El espionaje telefónico metió en problemas al gobierno de Barack Obama, y ahora es a través de la diplomacia telefónica que intenta salir de una de las peores crisis de confianza que ha sufrido Estados Unidos con sus socios europeos.

Por telefono, Obama habló con sus homólogos de Francia y Alemania para apaciguar sus ánimos tras las acusaciones reflejadas en medios europeos sobre supuestas actividades de espionaje hechas por Estados Unidos al otro lado del Océano Atlántico.

Y fue precisamente un teléfono el que ayudó a desatar la tormenta internacional que envuelve al mandatario estadounidense: el celular de la canciller alemana Angela Merkel, que según los reportes fue objeto del espionaje estadounidense.

Con informaciones adicionales de espionaje en España y en Francia, y con el rechazo patente de la Unión Europea (UE), la pregunta que ha empezado a surgir es cómo se verá afectada de manera concreta la relación entre Estados Unidos y esos aliados en el Viejo Continente.

Todos los perjudicados, con diferentes grados de vehemencia, han expresado su oposición verbal.

Los tres países directamente involucrados citaron a los respectivos embajadores de Washington en sus países. La UE y Alemania fueron más allá, al enviar delegaciones a la capital estadounidense para pedir respuestas.

El tema puede complicarse aun más para Washington si, como sugieren algunos políticos, la controversia obliga a reconsiderar algunos tratados bilaterales importantes.

Repase con BBC Mundo tres maneras en que Estados Unidos se está viendo afectado por las acusaciones de espionaje en Europa.

PROBLEMAS DE CONFIANZA En un mundo en el que el poder relativo de Estados Unidos se ha visto disminuido, la cooperación entre aliados resulta cada vez más importante. Esto lo sabe Washington muy bien: basta recordar cómo hace pocos meses buscó, en vano y casi con desespero, una serie de aliados para atacar a Siria.

También sabe que en un mundo ampliamente interconectado y donde las amenazas provienen de actores cada vez más dispersos geográficamente, necesita de otros países para mantener su propia seguridad. Eso se hace, entre otras maneras, compartiendo información de inteligencia. Y lo hace especialmente con Europa, con el que comparte intereses en temas como el antiterrorismo.

Uno de los pilares para mantener esos dos argumentos mencionados es la confianza. Y es precisamente esa confianza en Washington la que se ha visto afectada por las acusaciones de espionaje.

Merkel, por ejemplo, dijo que la relación entre Europa y Estados Unidos debe estar basada en el respeto y la confianza mutuos y agregó que esa confianza debe ser renovada ahora.

Y Viviane Reding, vicepresidenta de la Comisión Europea, viajó a Washington explícitamente con la labor de renovarla: Es urgente y esencial que nuestros socios tomen acciones claras para reconstruir la confianza, dijo.

El control de cada movimiento, de cada palabra o de cada e-mail producido con fines privados no es compatible con los valores fundamentales de Europa, añadió.

¿ACUERDO EN DUDA? Pero quienes se interesan por la política saben también que la confianza es un concepto maleable y cambiante. Es cierto que el escándalo parece haber erosionado la credibilidad de Estados Unidos en el extranjero, pero cabe la pregunta si esa falta de confianza puede llevar a efectos más concretos.

Steven Aftergood, director del programa de secretos gubernamentales de la Federación de Científicos Estadounidenses, lo duda.

En diálogo con BBC Mundo, dice que las alianzas internacionales de Estados Unidos siguen vigentes y siguen siendo necesarias, por lo que él cree que continuarán.

Pero en Europa, algunos piensan distinto. Y esto se debe a que allá, las revelaciones de Edward Snowden han cambiado el clima político sobre la privacidad, en especial al generar mayores discusiones sobre la necesidad de nuevos marcos regionales.

Así, los parlamentarios europeos apoyaron hace poco unas reglas preliminares sobre protección de la información, que entre otras cosas buscan regular la transferencia de datos a Estados Unidos. Esta fue considerada la primera respuesta concreta de la UE desde las revelaciones de Snowden.

Otro efecto posible puede verse en las negociaciones de un acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos.

Aunque nada asegura que eso ocurra, hay voces importantes en la política europea que están pidiendo reconsiderar temporalmente las negociaciones.

Por ejemplo, el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, puso en duda la necesidad de ir a las negociaciones y tener la sensación de que esas personas con las que estamos negociando lo saben todo.

Quizá por eso, Reding fue tan clara en Washington cuando dijo que para que negociaciones complejas y ambiciosas sean exitosas debe haber confianza entre las partes.

REVISIÓN DE LA INTELIGENCIA Sin embargo, las acusaciones de espionaje no sólo han generado dudas del otro lado del Atlántico. Una de las principales preguntas que han surgido es cómo debe regularse esa vigilancia y dónde están los límites.

Por ello, la palabra revisión ha sido una de las más repetidas en los últimos días en Estados Unidos para referirse a lo que debe pasar con las instituciones encargadas de recolectar inteligencia.

El mismo Obama lo dijo en una entrevista televisiva y su vocero, Jay Carney, agregó que eran necesarias más restricciones.

Y en lo que algunos consideran es ya una promesa inicial de cambio, la Casa Blanca que tiene en marcha una revisión que será completada a final de año aseguró que no volvería a espiar el teléfono de Merkel.

En ese sentido, Steven Aftergood cree, en el diálogo que sostuvo con BBC Mundo, que los cambios concretos en la vigilancia pueden implicar la terminación de prácticas polémicas o una mayor intención de compartir esa información con Europa para que se reduzca la impresión de que se están transgrediendo sus intereses.

Y agrega que un posible punto de inflexión puede ser el rechazo de la senadora Dianne Feinstein, directora del comité de inteligencia del Senado, que había mostrado su apoyo a las actividades de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), pero esta semana dijo que se oponía totalmente a la recolección de información de líderes aliados y ordenó una propia revisión del comité.

Aftergood dice que su anterior apoyo a la NSA le da a Feinstein una una influencia extra en las decisiones sobre cómo responder a las preocupaciones europeas.

Que ella haya expresado su oposición a la vigilancia de líderes aliados probablemente significa que esas operaciones no pueden sostenerse en el futuro, concluye.