilibrio de poder global que se pactaba en el mundo desarrollado –-Estados Unidos, Europa, Japón-– ha quedado en entredicho por la aparición del gigante asiático.

Pero hoy muchos se preguntan si China es un héroe del mundo en desarrollo que está cambiando el equilibrio global o simplemente un nuevo colonialismo.

Dos periodistas españoles basados en Beijing, Heriberto Araujo y Juan Pablo Cardenal, decidieron comprobarlo por sí mismos y viajaron por 25 países desde Medio Oriente a América Latina durante dos años dialogando con los protagonistas de esta salida china al mundo.

El resultado de su investigación es La silenciosa conquista china, un libro que retrata el impacto global chino.

BBC Mundo conversó con Araujo en Londres, en medio de una visita para promocionar el libro.

En sus viajes por tantos países tan distintos, ¿encontraron rasgos comunes, como una identidad, de esta presencia china en el mundo? Lo que más nos sorprendió fue la escala de la expansión. En los 25 países, China es o está a punto de convertirse en un jugador de primera línea en lo económico.

En algunos casos esta presencia se refleja también en lo político como con Irán o incluso Venezuela, donde China ha jugado el rol de banquero. Hasta fines de 2012 Venezuela recibió créditos por valor de US$20.000 millones, lo que convierte a China en un jugador clave para la política del presidente Chávez de encontrar vías diplomáticas alternativas a Occidente.

A esta presencia estatal determinada por políticas estratégicas, se agrega la de pequeños empresarios, aventureros, gente que sale con poco y nada de China para hacer una vida en otros lugares. Entrevistamos a más de 500 personas, desde representantes de empresas a gente que se iba a buscar la vida en Sudán, por ejemplo, sin hablar una palabra del idioma.

Son dos tipos de presencia: la del estado y la de los individuos. ¿Qué tienen en común y en qué se diferencian? En común tienen esa voluntad de salir afuera y hacer negocios, esa capacidad emprendedora de tomar riesgos en lugares donde hay nichos de mercado. Pero al mismo tiempo hay claras diferencias.

Hay muchas historias individuales muy admirables, en las que uno se pregunta cómo hacen para irse a Egipto sin hablar una palabra de árabe y vender puerta a puerta y progresar y hacer una pequeña fortuna que invierten luego en un negocio en china o en la educación de sus hijos. Pero hay una gran diferencia entre estos casos realmente admirables y la conducta de las empresas chinas y los bancos. Ahí se ven los límites.

En China no existen contrapesos institucionales y sociales, no hay un estado de derecho que ponga freno a lo que hacen sus empresas. No es que sean peores que las estadounidenses o las españolas. Todas buscan la ganancia. La diferencia es que no tienen controles.

Pero tanto las empresas como los individuos están exportando un modelo de vida. Trabajan los siete días de la semana, todo el año. Lo hacen en China y lo hacen afuera.

Están vehiculando los valores de la sociedad china. Hay un sacrificio que otras naciones no están dispuestas a hacer. Pero también hay historias en el libro de gente que se embarca en negocios ilícitos e inmorales. Hay de todo.

¿Cómo se da todo esto en América Latina? Nosotros estuvimos en Costa Rica, Venezuela, Ecuador, Perú, Cuba y Argentina.

Un ejemplo de esas dos vertientes de la presencia china se puede ver en Argentina. Casrec es una cooperativa de supermercados chinos que agrupa a unos siete mil supermercados en casi todas las ciudades del país. Los representantes de Casrec se han reunido varias veces con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y, muchos dicen que es un lobby más poderoso que Walmart o Carrefour.

Este es un ejemplo de la capacidad que tienen para expandirse y hacer negocios, para olfatear oportunidades. Al mismo tiempo muchos expertos señalan que no cumplen con las reglamentaciones fitosanitarias, no pagan salarios mínimos, etc.

A nivel del estado chino, una empresa se ha garantizado el acceso a unas 100.000 hectáreas en la provincia de Río Negro en una zona donde la tierra no es arable. Van a invertir unos US$3.500 millones en convertirla en tierra arable. Van a llevar ferrocarril, carreteras, sistemas de riego, etc. Acá se ve la voluntad estratégica china. Por un lado quieren tierra arable para garantizar la alimentación de su población, y por el otro, quieren controlar todo el proceso de principio hasta el fin.

