Hace unas horas parecía inminente que Estados Unidos y sus aliados llevarían a cabo una incursión militar contra Siria. Pero las cosas cambiaron.
Tanto Washington como Londres parecen cada vez más renuentes o quizás enfrentan una creciente resistencia interna a actuar militarmente sin esperar a que Naciones Unidas presente su investigación sobre el supuesto ataque con armas químicas ocurrido la semana pasada cerca de Damasco.
El presidente Barack Obama dice tener evidencia innegable que se dijo presentará al Congreso este jueves de que el ataque químico fue perpetrado por las fuerzas de Bashar al Asad. La cuestión es si esa información será base suficiente para decidir si llevar a cabo una acción de represalia contra Siria.
El Parlamento británico, que el miércoles parecía listo para apoyar el llamado del primer ministro David Cameron para una intervención militar, suspendió el voto cuando el partido laborista, de oposición, y varios diputados de la propia coalición del gobierno indicaron que no apoyarían dicha moción.
Cameron dio marcha atrás frente a la posibilidad de no obtener apoyo suficientre para lanzar su incursión militar.
El jueves se informó que la votación parlamentaria se llevará a cabo una vez que se presente la investigación de Naciones Unidas, cuyos inspectores todavía están en Siria analizando, por tercer día, la escena de los hechos.
En la propia Siria, Bashar al Assad continúa negando que sus fuerzas fueran responsables del ataque.
El jueves el mandatario declaró en la televisión estatal que Siria se defenderá a sí misma frente a cualquier agresión y las amenazas sólo incrementarán nuestro compromiso con nuestros principios y nuestra independencia.
NERVIOSISMO Pero tal como señalan los corresponsales, es indudable que la posibilidad de un ataque inminente o no están causando nerviosismo tanto dentro del país como en las naciones vecinas.
Los sirios, mientras tanto, continúan tratando de seguir sus rutinas diarias.
Pero como indica Jeremy Bowen, el editor de la BBC para Medio Oriente, que se encuentra en la capital siria, Damasco, la gente está nerviosa sobre lo que podría pasar en los próximos días.
Damasco me parece más tranquila que en viajes anteriores que hice estos años, dice Bowen, aunque hay bastante tráfico en el centro.
Los habitantes de la ciudad están esperando una decisión que será tomada en otra parte del mundo y que probablemente tendrá un profundo impacto en sus vidas.
El ejército estableció puntos de control cada ciertos kilómetros en la carretera que va desde la frontera libanesa, como lo han hecho desde que comenzó la guerra, indica Jeremy Bowen.
Hay informes, que citan a residentes de la capital y algunos opositores del régimen a Al Assad, que indican que se está movilizado armamento pesado desde las bases y que se ordenó la evacuación de soldados en los centros de control en la capital, agrega el corresponsal.
También se indica que se han reforzado las medidas de seguridad en los hospitales de la capital. Y habitantes de Damasco le dijeron a la BBC que hay una creciente escasez de alimentos, particularmente de pan.
Los países que rodean a Siria también enfrentan con nerviosismo la posibilidad de una nueva crisis.
Según la agencia de noticias AP, tanto Israel como Turquía están incrementando sus preparativos para un conflicto: Israel autorizó un llamado parcial de reservas del ejército y Turquía colocó a sus fuerzas en en estado de vigilancia intensificada.
En el vecino Líbano, donde según las agencias de ayuda ya se han registrado 700.000 refugiados sirios que han huido del conflicto en su país, se informó que en las últimas 24 horas cruzaron la frontera otras 6.000 personas, muchos en autos cargados con valijas y otras posesiones.
En Beirut (la capital libanesa), el hombre que me ayudó a cargar mis valijas me dijo que Occidente puede hacer lo que desee, dice Jeremy Bowen.
Pero pidió que por favor no bombardeen cerca de Líbano porque en este país temen otra guerra enorme.