La minería es un sector que también interesa particularmente a China. Un caso emblemático es el de una zona en medio del desierto de Perú, San Juan de Marcona. Los chinos compraron la mina en los años 90 y reactivaron económicamente la región. Nosotros estuvimos en 2010 y vimos los problemas que tenía la empresa china no sólo con los trabajadores sino con la población porque lo que está pasando es que se están llevando el recurso natural de la manera más primaria.

Nosotros vimos cómo sacan el hierro y lo llevan directo al buque que se lo lleva a China. De valor añadido nada. Además está el impacto medioambiental. Están tirando los residuos de la exploración minera a la costa en una población cuya segunda actividad es la pesca.

Muchas familias que vivían de la pesca y la exportación a Japón han visto como desaparecía su fuente de ingresos. Pero además, como la compañía compró la concesión minera, ellos interpretan que son los dueños de la tierra y se niegan a que haya ninguna construcción en el perímetro de la compañía. De manera que los mineros son desalojados de sus casas porque la empresa los expulsa apenas terminan su trabajo.

¿No es esto también responsabilidad de los gobiernos latinoamericanos? Un experto chino en América Latina me dijo que China tenía estrategias para América Latina definidas según sus intereses y que América Latina debía hacer lo mismo, tener estrategias respecto a China de acuerdo con sus intereses. Muchas veces no hay una estrategia no sólo en América Latina sino en los otros países del mundo. Muy difícil conseguir el acuerdo que tú quieres cuando estás frente a la segunda economía del mundo, el mayor consumidor de tantos recursos y uno de los principales inversores a nivel global.

Pero los gobiernos tienen márgenes de decisión. ¿Los están usando o está pasando lo mismo que sucedió con Estados Unidos, Reino Unido o España en que se abrieron las puertas para que se lleven lo que hay y que América Latina se quede con el cambio? Creo que no se puede comparar con España porque son períodos históricos distintos. Pero pienso que hay algunos países que por no perder el tren chino están dispuestos a hacer cualquier cosa. Y desconocen la misma experiencia china.

Cuando China abrió sus puertas en los años 80 exigió a los inversores extranjeros que crearan empresas mixtas, que hubiera transferencia de tecnología, que hubiera inversión local con creación de empleo. ¿Por qué América Latina no exige lo mismo a China? Es decir, cuando China quiere acceder al litio en Bolivia, que en lugar de llevárselo en bruto tenga que crear dos plantas de baterías. Y en cinco años se le puede exigir que cree una planta de ensamblaje de autos eléctricos en Bolivia.

Muchos se preguntan si China no es un nuevo modelo semicolonial. El libro tiene mucho vocabulario en este sentido, al hablar de los tentáculos de China, de la inversión como caballo de Troya, de los proyectos de infraestructura como parte de una silenciosa conquista mundial. Reflejamos el lenguaje de nuestros entrevistados sea en Zambia o Perú, en África o América Latina. Si uno piensa que pagan los salarios más bajos en las minas, tienen las peores condiciones de seguridad, que el valor añadido y la transferencia tecnológica es muy baja y traen sus propios trabajadores para realizar los proyectos, todo esto apunta en la dirección del modelo semicolonial.

Pero también se dice de los préstamos de China que tienen muchas menos condicionalidades que los del Fondo Monetario Internacional (FMI), que exigen determinadas políticas económicas. No estoy de acuerdo. El presidente de Ecuador, Rafael Correa, dijo que las condicionalidades chinas son mayores o iguales. La diferencia es que cuando te conceden un préstamo para un proyecto no te piden que hagas ningún reforma de tu política económica porque ellos por contrato se garantizan que van a tener el dinero de vuelta con recursos naturales.

Dan por ejemplo 100 millones y te hacen firmar que tus reservas naturales, o sea la riqueza del país, está hipotecada hasta que devuelvas el dinero. Me pregunto si esto no es más extremo.

Venezuela ha hipotecado su riqueza natural para tener acceso a los créditos chinos. Si Venezuela no puede pagar esos créditos ¿qué puede pasar?

Hay muchas apuestas sobre cuándo China va a alcanzar a Estados Unidos como primera potencia, si en 2020, 2030 o 2040. Más allá de eso ¿se puede suponer que de la misma manera que Estados Unidos exportó su modelo de vida, China hará lo mismo? Va a ser muy difícil. La influencia de Estados Unidos no tiene solo que ver con una presencia militar o económica.

Tiene que ver con su modelo de vida, con el soft power. China es una dictadura o autocracia, como se quiera llamarla, donde la sociedad en conjunto es más importante que el individuo. No tiene un modelo para exportar.

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